News Argentina

jueves 17 de julio, 2008
FABIÁN MARCACCIO
Valiosa e inclasificable
por Victoria Verlichak
FABIÁN MARCACCIO
 

Con una extraordinaria trayectoria internacional, Fabián Marcaccio (Rosario, 1963) elige aproximarse nuevamente a la dramática historia reciente de la Argentina en su segunda muestra en la galerí­a Ruth Benzacar. Se trata de "Rapto", una exhibición tan inclasificable como valiosa.

Con una extraordinaria trayectoria internacional, Fabián Marcaccio (Rosario, 1963) elige aproximarse nuevamente a la dramática historia reciente de la Argentina en su segunda muestra en la galerí­a Ruth Benzacar. Se trata de "Rapto", una exhibición tan inclasificable como valiosa.
Entre la ficción y la realidad, las obras del artista rosarino (con cita al lúcido Lucio Fontana, incluida) refieren el secuestro en septiembre de 1974 de los hermanos Juan y Jorge Born perpetrado por la organización guerrillera Montoneros, que mata a dos acompañantes de los empresarios. Los Born, principales accionistas del poderoso grupo económico multinacional argentino Bunge & Born, terminaron de ser liberados en junio de 1975, escalonadamente, tras haber desembolsado alrededor de los 60 millones de dólares que exigí­a la guerrilla.
Marcaccio vive y trabaja en Nueva York desde 1986. Así­, es doblemente interesante que desde la distancia aporte una provocadora mirada sobre una época que ha vuelto al primer plano aquí­, desvirtuada e instrumentada polí­ticamente por el equipo gobernante. En 2005-2006 impresionó con su "Ezeiza-Paintant", la potente pieza que realizó especí­ficamente para el Malba-Colección Costantini, retratando la matanza desatada por sectores de la derecha peronista el 20 de junio de 1973, al regreso de Perón a la Argentina tras 18 años de exilio.
Cada una de las piezas de "Rapto" está cargada de sentido polí­tico, salvo una enigmática rosa. Un video recrea la presunta "cárcel del pueblo" que alojó a los Born, mientras que, a diferencia de "Ezeiza", muchos de los "paintants" abandonan la bidimensionalidad y asumen una inusitada tridimensionalidad, "derramándose" por la galerí­a. Son una convincente mezcla de dispositivos pictóricos, gráficos y escultóricos. De la mano de Marcaccio, vuelven como aterradores fantasmas algunos protagonistas de la década del Setenta: Videla y Galinberti, Perón e Isabelita, Boggie El aceitoso y López Rega. Pero, como en un cambalache regresan también Mirtha Legrand, el fusil y el bandoneón, una montaña de dólares (fruto del secuestro) y una radio transoceánica (¡no habí­a Internet!), un retrato en llamas de San Martí­n y Rosas (en esa época, a esta genealogí­a se le agregaba Perón), y más, mucho más, como aquel chaleco antibalas casi derretido, el teléfono que no comunica o el coche fúnebre que llevó al General. Marcaccio pone en escena múltiples incendios.
Las huellas identitarias nacionales se hallan por doquier, ní­tidas o en proceso de ser licuadas, reconstituidas o deshechas, mientras que el uso de los materiales se multiplica. Todo le sirve a este artista -telas, tintas al solvente, mallas metálicas, impresiones fotográficas, técnicas de retoque digital, maderas y metales intervenidos, acrí­lico, siliconas, óleo, polí­meros- que aparece siempre aventurándose un paso más ética y estéticamente. Hay que verla.

Hasta el 23 de junio, en Galerí­a Ruth Benzacar, Florida 1000