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miércoles 16 de julio, 2008
ANTONIO CHIAVETTI: La audacia como modelo
por Agustina Blaquier
ANTONIO CHIAVETTI: La audacia como modelo
 

El 25 de diciembre último nos dejó Antonio Chiavetti, un artista plástico que se distinguió por su dedicación a la gestión cultural durante las décadas del 40 y el 50.

El 25 de diciembre último nos dejó Antonio Chiavetti, un artista plástico que se distinguió por su dedicación a la gestión cultural durante las décadas del 40 y el 50. Su labor al margen del lienzo en distintas instituciones, fundamentalmente como director del Salón Peuser (1945-1948) estuvo sellada por una mirada transgresora, certera y una actitud intrépida.
Hoy, lo despedimos con profunda tristeza y la rendimos este homenaje.

La trayectoria de Antonio Chiavetti está definida por su audacia. No solo por haberse consagrado como el primer pintor argentino en embarcarse a la Antártida en 1965, sino también por haber sido un gestor cultural que no se dejó vencer por las crí­ticas y las sanciones de los más conservadores. Su dirección del Salón Peuser y la posterior apertura de su propia Galerí­a Antú (1948 - 1952) evidencian la lúcida visión renovadora con la que enmarcó sus quehaceres culturales.
Chiavetti egresó de la Escuela Nacional de Bellas Artes como profesor de dibujo en 1938. Como artista plástico realizó exposiciones en salones nacionales, provinciales, particulares y en el exterior y pintó también numerosos murales. Recibió en 1965 el Gran Premio Adquisición y Medalla de Oro, Salón Municipal de Artes Plásticas de la Ciudad de Buenos Aires (sección pintura), entre otros. Fue además, a través de su columna (1998 - 2003) "Las pequeñeces y lo increí­ble en los grandes", un permanente colaborador de Arte al Dí­a Internacional, publicación que realizó un número en su homenaje.
Chiavetti recuerda que gracias "al pequeño clima a favor de las exhibiciones de artes plásticas que se estaba gestando en Buenos Aires", en diciembre de 1944 organiza una exposición en el Cí­rculo Médico del Oeste, en Flores, de la que participaron más de 40 artistas, entre ellos Berni, con un éxito rotundo. A partir de este acontecimiento lo convocan para dirigir el Salón Peuser (fundado en ese mismo año). Su coraje en las decisiones, siempre con el "férreo" apoyo del vicepresidente de Peuser S.A., Gilberto Knaak Peuser, y en las elecciones de los artistas que exponí­an allí­ - a pesar de que "la sobremayorí­a eran de izquierda" y esto le causaba problemas con el directorio, sobre todo con su presidente, Eduardo Costa - llevaron a que el Salón se convirtiera en un "faro de cultura y orientación" al organizar exposiciones, conciertos y conferencias de una calidad admirable.
"Varios eventos, en su momento, no fueron entendidos, ni mucho menos aceptados por la mayorí­a", recuerda con picardí­a Chiavetti. De estos, hay que destacar la Primera Exposición (pública) de la Asociación Arte Concreto - Invención, que se llevó a cabo en el Salón Peuser del 18 de marzo al 3 de abril de 1946 en cuyo catálogo salió publicado por primera vez el Manifiesto Invencionista. Raúl Lozza y Tomás Maldonado le solicitaron a Chiavetti el salón en su totalidad para realizar dicha exposición y un Concierto de Música Moderna. Chiavetti convenció al dubitativo Knaak Peuser de que esta propuesta atrevida valí­a la pena. Pero, el concierto de música dodecafónica dirigido por el maestro Juan Carlos Paz durante la inauguración de la exposición enfureció al señor Costa quien quiso remover a Chiavetti de su cargo "por ser un loco". Los comentarios y las crí­ticas - más en contra que a favor - que despertó el acontecimiento lo envolvieron de euforia, novedad y atracción.
En marzo de 1947, casi improvisadamente, Chiavetti propuso realizar ese año una gran exposición de Cándido Portinari. Allí­ nomás por medio de Pettoruti y a través de cartas y cables, Chiavetti obtuvo la confirmación de Portinari luego de haberle ofrecido todos los salones, un catálogo de calidad y la realización de afiches murales de promoción en la ví­a pública (por primera vez para una muestra en Argentina). Pero la exposición estuvo por bajarse antes de haber sido colgada, ya que en el ejemplar del catálogo que estaba revisando Portinari faltaban las crí­ticas de su obra publicadas por L' Humanité que habí­an sido omitidas por el traductor, Ricardo Calliet-Bois, por tratarse de un periódico de izquierda. El incordio se solucionó y en diez dí­as, un 16 de julio, la muestra estaba inaugurada en medio de un dilema polí­tico e ideológico. Fue un éxito escandaloso: una bomba Moltov en el baño de caballeros colocada por militantes de la Alianza Libertadora Nacionalista, un promedio de mil espectadores diarios, colas de tres cuadras...
Luego de haber organizado otras importantes exposiciones en el Salón Peuser, Chiavetti se retira en 1948 por diferencias con el directorio. Pero su apasionada tarea en el ámbito cultural dejó marcada su huella. Este es nuestro homenaje.