Nota publicada online

martes 23 de abril, 2024
La Bienal de Venecia 2024
Extranjeros en todas partes (Foreigners everywhere/Stranieri ovunque)
por Delfina Helguera
Luciana Lamothe en el Pabellón Argentino
Luciana Lamothe en el Pabellón Argentino

El brasileño Adriano Pedrosa es el curador de esta edición que se enfoca en la decolonización y la migración enfatizando lo queer, el arte de los pueblos indígenas y el arte periférico.

La selección de obras de la 60ª Bienal de Venecia está basada en su título, tomado de una obra del colectivo de artistas Claire Fontaine (Paris-Palermo). La obra consiste en esculturas de neón de diferentes colores que traducen en un número cada vez mayor de idiomas la expresión Extranjeros en todas partes, exhibidas en la Bienal en los icónicos astilleros Gaggiandre del Arsenale. El marco conceptual del curador es, entonces, abordar el concepto de extranjero en todas las variantes posibles en un escenario privilegiado y central como es la Bienal que se percibe europea, blanca y occidental. El término extranjero también como los distintos, lo raro (queer), lo extraño (culturas ajenas) y lo que está por fuera del mainstream.

Las obras seleccionadas tanto en el pabellón central como en el Arsenale son, en su mayoría, de artistas del Sur Global, de África y de Asia; la mayor parte de ellos exhiben por primera vez en Venecia. Ambas exhibiciones tienen una sección contemporánea y una histórica en donde expone arte del siglo XX. Este “Núcleo Histórico” se centra en los "modernismos globales y los modernismos del Sur Global" en palabras de Pedrosa, una sala está dedicada a la abstracción, la otra está dedicada a los retratos y la tercera, en el Arsenale, a los artistas de origen italiano que tuvieron que emigrar de su país. Justamente la selección de arte moderno del siglo XX es lo que despertó críticas, sin embargo, se entiende que el curador quiso trazar una genealogía de lo contemporáneo, en el texto curatorial Pedrosa explica que buscó exhibir a modo de ensayo o borrador aquellas obras que cuestionan los límites y definiciones del modernismo. No están exhibidas las obras que todos esperamos ver, como las variantes del arte neo-concreto y los geométricos de la década del ’60, sino otras. Es en este núcleo que se exhibe la obra de María Martorell, por ejemplo, en diálogo con la obra de un artista marroquí, Mohamed Melehi que fue parte de la Escuela de Casablanca en los ´60. Pedrosa explicita su fuente en el texto curatorial, toma la noción de antropofagia de Oswald de Andrade: la del intelectual del siglo 20 que toma la cultura europea para canibalizarla y producir algo propio. Dice y acá está la clave: “Los tipos únicos y distintos de modernismo en todo el Sur Global asumen figuras y formas radicalmente nuevas, ya que a menudo dialogan con narrativas y referencias locales e indígenas.” Esta referencia es la que va a verse en la selección de obras y artistas en ambas sedes.

En el  ”Núcleo contemporáneo” están presentes cuatro clases de artistas: los queer, que se mueven entre distintas sexualidades, los outsiders que están en los márgenes del arte, el artista popular o folclórico y los artistas indígenas, tratados como extranjeros en su propia tierra. De la Argentina fueron seleccionadas Claudia Alarcón, una artista wichi que junto a la comunidad Silät tejen tapices con las fibras del Chaguar en la Comunidad de La Puntana en Salta y La Chola Poblete una artista queer nacida en Mendoza que ganó una mención honorífica por sus trabajos, para ambas esto significa un salto cualitativo y extraordinario para sus trayectorias. En el exterior hay una instalación de mástiles de la rosarina Mariana Tellería, una obra que estuvo en el jardín del Hotel de Inmigrantes en Buenos Aires, Dios es inmigrante.

Dentro del "núcleo histórico" además de Martorell, en la sala de abstracción está presente Kasuya Sakai con una obra de 1969 hecha en México cuando ya había abandonado el informalismo y la pintura gestual. Un reconocimiento a un artista que justamente se movió entre Oriente y Occidente. En la selección de la diáspora de artistas de origen italiano, en un claro gesto de homenaje a Lina Bo Bardi, el curador eligió mostrar a los artistas en el sistema de paneles expositivos que utiliza en el Masp ideado por Bo Bardi. En el centro un óleo de Clorindo Testa del año 63, Pintura o Círculo negro, rodeado de artistas muchos de ellos con poquísima presencia en el escenario del arte. Entre los artistas argentinos figuran Lidy Prati, Elda Cerrato, Ester Pilone (colección Museo Moderno) y Líbero Badii. En la sección de los retratos Pedrosa seleccionó obra del acervo del Malba y de Eduardo Costantini, como un Pettoruti cubista, el retrato de Frida KahloDiego y yo”, el retrato de Ramón Gómez de la Serna de Diego Rivera. En la misma sala conviven con un óleo extraordinario de Raquel Forner y dos obras de artistas olvidadas: Juana Helena Diz, quien fuera la única mujer del Grupo Espartaco y Bibi Zogbé, una artista de origen libanés, ambas de la colección del Museo Moderno.

Núcleo contemporáneo

La primer obra que uno se encuentra en la Bienal es la fachada del pabellón central que está pintado por Mahku, Movimiento dos artistas Huni Kuin, un colectivo artístico de la Amazonas. Setecientos metros cuadrados pintados a partir de una visión sacra, mediante la ayahuasca, que  narra la historia de “kapewe pukeni” el puente cocodrilo. Y en los Arsenale la primera obra, además del cartel de neón de Claire Fontaine, es la obra de las artistas Mataaho collective, compuesto por cuatro mujeres mahoríes  que ganó el León de Oro por su instalación. Una estructura urdida de fajas que aluden al cobijo y al refugio y son estructuralmente bellas. Estas obras funcionan como un mojón, ya que lo que veremos adentro se relacionan. Hay predominancia del arte textil, en todas sus variantes, el collage, la cerámica y todo aquello que no está relacionado con las bellas artes, sino con las artes aplicadas. La artista paraguaya Julia Isidrez fue seleccionada para exhibir sus obras en barro cocido, como ella misma dice “no son obras, son relatos de nuestra memoria”. Sin embargo, para profundizar el concepto de extranjería el curador incluyó videos documentales y video ensayos como el “Archivo de la desobediencia” de Marco Scotini con una puesta en escena muy eficaz, los videos de Charmaine Pogh sobre parejas del mismo sexo y las dificultades para criar a sus hijos en Singapur. Y, también en el Arsenale uno se encuentra con las múltiples pantallas de proyección de vídeo colgantes de The Mapping Journey Project (2008-11), de Bouchra Khalili; cada pantalla es una historia diferente contada por la persona cuya mano vemos dibujar en un mapa de Europa, Oriente Próximo y el Norte de África. La mano traza las rutas desde África hacia y dentro de Europa, mientras narra sus experiencias: el tránsito, la espera de abogados y papeles de inmigración, los parientes con los que se quedan, las llamadas a la familia en casa.

Pedrosa propone en su texto al título de la Bienal como un slogan, un llamado a la acción, un grito de excitación, felicidad o miedo. En consonancia con un dato muy actual:  que en 2022 hubo en el mundo hay 108.4 millones de personas desplazadas de sus lugares de origen según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los refugiados, y se esperan más para los años por venir.

Pabellones

Los pabellones de los Giardini con los envíos nacionales, en su mayoría, se ajustaron al tema de la decolonización o a la revisión de su pasado reciente. De este gran tema surgen otros núcleos temáticos, como re-pensar la relación del hombre con la naturaleza, la industrialización y su relación con el medio ambiente. El pabellón de Israel no abrió en señal de protesta por los rehenes retenidos, y tenía una guardia de seguridad durante las horas con público, y Rusia le cedió su pabellón a Bolivia que mostró también un colectivo de artistas tejedoras.

 

Pabellón argentino

Luciana Lamothe fue la artista seleccionada para representar a la Argentina, y ella ideó una escultura en campo expandido para el pabellón. Lamothe y su equipo de producción estuvieron trabajando durante varios meses en un galpón prestado en Quilmes, reproduciendo a escala el verdadero pabellón veneciano para no tener sorpresas. De todas maneras, se encontraron con muchas dificultades para llegar a terminar, según lo expresado y se tomaron decisiones sobre la marcha con un cronograma estricto con un equipo de realizadores y arquitectos que trabajaron 4 semanas en Venecia.

El proyecto surge de una larga trayectoria de Lamothe con el uso de los materiales, con la exploración de los mismos. Esto es “una expansión de muchos años de investigación en donde incorpora elementos nuevos que, lo que vienen hacer, es buscar nuevas espacialidades y nuevas maneras de habitar esos espacios” en palabras de Sofía Dourron, la curadora, “bajo la premisa que los espacios que habitamos determinan la forma en que habitamos el planeta y en la búsqueda de otra forma de habitar.” Explica que la obra busca incorporar madera en diferentes estados, y eso tiene que ver con nuestra relación con la naturaleza y la manera de habitar.

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