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martes 11 de mayo, 2010
Cristina Fresca
Miradas
Cristina Fresca

Las imágenes de esta artista "se estructuran en la dialéctica del que mira y del que es visto; en la alteridad de la mirada, debatiéndose entre la ausencia y la presencia", señala Cecilia Iida a propósito de las obras de Cristina Fresca que por estos días pueden verse en la muestra "Lo que miran tus ojos…".

Los trabajos expuestos "surgen de un registro fotográfico propio compuesto por imágenes de mujeres y hombres de distintas edades, cuyos ojos, manos o figuras devienen en series de fotografías, murales y objetos.

Prólogo de la muestra

La mirada en la génesis de una obra y más allá…

Una condición tradicional de la obra de arte es el ofrecerse a la contemplación. Interrogarse sobre este rasgo del arte es un desafío y una de las claves de lectura de Lo que miran tus ojos, la presente exposición de Cristina Fresca. Sus obras surgen de un registro fotográfico propio compuesto por imágenes de mujeres y hombres de distintas edades, cuyos ojos, manos o figuras devienen en series de fotografías, murales y objetos. Producciones en las que el blanco o rojo invaden la totalidad de la superficie y diluyen las imágenes; estructuras plásticas heterogéneas que encuentran unidad en un juego de monocromías, entre lo inmenso y lo pequeño, lo visible y lo invisible, lo concreto y lo etéreo.
Grandes y claros campos de color compuestos por diminutas piezas como metáforas de la grandeza en las pequeñas cosas. Superficies amplias en las que apenas se vislumbran los ojos que flotan aislados hasta casi desvanecerse. El blanco dominante es tanto el color de los materiales como la luminosidad y la transparencia que avanza sobre los contornos y amenaza con la evanescencia. La obra evidencia que la luz, condición imprescindible para ver, en exceso, puede devenir en ceguera. Así, lo que se contempla nunca es total, la visión puede estar velada y otras veces crear su imagen sobre un velo.
La calidez y suavidad del terciopelo, la frialdad del acrílico y las piedras, las transparencias que llegan a la invisibilidad, el color que vela y la luz que ciega tienen como destino capturar la mirada del espectador. Una mirada que no sólo habita la génesis de la obra, sino que es también sujeto y objeto de la misma. En esta muestra, una serie de fotografías de gran formato compone un ciclo narrativo en el que una mujer aparece una y otra vez. El rojo que inunda la imagen convierte la obra en un intenso campo de color que conduce a la figura al límite de lo visual. Tiempo y espacio permanecen suspendidos. Aquel que contempla es quien debe esforzar la visión, atravesar la ficción y dejarse seducir por el personaje que se acerca, demanda, se ofrece, se da a sí misma, nos antepone un velo, se distancia y vuelve a comenzar. La secuencia trasciende la fantasía para alcanzar una reflexión profunda sobre las relaciones humanas en el arte y en la vida.
En los pequeños objetos giratorios se funde el blanco y el rojo, la pasión y la inocencia. Ráfagas de memorias infantiles, veladuras de la mirada, metáforas de la demanda y la entrega. Un giro detrás de otro y las imágenes que corren nos muestran ojos maduros y transparentes, otros jóvenes e inocentes; manos que dudan y otras que se abren y ofrecen seguras. Atravesando la opacidad de las imágenes la mirada es puesta al desnudo; y al final del recorrido, en el último giro, las figuras esperan su última posibilidad de percepción.
La obra de Cristina Fresca se estructura en la dialéctica del que mira y del que es visto; en la alteridad de la mirada, debatiéndose entre la ausencia y la presencia.

Lic. Cecilia Iida
Abril 2010

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Más info
Del 14 al 30 de mayo
Centro Cultural Recoleta (Sala 12) Junín 1930