News Argentina

lunes 10 de octubre, 2011
Norberto Gómez­
Violencia, humor e ironía
por Graciela de los Reyes
Norberto Gómez­

La Fundación OSDE nuevamente nos sorprende con una magnífica exposición: Norberto Gómez. Obras 1967-2008.

La última muestra retrospectiva de Gómez se llevó a cabo en 1995 en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. Hoy, y bajo la curaduría de Ana María Battistozzi, se presentan más de 50 obras realizadas por el artista a lo largo de cuarenta años de fatigosa producción. Las mismas nos permiten apreciar su trabajo desde una nueva perspectiva histórica.

La escultura ha sido siempre el medio a través del cual los pueblos y las naciones celebran y conmemoran sus acciones y sus héroes más sobresalientes con el objeto de construir su identidad elaborando una historia oficial que los represente y que mantenga ocultas las divergencias doctrinarias existentes. Gómez parte de este supuesto pero para deconstruirlo y exhibir la dimensión trágica de los acontecimientos sobre los que se sustenta la elaboración ideológica de nuestra historia oficial. Su obra desarma y desnuda la visión heroica provista por el establishment para convertirla en una visión descarnada, grotesca, violenta y, además, irónica de esa misma realidad.

Desilusionado con la formación que le brindaba la Escuela Nacional de Bellas Artes “Manuel Belgrano”, a la que había ingresado en 1954, abandona sus estudios formales. En 1965 viaja a París y trabaja como colaborador en el taller de Julio Le Parc. Retorna a Buenos Aires en el ’66 y sus primeras obras en madera pintada se enmarcan dentro de la tradición del cinetismo. A partir de 1968 trabaja con cubos, cilindros y prismas pintados en blanco y negro que somete a cambios progresivos (Del círculo al cubo (1968)) resultando su formalismo muy cercano a las estructuras primarias del minimalismo.

El año 1976 es un año clave no sólo para la escultura de Gómez, sino también pa­ra la historia de nuestro país. Su obra se aleja del crudo formalismo y se vuel­ve progresivamente figurativa para poder reflejar la barbarie de esos años sangrientos. Comienza a trabajar con un nuevo material: la resina po­liéster pigmentada que le permite expresar lo gestual y visceral. Realiza una serie de imágenes de tripas, despojos orgánicos y seres mutilados. Parrilla I (1978), una metáfora de los cruentos acontecimientos que vivía el país en ese momento, todavía conserva la forma cuadrada de sus producciones ligadas a la abstracción geométrica. Las obras de este período que culminan con La Nave y Crucifixión, ambas de 1983, nos muestran la realidad descarnada del crimen, de la muerte y sus despojos. Battistozzi dice en el catálogo que “lo que más impactó de aquellas obras fue su carácter brutal e inmediato, que revelaba la escasa preocupación del artista por templar a través de recursos retóricos la experiencia que proponía.» Es por ello que la curadora vincula esta producción con la categoría de abyección enunciada por la psicoanalista francesa Julia Kristeva. Lo abyecto, dice Kristeva, es aquello que «perturba la identidad, el sistema, el orden. Aquello que no respeta los límites, los lugares, las reglas. La complicidad, lo ambiguo, lo mixto.” En estas piezas, dice Battistozzi, hay “una clara alusión al sacrificio social y generacional que se consumó en ese momento.»

Si las obras de aquellos años mostraban la victimización del grupo social por par­te del Estado, con el retorno de la democracia a partir de 1983 era necesario mostrar la serie de Armas utilizadas para llevar a cabo semejante masacre. La fantasía de Gómez lo lleva a realizar diversas armas con gran realismo y ex­trema sensación de dureza en los materiales empleados: Maza (1984), Garrote Doble (1984) Dagas (1984), Clavos (1984), todas ellas con clara re­mi­nis­­cencia medieval y realizadas en “car­tón pintado”, la quintaesencia de lo falso.

Dice Battistozzi que la parodia y la ironía serán de allí en más sus armas favoritas. A partir de 1987 y a lo largo de los años ‘90 comienza a trabajar con yeso policromado realizando una serie de pórticos arquitectónicos, extraños héroes vestidos a la usanza militar, monstruos lujuriosos, todos ellos reflejando su propia estulticia y locura.

Norberto Gómez es un artista que ha sido premiado en varias oportunidades debido a la importancia y calidad de su obra: en 1976 obtuvo el Premio Marcelo De Ridder. En 1981 el Primer Premio de Escultura en la Bienal de Montevideo, Uruguay. En 1991 recibe la beca John Simon Guggenheim y en el 2000 el Premio a la trayectoria de la Asociación Argentina de Críticos de Arte. En 2002 se le otorga el Premio Konex con su escultura “Quinquenio (1992 - 1996)” y por su desempeño en materia de artes visuales.

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Info
Hasta el 29 de octubre
Espacio de arte de la Fundacion OSDE,
Suipacha 658