News Argentina

jueves 30 de abril, 2009
Leo Chiachio & Daniel Giannone
Rohayhu
por Julio Sánchez
Leo Chiachio & Daniel Giannone

“Llega un momento en que todo alrededor se desvanece, después de estar horas y horas bordando”, afirma Leo Chiachio cuando describe sus interminables tardes de trabajo con la aguja y el hilo, junto a su compañero Daniel Giannone.

Ambos artistas funcionan como uno sólo (sí, como Gilbert & George), son quienes que abren el calendario de la temporada 2009 en la Galería Ruth Benzacar con “Rohayhu”, una muestra que comprende dos series, una de bordados y otra de porcelanas. La palabra de origen guaraní fue popularizada en la década en la década del setenta, cuando el actor paraguayo Arnaldo André seducía a Marilina Ross diciéndole “rohayhu” (te quiero, en guaraní) en la telenovela creada por Alberto Migré en 1975. La frase también es el nombre de una obra bordada por ambos, dos indios guaraníes con sendos arcos y flechas y botín de caza en la cintura, floreado brazalete en los bíceps y la cabeza de un perrito salchicha miniatura que se asoma por detrás de la espalda.

La riquísima mitología guaranítica está presente en otra obra, Pombero, Pomberito y yaguareté, una escena selvática con mariposas variopintas, flores multicolores, un tucán que mira de costado y un papagayo sonriente, todo a orillas de un río de gentiles remolinos. Los personajes principales son el Pombero (un duende siestero que lleva sombrero de paja y gusta dejar preñadas a las mujeres desobedientes); un Pomberito, encarnado en el mismo salchicha llamado Piolín, y un felino con cara humana que se arroja impetuosamente.

No es que Chiachio y Giannone hayan hecho una apología de la cultura guaranítica, en otras obras hay referencias al Japón, China, Amazonas, Congo, Bolivia, y al Tibet, es decir, un recorrido por los “márgenes” de la historia de la cultura, aquellos injustos y poco conocedores apéndices de las historias del arte que engloban por igual el arte olmeca, dogón, birmano o del Tawantinsuyu.

Chiachio y Giannone son dos varones que se autorretratan una y otra vez; uno es rubio y de ojos claros, lleva el sello del descendiente de inmigrantes italianos del norte; el otro es morocho de ojos pardos, herencia del italiano del sur; sus fenotipos se pueden reconocer en casi todas las obras bordadas y de porcelana, es difícil –por no decir imposible- encontrar una obra donde no estén ambos. Al observador atento no se le escapa un conjunto de siete colores que aparece detalles escondidos (como en la pluma del yaguareté) y que refieren a la bandera que identifica los grupos militantes gays, lesbianas, travestis y transexuales, es decir, lo que –desde la mirada masculina y heterosexual- fue considerado “margen” social.

Las obras bordadas de Chiachio y Giannone deambulan por los “márgenes” (el entrecomillado acentúa la duda de su significado) de todo tipo, no sólo sexual y cultural. Ellos eligieron y aprendieron una técnica “marginal” en la historia del arte, como lo es el bordado (con las excepciones ilustres, como el monumental tapiz de Bayeux) y otra como la porcelana, dejando de lado las artes mayores como la pintura y la escultura. Los artistas desecharon la costumbre instalada por los conceptualistas de menospreciar la habilidad manual y dejarle la construcción de la obra a terceros especializados, fueron ellos mismos quienes se esforzaron por aprender ambas técnicas (Giannone recuperó el bordado que las monjas de un internado católico le obligaban a practicar) con orgullo de obreros del arte.

Los soportes textiles están cargados de memoria, el de los dos Ekekos (duende boliviano de la abundancia) con la cara de ambos artistas está bordados sobre una manta de telar muy antigua, hay una sábana casi centenaria en otra obra, y una toalla, todo regalo de amigos cercanos, producto de la generosidad y afecto recíproco. En los últimos tiempos, el amor también parece ser marginal. Pero a ellos no les importa, la muestra se llama “te quiero” y entre los agradecimientos del catálogo figura “Piolín, por su amor incondicional en todos nuestros días”. Los artistas lograron zafar de los clichés convencionales de los últimos años, como el disolver los límites entre lo público y lo privado, no tienen necesidad de mostrar su intimidad como lo han hecho cientos y cientos de artistas (desde el dolor por la pérdida de un ser amado hasta indiscreciones sexuales), por el contrario se exponen a sí mismos con distancia, como si fueran los personajes exóticos de un libro infantil que recopila leyendas de todo el mundo.

En la obra hay investigación de técnicas y de imágenes y también un ingrediente raro y riesgoso: humor. No hay chiste ni ironía, sino sonrisa y complicidad con el espectador que sabe o adivina de qué se trata sin necesidad de enunciar nada.
Por último un dato que los convierte en rara avis, además de premios prestigiosos como el Platt o el Salón Nacional de Rosario, Chiachio y Giannone fueron elegidos por sus pares artistas con el premio Bola de Nieve. No es un dato menor que esta muestra Rohayhu/ Te quiero sea obra de dos artistas muy queridos por la comunidad artística.

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Hasta el 2 de mayo
Galería Ruth Benzacar, Florida 1000