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martes 1 de julio, 2008
Liliana Maresca
Transmutaciones
por Rizzo, Patricia
Liliana Maresca

En un recorrido que ofrece un ondulante vaivén entre obras de alto impacto y otras de notable sutileza, se presenta Liliana Maresca. Transmutaciones, exhibición antológica con curaduría de Adriana Lauria en las Salas J y C del Centro Cultural Recoleta.

Ya exhibida en el Museo Castagnino de Rosario, -finalizó allí el 9 de marzo- la muestra rinde tributo a la obra, repasa en un ensayo cuidadoso y una extensa publicación la vida y sobre todo aborda el personaje Maresca, nacida en Avellaneda en 1951 y muerta de sida en 1994, a los 43 años.
La artista formó parte del ambiente del arte contemporáneo en los comienzos de la democracia y desarrolló muchas de las líneas que caracterizan e identifican las producciones de esos años. Sus actitudes y discurso eran desafiantes, perturbadores y explícitamente provocadores, pero lo que destacaba en ella era su indagación en lo enigmático, su interés en la búsqueda de sentido, lo que signaría toda su obra. Fue precursora entre los jóvenes de la movida cultural de entonces; su peculiar modo de vida, el uso del erotismo, el acercamiento a la mística, su particular insistencia en el encuentro de una poética no exenta de romanticismo, que sin embargo tomaba de la estética del espanto, del deterioro, la marginalidad y los desechos y –sobre todo- su autoexposición la convirtieron en personaje protagónico de referencia excluyente.
La exposición contiene cerca de 80 obras. Bocetos, abundante documentación fotográfica, dibujos, objetos, pequeñas esculturas, y obras de variados cortes. Se trata de gran parte de su producción, si se tiene en cuenta que mucha de su obra se encuentra extraviada o perdida. En este sentido, el trabajo de Lauria y el equipo bajo su dirección ha sido minucioso y obstinadamente insistente, y es justo reconocer que mucho de lo que se exhibe no hubiera sido posible sin ese largo trabajo de investigación y producción que hizo posible la reconstrucción de muchas piezas y la restauración de otras, que de otro modo hubieran sido imposibles de mostrar.
Se destacan las fotoperformances en tomas realizadas por Marcos López, la instalación Apta todo destino en las que posó desnuda junto a algunos de sus objetos con fotografías de Alejandro Kuropatwa y el video realizado junto a Adriana Miranda, que abunda en testimonios y documentación bibliográfica. También la serie de objetos realizados en la casa que alquilaba en el Tigre, junto a su amiga Marcia Schvartz; ramas secas cuidadosamente elegidas en las que engarzaba bronce, sutiles realizaciones datadas entre 1987 y 1990 con las cuales refería a los misterios de los astros. Sin duda, sus obras más calladas. Irreverente y provocadora, recién salida de la adolescencia había ingresado en un noviciado, el que abandonó unos meses después, pero su lado místico nunca desaparecería, aunque su acercamiento a lo religioso era particular. Como en lo sexual, su aproximación tuvo que ver con la experimentación de los límites. Ese juego de polaridades se evidenció en muchas de sus producciones. Algunas de ellas eran basura apenas intervenida. Fragmentos de tela, envases metálicos, madera en estado de putrefacción, que intentaba revertir con su poética en una crítica al consumo. La indagación de las cualidades sensoriales aún en donde no debiera haberlas, la constante iniciativa de transformación, su ilusión alquimista, en definitiva transmutar, fue su búsqueda. Como ella, llena de zonas oscuras y también luminosas.
Los últimos años de su trabajo dan cuenta de una observación de la realidad que continua crítica pero que en esta etapa acrecienta su intencionalidad de trastocar lo material en espiritual. Mientras se asomaba la muerte, se aferró a dejar su testimonio, más intimista, escondido en pequeñas cosas como en sus recordados juguetes, a los cuales connotaba de un tono que los alejaba definitivamente de la intención de juego. Pequeñas cosas para quién también tuvo gestos espectaculares y sobre todo una gran dosis de atrevimiento. Sobre intuiciones, mística, y verdades que no están en la lógica.

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Info: Hasta el 22 de junio, en el Centro Cultural Recoleta, Junín 1930.