Nota publicada online

El MPBAFR inicia su temporada 2025 con la inauguración de importantes tres muestras. En sala 1, propone una nueva lectura de la colección permanente, con un cuerpo de obras que transitan más de 150 años de historia. En sala 2, presenta una muestra de la reconocida artista argentina Karina El Azem, una invitación a recorrer gran parte de su carrera artística.

“Sobre lo sereno. Una mirada a la colección”
Sala I
El primer bloque expositivo desarrolla el programa del museo en sus muestras temporarias. En la sala principal la lectura de obras del acervo desde un concepto, en esta ocasión Sobre lo sereno, que permite reunir pinturas y esculturas nunca expuestas o ausentes de la mirada del público desde hace años, junto a donaciones y adquisiciones recientes.
Una muestra que invita a observar lo sereno en el arte como un pensamiento visual sobre el tiempo, entre el sueño y la vigilia. Reconstrucción sensible de un instante, en cuyo interior se anudan silencio, melancolía, soledad, espiritualidad, reflexión, despertar y muerte.
El museo en reinterpretación de su acervo, da la posibilidad de reimaginar un relato que aborda el desarrollo de un proyecto de estudio patrimonial. Como espacio de conservación e investigación asumimos en más de ciento cincuenta años un discurso gestado en la contienda de un evolucionismo histórico y conceptual, desde interpretaciones que trascienden la tradición del arte y se confunden con la contemporaneidad.
Uno de los tópicos tradicionales de apreciación del arte es reconocer en la imagen la representación de las pasiones humanas, de los estados del hombre y de la naturaleza. La relación sensible entre ambos puede contener desde la quietud metafísica a la turbulenta disolución empática del yo en el cosmos. Esta mirada a la colección del museo indaga en lo sereno.
No se trata sólo de la actitud conservadora del retiro del mundo, antimoderna. Al contrario, se puede pensar lo sereno como un estar en el mundo. Heidegger, en la lectura de la poesía de Hölderlin iniciada en 1934, cuando es afiliado al nazismo, consideraba que lo sereno “le regala a cada cosa el espacio esencial al que cada cosa pertenece de acuerdo con su modo de ser a fin de que pueda estar allí, en el brillo de lo sereno, como una callada luz, satisfecha con su propia esencia.” Esta dicha es la claridad del arraigo en la casa y la patria. Lo sereno es un espacio, pero también el pensar reflexivo, capacidad de evitar la dispersión del hombre en las cosas del mundo, de alcanzar lo elevado, supremo, sagrado. Lo sereno, aquí, es una esencia mesiánica de lo germano. Por ello, ante la poética de serenidad que se despliega en la sala no olvidemos la violencia que podemos no percibir.
En lo formal, lo sereno se asocia a la escultura clásica -desde el ideal andrógino de Winkelmann que “enseñó al mundo a ver con sus ojos” la belleza del sosiego y la calma- y de la pintura renacentista -desde la lectura vasariana de Rafael, con su maestría distante de las pasiones- ¿Acaso perduran estas ideas de modo inconsciente en nuestra mirada? En la necesidad de detenernos, dentro de la vorágine visual, en un instante de armonía, equilibrio y orden, como aspiraron los artistas de entreguerras. Lo sereno es, al fin de cuentas, el preludio o el fin de la acción, pero más un sentimiento individual interior y deseado, por ello el desafío de su imagen externa: el dominio de la línea, la percepción psicológica del color, la pose contenida.
Prefiero observar lo sereno en el arte como un pensamiento visual sobre el tiempo, entre el sueño y la vigilia. Reconstrucción sensible de un instante, en cuyo interior se anudan silencio, melancolía, soledad, espiritualidad, reflexión, despertar y muerte.

“El Azem, breve antología”
Sala 2
El MPBAFR ha establecido una política clara en su programación, que incluyen bienales de dibujo y encuentros de grabado, donde se destaca la exposición de artistas de relevancia en el arte argentino para su conocimiento directo por los sanjuaninos.
Así, para esta apertura del año se optó por la obra de El Azem, relevante además por presencia histórica y cultural de la comunidad siria en la provincia.

Esta selección mínima de obras realizadas por Karina El Azem entre comienzos de los años noventa y el presente no propone una lectura unívoca. Al contrario, supone diversidad de cuestiones formales y discursivas entre la paradoja y la contradicción: ornamento y violencia; naturaleza y artificio; patrones y tradición islámica; cultura popular y modernidad; artesanía y arte digital; autonomía y cita; verdad y apariencia; materialidad y transmutación; geometría fractal y figuración; unidad y repetición; vibración y equilibrio; lo familiar y lo extraño.
Si es posible una lectura diacrónica (la maqueta de la casa barrial de los noventa; las perlas de plástico que forman un arma en el 2001; la naturaleza artificial y el clima cambiante del paisaje urbano de este presente) no anula la sincronía en el espacio: lo ominoso es una energía latente de lo agradable.