Potenciadas en un diálogo silencioso, sus piezas indagan el sempiterno mundo de la luz latente en su opuesto simétrico, la oscuridad.
Desde perspectivas bien diversas, los artistas exploran las propiedades básicas del medio fotográfico, las que determinan, lisa y llanamente, su condición de existencia. Pero su búsqueda no es meramente material o formal; cada autor, a su manera, ha elaborado una micropoética desde la que aborda la experimentación lumínica.
Las fotografías de Arturo Aguiar conforman prácticamente un estilo. Sin embargo, cada nuevo proyecto descubre senderos insospechados, en los que los juegos de oscuridad y luz vuelven a ser un desafío. Bruno Dubner trabaja en los límites de la percepción y en los de la producción de las imágenes, sugiriendo la íntima relación entre una y otra, entre la visión y el hacer. Pablo Ziccarello, por su parte, apela a las exposiciones extendidas para plasmar una temporalidad huidiza, en el marco de una naturaleza supuestamente estable y eterna. Andrea Ostera trabaja en la línea oscilante que separa (si acaso en la fotografía es posible) realidad y representación, registro y simulacro.
Los cuatro utilizan la fotografía para plasmar un mundo, pero que nunca es el que estamos acostumbrados a ver. Literalmente, lo revelan. En definitiva, echan –utilizando una metáfora remanida- un poco de luz en la oscuridad.
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Hasta el 14 de noviembre
Fundación Federico Jorge Klemm, M.T. de Alvear 626