Nota publicada online

miércoles 10 de mayo, 2023
Renata Schussheim en el Borges
Nadar en la luz y en lo oscuro
Villar, Eduardo
por Eduardo Villar
Renata Schussheim en el Borges

En su muestra "Fulguraciones", la artista presenta una deslumbrante intervención del espacio bajo la cúpula vidriada del centro cultural y una serie de antiguas fotos anónimas intervenidas con pintura. 

La bellísima cúpula de vidrio sobre esa especie de patio cubierto llamado -aunque casi nadie lo sepa- Plaza de las Artes en el Centro Cultural Borges corona un espacio espectacular pero difícil y desafiante al que se han atrevido pocos artistas. Uno de ellos fue Julio Le Parc, que en 2010 transformó ese volumen aéreo con “Móvil transpartente”, deslumbrante obra cinética de más de 1.500 placas de acrílico suspendida en el aire, bajo los cristales de la cúpula. Ahora, más de 12 años después, es Renata Schussheim la artista que interviene y toma el espacio aéro con nueve esculturas de nadadoras que lo recorren en espiral, flotando como nubes o como imágenes de un sueño bajo los perfiles triangulares y los vidrios que dejan ver el cielo de Buenos Aires.

Si se las observa bien, las nadadoras mismas, todas vestidas con gorras y trajes de baño blancos, concentradas en lo suyo y con los ojos entornados, protagonistas de una coreografía silenciosa que puede evocar los hollywoodenses ballets de Esther Williams o un ejercicio de nado sincronizado, parecen ajenas a este mundo, sumidas en un profundo sueño acuático. Su flotar en el aire entre luces y esferas blancas es tan poderoso como enigmático.
La luminosa intervención de las nadadoras ingrávidas es el primer capítulo de la muestra "Fulguraciones", que Schussheim presenta desde hace semanas en el Borges. El segundo, mucho más oscuro literal y metafóricamente, se despliega dentro de la Sala de exposiciones temporarias 2, Pabellón II del Borges, donde la artista exhibe veintidós fotografías antiguas y anónimas que tomó de Internet e intervino con pintura. El origen de esas extrañas fotos, que Schussheim enrarece aun más con sus intervenciones, es un curioso hábito que se puso de moda hacia 1920, primero en Alemania y más tarde en el resto de Europa: fotografiarse con hombres disfrazados de oso polar. Por alguna razón difícil de imaginar hoy, en cualquier lado -en la playa, en la calle, en los parques, en el jardín de casa, en un bosque, en paisajes nevados- todos querían su foto sonriendo, tomados de la mano o abrazados con esos osos de fantasía. Los retratados junto al oso son adultos de todas las edades, niños, familias enteras, parejas... Hasta hay un soldado del ejército nazi.

La colección de 22 fotos que Schussheim intervino con toques a veces ligeros, a veces contundentes, tiene un aire un poco surrealista, un poco pesadillesco, inequívocamente siniestro.Uno de los retratos en blanco y negro, que muestra al oso con un nene no mayor de 4 años, sería la imagen misma de la inocencia si no fuera por las manitos del niño, que chorrean sangre roja. Otras intervenciones son mucho más leves, como un punto de pintura blanca en cada ojo de los retratados, que altera sus miradas. Por alguna razón, eso basta para darles el toque siniestro. Lo mismo que la presencia infaltable del hombre disfrazado de oso polar, de aspecto indisimulablemente feroz y amenazante pese a sus gestos sonrientes y amistosos. El clima que transmiten las imágenes se vuelve más denso y pesado por las paredes, el techo y el piso de la sala completamente pintados de negro. El espacio está apenas iluminado.
Hay puentes, hay conexiones entre el sueño blanco de las nadadoras flotantes y la pesadilla oscura de los falsos osos polares. Uno de esos puentes es la imagen que muchos guardamos en la memoria de un oso polar verdadero nadando blanquísimo, con movimientos lentos y elegantes, detrás de un cristal en el zoológico. Otro son algunas pequeñas esculturas de las nadadoras en la sala oscura de las fotos, como tomándose un descanso de ese perpetuo blanco radiante en el que flotan bajo la cúpula vidriada. Nada, tampoco en la realidad, es eternamente oscuro ni eternamente luminoso.

“Fulguraciones” puede visitarse en el Centro Cultural Borges hasta el 2 de julio, de miércoles a domingos de 14 a 20, coin entrada gratuita.

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