Nota publicada online

miércoles 1 de abril, 2020
Reflexiones que inspiran: Matilde Marín
En tiempos de #Coronavirus
Reflexiones que inspiran: Matilde Marín

Siempre atenta, Matilde Marín descubre en la cotidianidad pequeños signos que, sacados de contexto y pasados por el tamiz de su sensibilidad, se convierten en contundentes revelaciones de la condición humana. Reconocida grabadora, en los últimos años, Marín ha optado por la fotografía y el video como medios de exploración de la realidad, aprovechando el carácter testimonial y la fuerza que logra con sus imágenes, con lo que rescata significativas claves para entender nuestro tiempo.

Desde Arte Online compartimos sus reflexiones en estos tiempos de introspección obligada.

"Un momento de inflexión para la humanidad, una posibilidad para la solidaridad pero tambien para el desconcierto. Preguntar cómo estan los amigos se ha convertido en un ejercicio casi diario. Los artistas tenemos ciertas rutinas que muchas veces nos salvan, entrar cada dia a nuestro lugar de creación, la biblioteca que muchos tenemos en el taller y que ayuda a escapar por un momento de la cruda realidad que se asocia a la necesaria información cotidiana. Estrategias diferentes que todos ensayaremos estos meses mientras esperamos que el futuro se reescriba de manera diferente".

Matilde Marín

En estos días, Matilde Marín está trabajando en un proyecto para Francia para cuando el mundo se estabilice nuevamente: Bitacora de un viaje, siguiendo a Jules Verne. Y parte de la serie Pharus. Al iniciar este proyecto, Marín apeló a la etimología de la antigua palabra griega Pharus: “La luz que guía el destino de los hombres”.

Aquí repasamos algunas de las notas que le hicimos de algunas de sus exposiciones:

Humos azules de Matilde Marín.

Una señal de esperanza en Galería Del Infinito

Por Laura Casanovas. Publicado en Noviembre, 2019

El conjunto de obras presentadas en la muestra en Galería Del Infinito, forma parte de una investigación rigurosa de archivo de artículos periodísticos. La artista reexamina catástrofes, ya sea naturales o incurridas por los hombres, y busca revisitar los acontecimientos históricos a partir de su singular re-interpretación visual.

Nubes de humo erguidas, imponentes. Señal inequívoca de un acontecer. Las mezclas visibles de gases ascienden por encima de arquitecturas y paisajes naturales. La serie de obras con el título Cuando divisé el humo azul de Ítaca, de la destacada artista Matilde Marín, nos sitúa en la densidad del tiempo del hombre, en las tragedias ocasionadas por su propia acción, en primer lugar, pero también en aquellas debidas a causas naturales. En 2005, la mirada de la artista empezó a detenerse en las imágenes fotográficas de periódicos locales y del exterior donde aparecía humo. Las recortaba, digitalizaba e iba componiendo un corpus de cierto estado del mundo. Marín es una artista “testigo”, como ella misma se define, con una importante capacidad para vislumbrar elementos y situaciones transversales a un tiempo, las cuales lo definen y sintetizan. Sucedió cuando su mirada y sensibilidad se detuvieron en los faros del mundo en desuso y extinción por haber caducado su función. Sucede con estos humos que devinieron un work in progress materializado en un hermoso libro de artista con textos históricos seleccionados por José Emilio Burucúa y una pieza musical de Marta Lambertini.También formaron parte de un video y del envío de  sus obras a la XIII Bienal de La Habana de 2019.

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Matilde Marín

Artista invitada a la Bienal de la Habana

por Marcela Costa Peuser

La obra de Matilde Marín es completamente atemporal y universal. La naturaleza y el paisaje captan a menudo su atención; otras veces la vida urbana, expresando los quebrantos y las fracturas que las atraviesan. Así surgieron sus series “Bricolage Contemporáneo” -que narran las dificultades del 2001 en nuestro país-, “De Natura”, y “Proyecto Pharus” en el que documenta faros de los lugares más recónditos del planeta.

El humo fue también su foco de atención. Durante varios años la artista se avocó a una operación cotidiana de documentación, cada mañana al mirar los periódicos y leer las noticias del mundo. “Ahí vi como el humo estaba internamente ligado a la guerra, a los desastres  ambientales y pocas veces a momentos gratos. Recorte humos durante varios años (alrededor de 80 humos) y como siempre hago cuando tengo madura la idea comienzo a trabajarla” revela y rememora la artista sobre el inicio de la obra. Así surgió esta serie de los humos recopilados en el libro “El humo azul de Itaca”, presentado en el Centro de Experimentación del Teatro Colón. En el formato libro de esta obra, el historiador del arte José Emilio Burucúa, apunta: “Matilde Marín captó la presencia constante del humo en las imágenes y en la vida de la humanidad durante la última década: quemazones naturales provocadas por los cambios globales del clima, incendios intencionales, bombardeos, erupciones de volcanes en Islandia y en la Patagonia, hechos todos que han brindado la ocasión para preguntarnos si acaso el paso de los seres humanos por la tierra no se está convirtiendo de modo irreversible en humo".

Sobre este proyecto, la crítica de arte Elena Oliveras señaló, “A partir de una idea inicial de Matilde Marín, quién captó la presencia constante del humo en las imágenes publicadas en la prensa grafica; nació este proyecto que habla del humo en la vida de la humanidad. El título destila poesía. Es la poesía del azul –asociado a cielo y a mar- que da vida  a la tristeza del gris asociado al luto o a la muerte. Los autores aclaran que varias traducciones al español de la Odisea agregan el adjetivo azul al humo de Itaca que Ulises anhelaba volver a ver antes de entrar en su ciudad, antes de abrazar a su familia. Pero en realidad el adjetivo no existe en el original griego. Si bien observan los autores que 'es un abuso romántico de los traductores', se toman la libertad de incorporarlo por considerarlo simplemente, una invención dichosa."

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Matilde Marín en Fundación Osde

Desglosar el tiempo, reinventar el viaje

por Adriana Almada *

Una muestra antológica se organiza sobre la invisible malla de la memoria. (Al mínimo roce la red entera tiembla). Una muestra antológica es la escenificación de un largo viaje: los episodios selectos de una travesía. Es un rodeo exquisito, demorado en estancias y derivas del trayecto. Es el trazado personal de un horizonte: una escritura.

En la historia de la humanidad hay muchos elementos que remiten al viaje, pero solo unos pocos han concentrado tanta potencia de significación como el faro. Erguido en el límite de mar y tierra, el faro es un cuerpo fálico. Su luz intermitente y poderosa -hasta el siglo XVIII alimentada por hogueras- ha sido la señal inequívoca que marcaba el fin del camino, aliviaba los pesares del naufragio o atizaba el deseo de nuevas aventuras. Su figura devino símbolo de ilustración, ideal, conocimiento. Sin embargo, hoy los faros parpadean, moribundos, frente al avance del GPS y demás dispositivos de localización. Es el fin de una era y Matilde Marín ha querido registrar este pasaje. Así nació Proyecto Pharus (2005-2011). Como suele ocurrir, no fue en principio una acción deliberada. Durante sus viajes Matilde Marín fue detectando faros hasta completar una colección que se tradujo en una serie fotográfica en blanco y negro, ocasionalmente intervenida con color por medios digitales. Son doce faros, algunos de ellos míticos y otros emblemáticos, ya sea por su historia o sus características arquitectónicas. Entre ellos, el de Alejandría y el de la Isla de Hércules, en La Coruña.

El manto de Próspero (1996-2013) también alude a un viaje, pero aquí se trata de un viaje signado por contratiempos y condenado al naufragio: es el viaje del exilio, del cual el protagonista principal -en La tempestad, de Shakespeare- emerge dispuesto no sólo a sobrevivir sino a torcer en su favor las fuerzas del destino. Para ello, se vale de un dispositivo mágico: un manto que le confiere invisibilidad y, con ella, poderes especiales que cultiva hasta dominarlos con maestría. Escapar a la vista de los demás y al mismo tiempo verlo todo es atributo de los dioses. Cumplido su plan -restituido el orden perdido y asegurada la felicidad de su hija-, Próspero abandona su manto. Éste, privado ya de sus facultades, es simbólicamente recuperado por Matilde Marín: en sus manos se revela potente y delicado, rojo de pasión en su cuerpo ligero -hecho de escamas de tiempo que reaccionan al mínimo estímulo-, capaz de conjurar calamidades cósmicas y pasiones individuales, no ya por arte de magia sino en virtud de su extrema belleza. Podríamos decir que Itinerarios es también un manto, pero hecho de sombras que perforan la imagen, así como el de Próspero exhibe perforaciones en su frágil materia.

El Manto de Próspero, Instalación

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