Nota publicada online

miércoles 18 de agosto, 2021
Paula Toto Blake
El Palacio de la Ruinas Utópicas
por María Carolina Baulo
Paula Toto Blake

Cruces en el Río de La Plata, exposición que se presenta hoy en FOLA, se inicia en la investigación sobre una personalidad de la modernidad rioplatense, el uruguayo Francisco Piria, nacido en 1847. Toto Blake tiene interés en la trama cultural que se teje entre Argentina y Uruguay, a ambos lados de la costa rioplatense y las edificaciones fundacionales en La Plata y Montevideo como localidades paralelas, hermanadas en una idea de progreso regional, casi un proyecto utópico en los albores del Siglo XX.

Como muchas de las cosas maravillosas que suceden, todo comienza con un sueño, con algún “delirio utópico” que alguien se anima a imaginar hecho realidad y pone manos a la obra. A veces se logran esas conquistas y otras quedan en el camino, pero cuando el intento es fruto de una convicción apasionada, sus huellas dejan eco de la lucha porser. Es así como un empresario socialista uruguayo, alquimista y masón, Francisco Piria, compra en 1925 el Palacio Piria de Punta Lara en La Plata, donde quiso construir una ciudad balnearia, uniendo no solo física sino culturalmente, las costas de Buenos Aires con Montevideo. Pero ese sueño no llega a completarse, sin embargo su espíritu llega a las mentes creativas que, entre historias personales, material de archivo y reflexiones nostálgicas, producen obras que ponen en diálogo en el tiempo los intentos utópicos que se resisten a ser abandonados.

 

En este escenario aparece Paula Toto Blake presentando en FOLA la muestra Cruces sobre el Río de La Plata donde cristaliza un concepto, búsqueda y pulsión que atraviesa toda su obra, relacionada con los espacios domésticos y la casa en sí misma como símbolo que puede representar cobijo, refugio, protección así como guardar en sus entrañas relaciones siniestras, peligros y tragedias silenciadas; allí se debate su obra, poniendo al espacio hogareño en cuestión, haciéndolo portador de reflexiones que van desde lo autobiográfico hasta lo político. En esta oportunidad, la artista vuelve a La Plata, su ciudad natal, ejerciendo esa mirada nostálgica sobre el entorno: allá por 2019 regresa en un viaje de familia donde se propone reencontrarse con ese Palacio que a sus 8 años, ya había dibujado como un presagio de aquello que varias décadas después sería documentado con fotografías y apoyado por material de archivo para su investigación. Se encuentra allí con un lugar devastado, los vestigios de lo que una vez fue unaprima donna,es ahora apenas un resplandor. Con la idea inicial ir en Marzo del 2020 a estudiar estos edificios donde Piria imaginó plantear un Cruce semántico que involucra los territorios uruguayos y argentinos, la artista se ve obligada -como toda la humanidad- a reelaborar su estrategia en tiempos de confinamiento y soledades en el interior de esas casas que, una vez más, se transforman en protagonistas de sus reflexiones. Y con esas fotos de 2019 en mano y la imposibilidad de traslado, de trabajar in situ, con la pulsión de tocar, de sentir la materialidad, la artista se propone cruzar - una vez más la palabra clave - esas imágenes con su necesidad física, visceral de “desgarrar, confrontar e interpelar a la fotografía con elementos corpóreos de construcción y restos de arquitectura que guardan memorias”, según sus propias palabras. 

Cruces en el Río de la Plata está compuesta de fotografías tomas directa de la artista, foto collages, instalaciones, dípticos compuestos por imágenes y objetos, material de archivo y algo que resulta sumamente interesante: la recreación del espacio real en paleta y materialidad a partir del color de las paredes donde se montan las fotografías - por ejemplo aludiendo al rosa de las paredes del palacio- y a la propia masa muraria desmembrada como resto arqueológico, reconstruido cuasi escenográficamente por la artista. La curadora de la muestra, Carina Cagnolo destaca en el texto el uso que hace Toto Blake del fragmento y el montaje fotográfico como operaciones simbólicas. Y esta observación me parece muy acertada porque es justamente en esa forma de potenciarse que tienen los vestigios, los “trozos” de historia material, las fotos de las ruinas, la información segmentada en los archivos, lo que hace que la obra se sostenga en su comunión de voces, como una bandera de los recuerdos, la memoria y las utopías que se niegan a sofocarse y dejan brasas encendidas que esperan los vientos que las revivan.

En ese Río que separa costas que no pudieron ser unidas por los proyectos de Piria, se extiende un espacio que me gustaría pensarlo no como una distancia física que separa sino como un símbolo de lo que alguna vez alguien soñó juntar y cómo artistas como Paula Toto Blake, se resisten a que la imposibilidad imperante del entorno frustre esa unión que ella intenta restablecer - o mejor dicho realizar - a modo de homenaje, en cada una de sus obras. Donde si bien las imágenes nos devuelven reflejos de espacios en ruinas, también nos dicen que nada muere mientras sea recordado. Entonces en esa sintonía, me gusta pensar su trabajo como un puente entre esas costas, un puente entre siglos, un puente entre culturas, un puente entre artistas y entre recuerdos vigentes pero ante todo, un puente entre sueños que no mueren mientras alguien se anime a soñarlos.

Aquí la entrevista en la muestra

 

Notas más leídas