Nota publicada online

lunes 29 de julio, 2013
Inés Fontenla
Oltre le mappe
Inés Fontenla

Oltre le mappe. Inés Fontenla, Postmedia books.

Presentación del libro: 1 de agosto 19 hs. Con la presencia de Laura Buccellato, ana María Battistozzi y Patricia Rizzo

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Fragmento del texto inicial del libro: "Geografías del alma" de Angela Madesani (en conversación con I. Fontenla)

El trabajo de Inés Fontenla se presenta con claras señales autobiográficas. Tenemos que tener en cuenta su condición de “inmigrante” de América Latina a donde su familia llegó en un lejano pasado desde Europa, y es en Europa donde ella de adulta ha vuelto a vivir. Su relación con la tierra de origen es todavía profunda, pasa mucho de su tiempo de vida y de trabajo en Buenos Aires.

Fontenla se interroga  sobre el sentido de las cosas que la rodean, los macrofenómenos, pero también las microrealidades de la vida cotidiana. 
En sus trabajos se advierte una continua dicotomía en la cual las dudas son más que las certezas.

¿Cómo nacen tus obras?

–A través de mi trabajo trato de interpretar la realidad, en todos sus aspectos.  Es en este proceso de compresión donde nace la imagen. En muchos casos surgen de la lectura de un artículo que me sorprende. Otras veces basta solo una frase significativa que me provoca una especie de inquietud reflexiva, que me sirve como estímulo para investigar tratando de dar un sentido a las imágenes. Esta investigación no es solo en el campo artístico, la mayor parte de las veces es un camino hacia el conocimiento  en distintos ámbitos.

Empecemos a entrar en lo específico de tu trabajo, hablemos de la utopía, un concepto siempre presente a través del  tiempo. Hablemos de “Alla fine delle Utopie” la gran instalación que realizaste en el Museo Laboratorio de la Universidad La Sapienza de Roma, la ciudad donde vives cuando estás en Italia.

–En esa instalación que realicé en el 2002 quería representar el concepto de Utopía a través del tiempo. A partir de las obras Sforzinda de Filarete, Utopía de Tomás Moro, La ciudad del sol de Tommaso Campanella, Falansterio de Charles Fourier, Icaria de Etienne Cabet, cada una de ellas en forma de gestación, proponiendo la interrogación: ¿en construcción o en deconstrucción? La pregunta quedará abierta. El trabajo va acompañado de un video en el cual se ven un par de manos que mueven trozos de arquitectura. Con la intención  de provocar una lectura ambigua y dinámica.

–La reflexión sobre la naturaleza y los problemas del medio ambiente son otro importante momento de tu investigación artística. ¿Hablamos de “Il cielo alla fine del mondo”?

–Este es un trabajo sobre el tema del agujero de ozono. Sobre un tranquilo paisaje con pequeñas casas de colores, coloque una serie de cuchillos que bajan desde arriba, que indican el riesgo que viene desde el cielo. La instalación se acompaña de una serie de fotografías de personas que viven en Tierra del Fuego, a las cuales había preguntado sobre cómo perciben ellas  el riesgo de vivir en la zona del mundo donde se abre el agujero de ozono. Anteriormente había interrogado también a algunos científicos que estudian este problema tratando de entender este fenómeno.

–Me gustaría cerrar esta conversación hablando de una obra que presentaste en Roma en el 2011, en la iglesia desconsagrada de San Filippino, después en el 2012 en Buenos Aires y por último en la exposición colectiva “Nostalgia del presente” en Piacenza siempre en el 2012: “Requiem Terrae”. Una especie de representación de cómo estamos destruyendo la tierra.

–Sí, en este trabajo trato de representar a la tierra como si estuviera “rota”. Me gusta tratarla como algo vivo y sagrado al mismo tiempo. En la iglesia  romana cubrí todo el piso con una capa espesa de tierra en la cual se podía caminar y sentir el olor intenso de la misma. Quería trasmitir la idea de la fragilidad de la tierra. Nuestra sociedad la usa pensando solo en enriquecerse con ella, sin respetarla.

Maria Nadotti en el prefacio de “I fuochi dell’autuno” de Irene Némirosky escribe: “Como sucede a casi todas las grandes artistas-escritoras, pintoras, escultoras, músicas, actrices de teatro y de cine, también para Némirosky la biografía es un punto de comprensión para la obra. No solo porque cuando la artista es mujer los críticos tienden a  reducirla a la dimensión existencial, a atravesar la obra observándola por la mirilla de la puerta de la vivencia personal. Sino, más bien, porque las mejores artistas de sexo femenino no han nunca separado la obra de la vida, se han expresado a través del formidable acto de dar forma. Basta pensar en algunos nombres célebres: Artemisa Gentileschi, Virginia Woolf, Frida Kahlo, Louis Bourgeois. Sería todavía ingenuo confundir la obra con la vida. Significaría dejar de lado y no valorar la potencia y la unidad del gesto artístico, leerlo solo como simple traducción. Némirosky, que no escribió nunca sobre sí misma en modo directo, se mostró a sí misma en forma provocativa, a través de una serie de dobles y de máscaras, femeninas y masculinas. Su genio consiste en su capacidad de no hacerse devorar por la realidad, de gobernarla a través de direcciones narrativas impecables, explosivas, como pequeñas bombas envueltas en cintas de seda”. Me complace  encontrar en este texto un referencia  al trabajo de Inés Fontenla en el cual los lugares, las arquitecturas, la geopolítica pasan de una dimensión física a una dimensión existencial, haciéndose de todos modos geografías del alma.
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