Nota publicada online

jueves 4 de agosto, 2022
Fernando Poggio en el Marq
El Diseñador Espacial
por María Carolina Baulo
Fernando Poggio en el Marq

Esta exposición antológica reúne más de cuarenta pinturas y objetos de diseño más un site specific realizado en acero con el que se introduce en las últimas tendencias del neocinetismo.

Allá por 2020 escribí: “Diseñador y artista plástico, Fernando Poggio crea objetos de diseño y pinta obras apasionadas de pura materia, explosivas visualmente que impactan en la percepción del espectador por su tamaño y por la estridencia de los pigmentos, apelando casi exclusivamente a un lenguaje abstracto como estética creativa desde donde experimentar, desafiar sus propios límites y espacios comunes, repensar una realidad muchas veces agobiante y reinterpretarse, reconvertirse y reconocerse en cada impulso recibido sobre el soporte como el impacto de una a expresividad urgente. Sus obras son producto de técnicas mixtas trabajadas muchas veces con pigmentos elaborados por el propio artista, otras intervenidas con grabados con ácidos para dar acabados precisos o con fotografías, pero en líneas generales son la tela y el aluminio quienes sostienen imágenes vibrantes donde la simultaneidad, la repetición, la circularidad de la recurrencia implícita en el movimiento visual que proponen, acerca los trabajos de Fernando a cierto expresionismo abstracto en su gestualidad y en cierto efecto de “layers” donde los campos de color laten. Pero también hay un grado de introspección intenso que se revela en sentido lúdico; quizás se esconda allí un eco surrealista, acompañando una búsqueda conceptual vigente en toda la obra”.

 

Hoy, frente a la inmensa propuesta curatorial que se despliega en el Museo de Arquitectura y Diseño pensada por Sergio Bazán y acompañada desde el diseño por Franco Chimento en representación de la Fundación Ida, siento que aquello que escribí no solamente sigue vigente sino que se expande de manera exponencial. Estructurada en cuatro espacios con cuatro ejes específicos conceptualizados por Eugenia Garay Basualdo -a quien agradezco por citarme en su texto curatorial-,Topografía Infinita se convierte en una oda al arte, a mi modesto entender, más representativo de lo que el siglo XXI demanda a gritos: lo multidisciplinario que se desarrolla en un espacio que no se agote en invitar al espectador a observar sino a participar y hasta a usar las obras. Porque hasta no hace mucho tiempo, una obra no podía pensarse como plausible de ser tocada y el campo del diseño corría en paralelo al de las artes plásticas y visuales; hoy habitan un mundo más ecuménico, si se me permite un guiño, “gracias a Dios”.

La muestra reúne más de cuarenta trabajos pictóricos y  objetos de diseño, combinados con una instalación donde se luce todo el espectro creativo de Fernando Poggio, creando un espacio lúdico desde lo visual pero materialmente contundente. Creo que la potencia de la muestra hace pie en la interacción de los cuatro espacios que se separan únicamente para organizar un recorrido que sintetiza técnicas, soportes y búsquedas conceptuales y estéticas con la pulsión de la pasión que surge como motor primario de cada serie. Los textos de Garay Basualdo se encargan de registrar en palabras dichas síntesis, con lo cual invito al lector-espectador a profundizar en ellos; yo humildemente me animo aquí a destacar los ejes dominantes para “ilustrar” mis apreciaciones. Recorriendo la muestra a vuelo de pájaro, tenemos en la planta baja y en el primer piso un corpus de pinturas que se agrupan como lo Frenético: allí la rigurosidad y serialidad del patrón recurrente, se empatan con una emoción obsesiva por la repetición que se ve reflejada en las obras. El segundo piso lo gobiernan las chapas en un entorno denominado Caótico: pinturas y esmaltes sobre chapas de aluminio, interactuando gracias a complejos procedimientos químicos que dan por resultado una suerte de universo entrópico donde reina el caos. Con preponderancia del lenguaje abstracto –como en casi toda la obra de Poggio-, en series de este tipo es donde el artista coquetea con la figuración aun cuando aparece camuflada en capas superpuestas que generan un ritmo vibrante en la mirada, casi vertiginoso, desafiando la capacidad de hacer foco para construir las imágenes intuidas.

En el tercer piso es donde se luce el diseñador industrial que habita en Poggio porque Universo Fluido es justamente la encarnación de ese lugar donde arte y diseño se sintetizan: no solamente se pueden apreciar trabajados hechos por destacados comitentes internacionales –premios y copas del mundo, entre tantos- sino que aparecen los muebles, lámparas y los objetos de diseño: verdaderas delicias para ver, tocar y usar. Y como dato no menor, el detalle de ser muchos de estos diseños, acompañados por sus “bocetos” que bien podrían tener carácter de obrasper se. Pero es quizás el sitio específico Revolución -donde más de 300 módulos de acero inoxidable pulido espejo, todos exactos, salen al espacio como una enorme masa tridimensional suspendida en una parte de la sala que curiosamente, no es la central- la obra que le permite al observador moverse y apreciar cómo se genera un juego de luces y sombras, un trabajo óptico que una vez más desafía su mirada aguda y certera y cautiva por el refinamiento de su estructura física y por la belleza de su presencia estética. Un nuevo trompe l´oeil que lo seduce y lleva a una suerte de estado hipnótico en parte inducido y en parte voluntario por parte de quien elige quedarse mirando cómo esa pluma espejada, baila en la sala y lo enamora.

Voy a cerrar este texto tomando las palabras del curador de la muestra porque no puedo pedirle a Fernando que hable más de lo que ya dice haciendo su obra. Sergio Bazán sin embargo, me acerca un relato poético, me describe un estado de situación concreto desde lo visual, metafórico desde lo conceptual, elegante desde lo verbal pero ante todo, constructor de una mirada sobre el arte con la cual comulga y transmite a cada una de sus obras como el artista que es, pero también  como intérprete curatorial, potenciando lo mejor de las obras de otros artistas: "La idea de la escultura, chapas, cómo se mueven esas chapas de aluminio en sintonía con el edificio. Luego las pinturas y Fernando como diseñador industrial: un despliegue espacial, pictórico, diseño. Finalmente un artistaesun diseñador espacial y él es, además, un diseñador industrial, social.Pensé en algo que gire, en algo que quede estable en la pintura, que se mueva la arquitectura dentro de la chapa y que en el tanque de agua -la última parte- aparezca una idea de lo que el artista diseña para aquí  y para el mundo".

Diseñar los objetos que nos rodean en el mundo que habitamos es también ser intérprete de una manera de percibir la realidad y construirla, edificarla primero en las ideas y luego en el espacio. Parafraseando a Sergio, Fernando Poggio es “El Diseñador Espacial” y nosotros habitamos su espacio repleto de creaciones que engalanan nuestras vidas.

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