Nota publicada online

jueves 11 de septiembre, 2025
Adrián Sosa: Deshacer el mundo en Pabellón 4
Una contribución a la crítica del trabajo
por Alejandro Zuy
Vista de sala
Vista de sala

Pabellón 4 presenta la primera muestra individual en la Ciudad de Buenos Aires del artista Adrián Sosa, ganador del Premio Braque 2023. En su sala se exhiben tres video performances y un políptico; obras que, desde una perspectiva conceptual, ponen el foco en el mundo del trabajo y sus implicancias sobre la historia de un territorio y los cuerpos afectados. La muestra cuenta con la curaduría de Eugenia Garay Basualdo.

Adrián Sosa nació en 1994 en Monteros, ciudad ubicada en el sudeste de la provincia de Tucumán. Egresó de la prestigiosa Universidad Nacional de Tucumán con el título de Licenciado en Artes Plásticas y desde el año 2017 su carrera se ha ido consolidando de manera continua y firme participando de muestras colectivas e individuales. En el año 2023 fue ganador del Premio Braque; histórico galardón que había sido discontinuado a fines de la década del 90 y que fuera restituido posteriormente gracias a la colaboración de la Embajada de Francia con la UNTREF. Ahora, se presenta con su primera exposición individual en Buenos Aires y por segunda vez en la feria ARTEBA.
Apenas se ingresa al espacio de Pabellón 4 una imagen de alto impacto estremece al espectador. Se trata de una decena de machetes clavados sobre un panel en el cual también se descargan sus dramáticas sombras de tinte expresionista. Esta serie, que da título a la exposición, es la más reciente de las producciones del joven artista tucumano. Se trata de machetes que habían pertenecido a sus antepasados y que parecían tener al olvido como destino. Al apreciarlos de cerca, se puede observar en sus mangos, en las superficies de sus hojas y en especial en sus filos, las marcas del desgaste producido por el exigente trabajo en la zafra de la caña de azúcar y por el indeclinable paso del tiempo. La industria del azúcar ha tenido un lugar central en la economía de la provincia. Iniciada por los jesuitas en el siglo XVIII, alcanzó su esplendor un siglo después gracias a la modernización y al transporte ferroviario hacia todo el país, entrando en crisis hacia fines de los 60, durante la dictadura del General Juan Carlos Onganía; situación cuyas consecuencias sociales se pusieron de manifiesto a través de una de las acciones de arte político más importantes en Argentina como fue Tucumán Arde.

Frágiles y al mismo tiempo intimidantes, al presente, estas herramientas se encuentran intervenidas y resignificadas con grabados que remiten a figuras relacionadas con la violencia y con la naturaleza. Centradas en sus hojas, las delicadas líneas impresas se confunden con las texturas corroídas del metal creando estampas de particular belleza y cobrando una vitalidad, que en el origen de estas piezas, con seguridad nunca fue imaginada.
Fuerza bruta es una breve pero intensa video performance realizada en el año 2020 en campo abierto. En ella, es posible observar al artista arando la tierra con una mula bajo los intensos rayos del sol. Ataviado como un trabajador rural más, se puede observar el avance de Sosa conduciendo el instrumento agrícola y rasgando la superficie de un terreno que se nos muestra despejado. La edición de las imágenes permite ir viendo algunos de esos surcos en vistas cenitales realizadas con un dron, alternadas con otras que acompañan de cerca los movimientos del animal y del artista sugiriendo un perspicaz deslizamiento de significados. El resultado del esfuerzo, se manifiesta al final al verse la silueta de la mula trazada sobre el campo. No obstante, lo que se trasluce luego de esa primera impresión, es la densidad de los factores ancestrales, materiales y políticos que anudan lo biográfico con lo social, específicos de una región. Rajar la tierra es, de alguna manera, hacer aflorar y poner en evidencia estratos de historia, practicar una inusual arqueología que acerque al presente las imágenes y las vidas que es preciso recordar.
La siguiente video performance se sale del eje de visión previsto. Una pantalla se encuentra a ras del suelo de la galería y es necesario acercarse hasta su borde e inclinar la cabeza para poder examinar, no sólo los sucesos que allí se precipitan sino también a quienes los observaron en vivo en la vereda de la galería El pasaje. Se trata de Tierra baldía (2017), y si bien no parece haber en ella una alusión al poema de T. S. Eliot, el título funge como disparador de una cadena de asociaciones que retroalimentan las acciones llevadas a cabo por Adrian Sosa con la colaboración de Walter Tolaba. La performance ocurrió de noche dentro del espacio de la galería. En ella, el dúo había dispuesto diferentes herramientas de trabajo: martillos, picos, palas, cemento y cuencos de barro, entre otras. Después de unos minutos de silencio, un hachazo de Tolaba pasó a destruir una bolsa de cemento esparciendo polvo por todo a su alrededor. A partir de ese gesto categórico, la tranquilidad dio lugar a un torbellino de actos enérgicos que conformaron un escenario caótico que finalizó una vez que ambos alcanzaron el punto de extenuación. La nube de cemento traspasó de inmediato el espacio e hizo que los espectadores tuvieran que retirarse o recurrir a barbijos para permanecer.
Casi como un eco tardío de las experiencias que vincularon vanguardia artística y vanguardia política en los 60, esta propuesta provocó en el público una forma de participación (que puede incluir el rechazo) y toma de conciencia, al trasladarles la violencia de la precarización y explotación laboral, -en la actualidad, dentro de un contexto de gentrificación y extractivismo urbano vinculado a la especulación financiera en las principales ciudades del país-, a través de los cuerpos puestos en riesgo de los artistas.
Lo entrevisto, la ambigüedad sugerida por las atmósferas neblinosas, también son elementos constitutivos de la última video performance expuesta. Esta concordancia se verifica en Cuando lo profundo está cerca, ganadora del Premio Braque 2023 realizada en Famaillá y Santa Lucía, Tucumán. Las acciones transcurrieron en dos rutas. Sobre ellas, Sosa esparció el contenido de bolsas de harina y de cemento. A continuación, los autos pasaron veloces levantando polvaredas que al desparramarse dificultaron la visibilidad y la respiración. Si la harina se encuentra vinculada al pan, a la energía que es necesaria para conseguir el sustento diario, tema tan recurrente en el refranero popular, el cemento se liga, como en el caso anterior, a los trabajos más duros reservados a las clases sociales más postergadas y a cierta noción del progreso que, en este caso, focalizado en la traza que favorece el transporte de personas y mercancías, también enmascara las carencias que se localizan en las poblaciones que se encuentran adyacentes. Allí donde se privilegia la velocidad de la circulación, como si fuera un ramal más de la circulación del capital que hay promover, las necesidades de lo que permanece a sus costados, parecen secundarias, interrumpidas.

Si se tiene en cuenta el origen mítico del trabajo ("ganarás el pan con el sudor tu frente") o la etimología del término (Tripalium, palabra latina que remite a un instrumento de tortura de tres palos) cabe dar lugar a reflexiones acerca de la relación de éste con toda forma de punición o con la persistencia casi inalterada de relaciones económicas pretéritas: a quienes se les reserva o cómo se la ha trocado en valor material o moral por ejemplo. En este sentido, acerca del análisis de este cúmulo de conflictividades, el arte tiene una cuenta pendiente, Adrián Sosa al recurrir a operaciones en apariencia simples pero cargadas de simbolismo y poder crítico, constituye una excepción que no debe permanecer indiferente a la vera del itinerario actual.

Hasta el 26 de septiembre
Pabellón 4, Juan Ramírez de Velasco 556, CABA
Horarios de visita: martes a viernes 15 a 19 hs
Entrada libre y gratuita.
 

Notas más leídas