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domingo 20 de noviembre, 2011
Dioses, ritos y oficios del México prehispánico en PROA
por Graciela Lehmann
Dioses, ritos y oficios del México prehispánico en PROA

“Somos un pueblo ritual. Y esta tendencia beneficia a nuestra imaginación tanto como a nuestra sensibilidad, siempre afinadas y despiertas” (Octavio Paz)

Sumido en taciturna contemplación, un personaje con anteojeras descansa sentado con sus brazos apoyados sobre las rodillas en una postura relajada. A primera vista, parece un joven de nuestros tiempos. Sin embargo, su aparente meditación lleva siglos. Y es que a pesar del aspecto contemporáneo y casi universal, esta figura sedente de barro y arcilla fue tallada en alguna fecha comprendida entre los años 600 y 900 d.C, en El Zapotal, estado de Veracruz.

Y no es un hombre común y corriente. Es Tlaloc, deidad del agua en las antiguas culturas mesoamericanas, reconocible por uno de sus atributos más característicos: las anteojeras. Ésta es una de las más de 150 piezas arqueológicas provenientes de 13 museos, dos Casas de la Cultura, una Zona Arqueológica y un Instituto de Antropología, de la región de Veracruz, que hasta el 8 de enero se exhiben en la Fundación Proa bajo el tít­­­ulo de Dioses, ritos y oficios del México prehispánico, organizada por la Embajada de México en la Argentina y con el auspicio de Tenaris/Org. Techint.

Como en el caso de Tlaloc, la muestra presenta una amplia gama de deidades mesoamericanas como Xipetotec, dios de la fertilidad; los dioses narigudos, Tlazolteotl y Cihuateteotl; entre muchos otros, e invita a descubrir los ritos que se practicaban en torno a ellos. Simultáneamente, propone conocer los oficios de los habitantes de la zona -alfareros, lapidarios, trabajadores de la pintura mural, y muchos otros- que, además de rendir culto a sus divinidades diariamente, lograron materializarlas y preservarlas en notables piezas que llegan a nuestros días como testimonios latentes de sus habilidades.

En muchos casos, se trata de obras inéditas nunca exhibidas desde su descubrimiento y que provienen de las culturas que se desarrollaron en la zona de Veracruz. Desde imponentes esculturas, co­mo la de un monumental cráneo en piedra volcánica que representa al dios de la muerte, Mic­tlantecutli, y otras enormes piezas como co­lumnas, frisos y piedras, pasando por vasijas, ofrendas, objetos de uso cotidiano y hasta pe­que­ños instrumentos musicales o exquisitos anillos, pectorales y brazaletes, integran el corpus de obras domésticas y religiosas exhibidas en Proa.

“Viajar por el tiempo y poder reconstruir a través de sus expresiones artísticas el imaginario de los grupos culturales asentados en las costas del golfo”, es el objetivo de esta exposición, según señala el curador, David Morales Gómez. Y asegura: Dioses, ritos y oficios del México prehispánico es una excelsa selección de piezas arqueológicas que muestras la enorme variedad de ideas, la estructura social y el amplio bagaje cultural”.

Lo sagrado y lo profano
En la primera de las cuatro salas en las que se despliegan el heterogéneo conjunto de piezas que integran la muestra, y que van desde el 700 a.C hasta poco antes de la llegada de los españoles, una monumental escultura femenina recibe a los visitantes. Es una mujer mayor representada en forma llamativamente naturalista: su piel presenta pliegues propios de la edad –realismo que se ve en otras piezas de la muestra, que recrean por ejemplo, retratos que nos permiten conocer los rostros de habitantes de aquella época. En la cintura lleva una serpiente bicéfala y en la cabeza un tocado de murciélago. Se trata de una “Cihuateteo”, diosa en la que se convertían las mujeres embarazadas que fallecían durante el parto y que luego acompañaban al sol -deidad que, según la creencia, moría diariamente, al ponerse, y volvía a renacer al día siguiente.

Pero como ocurre con la mayoría de las piezas exhibidas, esta escultura plantea dos aspectos que se corresponden con la propuesta temática que organiza la muestra. Por un lado, condensa un valor ritual y sintetiza un culto que mucho revela del mapa de creencias de los antiguos pueblos mesoamericanos en la zona de Veracruz. Y por otra parte, da cuenta de la ejecución de un oficio: el trabajo del alfarero que trató la arcilla con magistral destreza. Y así como “el alfarero hace a sus dioses”, esto mismo ocurre con otros oficios presentes en la muestra.

Toda la exposición está atravesada por esa dualidad: el mundo de los dioses y el de los hombres, engarzado en múltiples ritos, sacrificios, ceremonias, y ligados a la vida cotidiana, idea que se sintetiza en los juegos de pelota y toda la parafernalia que los rodea. La pelota era el sol, y los jugadores participaban del movimiento de la deidad solar. En sus dos modalidades, el juego podía practicarse con la cadera y el antebrazo, o con una especie de manopla (detalles que pueden verse en diversas piezas de la muestra). El premio para el ganador siempre era el mismo: la muerte, honor que permitía a los jugadores convertirse en dioses.

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Info
Hasta el 8 de enero
Fundación PROA,
Av. Pedro de Mendoza 1929, La Boca