News Argentina

lunes 12 de abril, 2010
Daniel Santoro
Relato y leyenda
por Victoria Verlichak
Daniel Santoro

Aún cuando exhibe colectivamente desde 1978, Daniel Santoro (Buenos Aires, 1954) comienza a trabajar a partir de 1998 en su obra más conocida, la vinculada con el peronismo, que expone en MUNTREF. “Realidad, sueño y elegía” recrea con suma originalidad la liturgia de la primera década peronista, presentando a sus héroes (Perón su caballo pinto, Eva con su clásico rodete, con la aureola de una santa) y detractores, a símbolos y arquitecturas de la época, condimentados con otros personajes célebres, con ideogramas chinos, el libro “La razón de mi vida”, el equitativo guardapolvo blanco, con las menciones a la “tercera posición” (ni derecha ni izquierda). Imágenes de una presencia y de una ausencia, las obras plasman recuerdos de un tiempo legendario tratado con afecto y dolor, no exento de humor e ironía.

Las 49 obras de la antológica, con curaduría de Raúl Santana, están cruzadas por la ficción y la nostalgia, por las simpatías políticas del artista tanto como por las citas a una serie de obras de la historia del arte local, universal, como Aizenberg, Berni, Della Valle, Fontana, Böcklin, Ernst, Magritte.

Las pinturas, tintas, dibujos, libros de artista y objetos de esta exhibición -junto a la película “Pulqui, un instante en la patria de la felicidad” de Alejandro Fernández Moujan, que registra las vicisitudes de la reconstrucción y vuelo a manos de Santoro del prototipo del avión Pulqui, utopía tecnológica del peronismo- no se detienen en los años de persecución del peronismo (tras el derrocamiento de Perón) ni en el movimiento que Santoro conoció de primera mano en los años ’70.

Al explorar con imaginación la historia y otorgar visibilidad a la iconografía del peronismo de los años 1945-1955, el artista ocupa un lugar que se encontraba vacante. Porque aunque existen múltiples registros de Eva y el General ejerciendo sus funciones -situándolos en actos públicos dirigiéndose a las multitudes, en contacto con el pueblo, de viaje, y en tantísimas oportunidades más-, las artes visuales no indagaron en esa realidad. En los años ’40 el centro del escenario estaba ocupado por la propuesta de artistas -muchos, del Partido Comunista- constructivos, agrupados en la Asociación arte concreto-invención y en el Grupo Madí, y por los pintores neorrealistas como Berni, el creador de Ramona y Juanito. Asimismo, es posible pensar que, dada la estructura vertical del peronismo, no habría sido nada fácil representar a los máximos iconos del movimiento de manera libre y desenfadada como lo hace Santoro, y con tanto éxito. Es preciso recordar el destino de “Eva Perón, Arquetipo Símbolo” (1952) de Sesostris Vitullo (1899-1953), escultura que estuvo escondida en París por años a manos de funcionarios argentinos timoratos disgustados porque la imagen -con dos perfiles, una con rasgos indígenas y la otra con la cara de Eva- no respondía a cánones tradicionales. Fundación Proa la exhibió en 1997.

En sus potentes pinturas, por ejemplo, el artista retoma la idea de Ramona Montiel y la imagina como una niña escolarizada -gracias al peronismo y a la labor social de Evita- que, luego marginada, da a luz a Juanito Laguna que nace y crece sin oportunidades en las barriadas populares.

El “descamisado gigante”, a la manera de un King Kong protector, con su banda negra de luto en el brazo, es quizá el personaje que mejor resume la melancolía y el duelo por esa “Argentina de Evita y de Perón” que se perdió. La otra Argentina aparece sintetizada en las sucesivas representaciones de Victoria Ocampo, Borges, Tagore. La espeluznante imagen de “La piedad. Eva Perón devora las entrañas del Che Guevara” (2008), ¿a qué Argentina pertenece? La saga continúa; Santoro es su gran relator.

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Más info
Hasta el 30 de abril
Museo de la Universidad Nacional de Tres de Febrero
Valentín Gómez 4828, Caseros (frente a la estación)