En las estaciones de tren el tiempo es una presencia inevitable: pautado por relojes, horarios, campanas, pasos y corridas, luces intermitentes, señales, encuentros y despedidas. Toda estación es una gran máquina de tiempo proyectada al futuro. Roth captura ese tiempo, esa convención que nos sigue, se adelanta y rige nuestras vidas.

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