Nota publicada online

lunes 22 de octubre, 2018
Rogelio Polesello
Un Vortex en Del Infinito
Rogelio Polesello

Del Infinito presenta Vortex, exposición individual del artista argentino Rogelio Polesello que reúne pinturas, dibujos, piezas de acrílico y material de archivo correspondientes a sus múltiples etapas de producción desde la década de 1960 hasta los años 2000.

Entrar a un calidoscopio gigante, esta es las sensación al cruzar el umbral de la galería Del Infinito donde emblemáticas placas de acrílico del querido Pole están cuidadosamente dispuestas intercaladas con sus pinturas de gran formato. El nombre no podía ser mejor elegido: Vortex, un gran remolino que nos atrapa y nos mete de lleno en su fascinante mundo creativo.

Leonino, alegre, optimista, vital, trabajador y sobre todo un gran artista, Rogelio Polesello murió, inesperadamente, como vivió: rodeado sus obras, sus objetos, sus papeles y sus recuerdos en su particular casa-taller de estilo modernista proyectada en los años´70 donde trabajaba con su hermano Osvaldo. Siempre fue un gran acumulador. Cada objeto atesorado en algún rincón de la casa -incluso en cada peldaño de la escalera- podía convertirse en fuente de inspiración para su próxima obra.

 

Recuerdo cuando nos encontramos en el 2006 saliendo de Arco, la feria de arte española, donde Jorge Mara presentó sus “papeles de los 50”. Después de un agotador día de feria, volvimos a Madrid en subterráneo -divertido por esta primera experienencia en un transporte púlico-, para recorrier el Reina Sofía hasta las 10 de la noche y terminar extasiados frente al Guernica. Así era Pole: un chico feliz y un apasionado por el arte.

Comenzó a trabajar a los quince años en una agencia de publicidad y, de manera paralela, en la escuela de Bellas Artes. Allí, junto con Luis Wells, compañero y amigo, se inscribieron, por consejo de Le Parc, en el taller de grabado de Fernando López Anaya; una figura que conocía las distintas técnicas y estaba totalmente agironado en el manejo de la imagen.

Hacia fines de los ’50 su admiración por Vasarely se puso de manifiesto en pinturas que deslumbraron por una técnica impecable como las exhibidas en una de sus primeras muestras individuales en Galería Peuser, en 1959.

 

Desde mediados de la década del ’60 comienza a jugar con la distorsión y la transformación de la imagen y sus experimentaciones vinculadas al espacio y a la participación del espectador. Este material se convirtió en su preferido a partir de 1966, año en que Acrílicos Lubas T convoca a la muestra “Plástica por Plásticos”. El hallazgo del material (polimetacrilato) le fue propicio para con jugar otro elemento central en su poética: el fenómeno óptico.

Investigador tenaz, Polesello realizó infinidad de bocetos sobre papel donde se evidencia el exhaustivo estudio de perspectivas, estructuras de formas y colores para combinarlas una y otra vez, exhibidos en la pequeña sala de la galería.

Como afirma Elena Oliveras en el texto de la muestra, “Rogelio Polesello fue siempre un artista de su tiempo, que supo transitar por búsquedas que se mantienen vivas aún hoy en la producción contemporánea. Su poderosa intuición, su visión -que percibía y creaba a un mismo tiempo-, su curiosidad absoluta y su afán por lo estético, fueron sus guías y lo condujeron a ver siempre un poco más adelante. A lo largo de su prolongada carrera, Polesello continuó interesándose siempre por las vinculaciones entre los mundos de las artes plásticas, el diseño y la industria. Su trayectoria estuvo regida hasta sus últimos días por las investigaciones visuales, que nunca dejó de emprender como un “artesano industrial”.

 La muestra permite advertir el doble juego del orden y la aleatoriedad que revelan la complejidad de un pensamiento: al atractivo visual de las obras de Polesello, se agrega una fuerte base conceptual no siempre suficientemente reconocida. “El concepto de deconstrucción, entre otros, es clave en su poética”.

Vortex, una muestra imperdible, para sorprenderse una y otra vez con el talento inconfundible de un artista único e inolvidable: Rogelio Polesello.

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