Nota publicada online

jueves 17 de febrero, 2011
Puntos, líneas y curvas
en el Centro Cultural Borges
por Graciela Lehmann
Puntos, líneas y curvas

Con un lenguaje que parte de los elementos mínimos necesarios para la composición, más de 30 artistas locales e internacionales dan cuenta de la infinidad de posibilidades de la abstracción, en una muestra que puede verse en el CCBorges, hasta el 8 de marzo.

Tenues, casi transparentes son las líneas rojas, azules y amarillas trazadas en lápiz que aparecen en cada uno de los cuadrados que integran una enorme grilla que ocupa una de las paredes de la sala 22 del Centro Cultural Borges. Se trata de una obra del artista estadounidense Sol LeWitt, pionero del arte conceptual y minimalista. A poca distancia, las cintas de colores radiantes del artista argentino Andrés Sobrino, a modo de dibujo arquitectónico atraviesan el espacio y se expanden desde lo alto de una columna, continúan por el suelo, cruzan por centro de la sala y trepan hasta lo alto de otra columna.

El contraste es evidente. Si para distinguir cada uno de los pequeños diseños de LeWitt, el espectador debe acercarse a la pared, la propuesta de Sobrino llena la mirada apenas uno ingresa en la sala (tan a simple vista que durante la inauguración, algunos cuidadosos espectadores pasaban dubitativamente por encima de las franjas de colores para no pisarlas). Ya pesar de las distancias generacionales y geográficas, la propuesta de este joven artista argentino dialoga armónicamente con la obra de LeWitt.

Similares situaciones se repiten y se multiplican al recorrer las salas 21 y 22 del Centro Cultural Borges que por estos días reúnen obras de 31 artistas de diversas nacionalidades (argentinos, franceses, brasileños, checos y griegos) y que ofrecen experiencias muy diversas en la muestra PCL (punto-curva-línea), con curaduría del francés Philippe Cyroulnik, actual director del Centro Regional de Arte Contemporáneo de Montbéliard, que viaja constantemente a la Argentina y estuvo presente en la inauguración.

También son heterogéneas las técnicas utilizadas. Desde las más tradicionales como la pintura, la escultura y el dibujo, hasta las que exploran nuevas tecnologías, pasando por el video y técnicas asociadas con el arte conceptual. Pero de una forma u otra, todos los artistas trabajan a partir de los elementos planteados como el común denominador de la exposición: el punto, la línea y la curva.

La propuesta es ambiciosa y los ejes establecidos como parámetros para agrupar estas obras son tan sencillos, en tanto elementos mínimos necesarios para la composición, como amplios, pues permiten abarcan a artistas que no sólo pertenecen a generaciones diferentes, sino también que provienen de latitudes muy distantes.

Precisamente focalizado en "la conexión de obras de distintos tiempos y la confrontación de artistas de generaciones diferentes", el curador se plantea como objetivo: "presentar ­dentro de la creación actual- obras que operan a partir de parámetros propios de la abstracción y el principio reduccionista. Se intenta demostrar cómo es posible que éstas nos brinden una aproximación enriquecedora y renovadora de las experiencias geométricas, cinéticas y minimalistas, abarcando desde la monocromía a la policromía".

Así, las líneas en tinta de León Ferrari desplegadas en tres obras de 2007 dialogan con históricas composiciones de Raúl Lozza; o las ondulantes líneas de puntos de Beto de Volder contrastan con las austeridad del mural del artista francés François Morellet: una enorme cruz de cintas negras, cuyo centro desplazado desconcierta a la mirada y proyecta las líneas hacia direcciones que van más allá del "marco" que supone la pared.
Las líneas se hacen escultura en la obra de Iommi; o se suspenden en el aire en equilibrio en forma de varitas mágicas, en el móvil de Daniel Joglar; aparecen en forma de cinta negra adherida a una pared que se va despegando azarosamente hasta dejar un vacío, como se muestra en el video de la artista francesa Jean-Marie Blanchet; o se transforman en paisaje en los dibujos de Stupía; o en su notable rectitud, desafían la percepción del espectador, que las ve vibrar, como ocurre en las diagonales del tríptico de Natalia Cacchiarelli.

El punto: principio y final
Definido por Vassilly Kandinsky como "un mundo pequeño más o menos desprendido por todos lados", el punto es un principio que ofrece infinitas posibilidades. Y a partir de ese elemento básico, Beto de Volder traza en la vasta superficie blanca de una pared, sinuosas sucesiones de puntos negros de goma que se combinan en líneas onduladas o en algunos espacios en blanco se aíslan como ofreciendo diminutas pausas o silencios, en medio de una tupida dinámica de constelaciones.

En la misma sala, avanzando un poco más, los puntos se hacen círculos de diversos tamaños que contienen otros puntos más pequeños (imanes) en la instalación de Carola Zech titulada "Magnético circular"; o se transforman en voluminosas esferas de algodón y yeso suspendidas en una amplia pared, en "La vuelta al día", de Irene Banchero; o aparece en forma de una mesita diminuta invertida y pegada en la pared, que Roberto Elía deja como "Punto final".

Pero no es el punto final de esta muestra, que ofrece la oportunidad de ver reunidas obras muy diversas, vinculadas por la universalidad de un lenguaje abstracto que no pierde vigencia y que se enriquece constantemente el aporte de artistas contemporáneos. En continuidad y para completar la propuesta, las galerías Del Infinito Arte (Quintana 325, PB, Recoleta) y Vasari (Esmeralda 1357) comparten y participan en la exposición con muestras simultáneas a propósito de puntos, líneas y curvas.

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08/02/2011 - 08/03/2011
CCB - CENTRO CULTURAL BORGES
Viamonte y San Martín
Horarios: de lunes a sábado de 10 a 21 hs., y domingos de 12 a 2 hs.

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