Nota publicada online

miércoles 20 de julio, 2022
Premios Trabucco
Un panorama de las artes plásticas en el CCK
Villar, Eduardo
por Eduardo Villar
Premios Trabucco

Hasta el último día de julio se puede recorrer en cuatro salas del Centro Cultural Kirchner una edición distinta de la exposición anual que desde 1993 -cuando fue galardonado Carlos Gorriarena- se realiza para exhibir las obras  presentadas al Premio Trabucco. Es que la postergación de los premios Pintura 2020, obligada por las restricciones de la pandemia, se ve ahora felizmente compensada por esta exposición donde convergen esos trabajos con los de Grabado 2022. De modo que ahora es posible un encuentro con las obras de veinte artistas -diez por cada disciplina-, por primera vez en el inmejorable escenario del CCK, en estos días más concurrido que de costumbre por las vacaciones de invierno. Un recorrido sin apuro por las salas de 5° piso lleva alrededor de una hora.

El premio, organizado por la Fundación Alberto J. Trabucco, dependiente de la Academia Nacional de Bellas Artes, es consagratorio. No hay artista que no sueñe con ganarlo. En sus cinco disciplinas, lo han logrado, entre otros, Adolfo Nigro, Juan José Cambre, Juan Andrés Videla, Roberto Elía, Rogelio Polesello, Pájaro Gómez, Alberto Bastón Díaz...  Cada año la Fundación invita a diez artistas y otorga un Premio Adquisición. En Pintura 2020 fue para Leila Tschopp y en Grabado 2022, para Elisa O'Farrell, que recibieron 400.000 pesos cada una. Sus obras serán donadas a un museo nacional, provincial o municipal.
De acuerdo con los tiempos que corren, hay notable mayoría de artistas mujeres entre los seleccionados: catorce mujeres y seis varones. Los artistas invitados en Pintura fueron Carlos Bissolino, Diego Figueroa, Estanislao Florido, Silvia Gurfein, Graciela Hasper, Julián Prebisch, Cristina Schiavi, Paula Senderowicz, Leila Tschopp y Paola Vega. Los invitados en Grabado, Esteban Álvarez, Marta Belmes, Pipa Estefanell, Paula Hacker, Pablo Lehmann, Lulú Lobo, Nadina Maggi, Elisa O' Farrell, Lidia Paladino y María Inés Tapia Vera.

Por su naturaleza misma, no es fácil encontrar rasgos comunes en una exposición que reúne obras de artistas -aunque todos de generación intermedia- con intereses muy diversos, pero en este caso no es arriesgado señalar la excelencia de todos los trabajos -especialmente en Pintura- de modo que cualquiera de los artistas podría haber resultado premiado. También, como es cada vez más habitual, cierta tendencia a borrar los límites entre las disciplinas. Tanto, que tanto en Pintura como en Grabado no son pocas las obras cercanas a la instalación y la escultura.
La obra de Tschopp, por ejemplo, que integra la serie El mar de hielo, de 2021, es un tríptico de acrílicos sobre tela detrás de unos barrotes negros de hierro que proyectan su sombra sobre la tela. En el catálogo de la muestra, en el que cada autor aporta un texto sobre su obra, la artista señala que su obra continúa su exploración de la espacialidad de la pintura tanto en su representación bidimensional como en el modo en que se dispone en el espacio. “En los últimos años -dice Tschopp- desarrollo obras que proponen una estrecha relación entre pintura, escultura y arquitectura, a partir de un abordaje formal y conceptual más decididamente concebido desde el terreno de la instalación, como género que incluye a la pintura y como lugar creado para estar ahí, para tener una presencia concreta en un lugar inasible. En esta obra está presente la idea de tensión entre el adentro y el afuera, el interior y el exterior. La pintura evoca un espacio interior que muestra sombras proyectadas o luces reflejadas, pero no deja ver la fuente de la que provienen. La estructura de hierro obtura la imagen, pero también abre otro espacio en el espacio”.

Otro trabajo que involucra la espacialidad es la espectacular pintura de Paula Senderowicz, paisajes sobre un gran biombo. “Últimamente -dice en su texto- no hay bastidor ni enmarcado que me alcance. En mis instalaciones más recientes busco expandir la pintura hacia el espacio, quiero que en ese movimiento se vuelva envolvente, se salga de sí. En este sentido, El paraíso se muerde la cola al ser un biombo, despega de la pared para habitar el espacio con nosotros y dejarnos inmersos en él”.
Estanislao Florido también deriva hacia la instalación. De sus tres trabajos, dos son instalaciones de pintura: en “Logística” interviene mapas, y cajas de cartón de productos importados con imágenes ligadas a problemáticas sociales. “Naturaleza muerta” es una instalación de pinturas y cerámicas que generan lo que el autor llama “una suerte de teatro de la pintura”.

También abandona el plano Diego Figueroa, con pinturas en esmalte sintético que representan grandes mansiones sobre chapas de zinc acanaladas (material usado en techos de viviendas) en una reflexión sobre las ideas de casa, hogar y familia.
Silvia Gurfein, Paola Vega, Gachi Hasper, Julián Prebisch y Carlos Bissolino exhiben obras clásicamente pictóricas. Gurfein pintó un díptico de flores, y otras dos telas que parten de esa imagen y derivan con la misma paleta en un caso hacia manchas y en el otro hacia una especie de pixelado que recuerda lo digital. Paola Vega exhibe tres enormes óleos sobre tela donde la luz y el color se vuelven hipnóticos. Gachi Hasper vuelve a atrapar al ojo con sus formas geométricas y su “uso exacerbado” -dice- del color. Julián Prebisch exhibe grandes acrílicos sobre tela y madera donde se cruzan formas geométricas y orgánicas, llenas de misterio y erotismo. Los de Bissolino son acrílicos sobre tela, formas abstractas de gran intensidad cromática.

En Grabado, la ganadora Elisa O'Farrel muestra una serie de aguatintas de viviendas destruidas por siniestros de distinto tipo, derivadas de imágenes aparecidas en su momento en los medios. También en esta disciplina hay varias obras que son instalaciones, como el extraordinario trabajo de Pablo Lehmann, “Biblioclastia”,  que -explica el autor- “aborda la quema y la destrucción de libros, pero designa también acciones como la censura, el asesinato y la desaparición de quienes trabajan en bibliotecas y archivos”. Junto a las imágenes (collage digital, impresiones y calado en papel), hay ficheros con fichas de libros destruidos y censurados. Advertencia: absurdamente, cuando el espectador meta los dedos en los ficheros para ver en detalle de qué se trata, escuchará a sus espaldas una voz del personal de sala: “¡Sin tocar”!
También son instalaciones las obras de Esteban Álvarez, de enorme actualidad por la situación económica y la centralidad del dólar, y María Inés Tapia Vera, “Presente imperfecto: retratos de pandemia 2022”, instalación gráfica, impresiones gráficas y video. El texto en el catálogo de Tapia Vera, elocuente, consta solo de palabras separadas por guiones. Este es un puñado: coronavirus, sorpresa, alarma, fobia, sospecha, muerte, OMS, confinamiento, pobreza, laboratorios, teletrabajo, obesidad, toque de queda...
 
(CCK, hasta el 31 de julio. De miércoles a domingos de 14 a 20).
 

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