Nota publicada online
Con la presencia de autoridades del FNA y familiares de Clorindo Testa se inauguró la exposición Flores: un jardín suspendido, proyecto ganador del Concurso de Proyectos Curatoriales que lanzó el Fondo Nacional de las Artes en 2024.
La muestra puso en marcha la reapertura de la sala de exhibiciones ubicada en la calle Adolfo Alsina 673 que, por decisión unánime de su Directorio, fue renombrada Sala Arq. Clorindo Testa.
Una sala con historia
Tulio Andreussi Guzmán, actual presidente del FNA, en el acto de apertura de esta muestra, acompañado por Teresa Bortagaray de Testa, -viuda del célebre arquitecto- contó al público presente que al inicio de su gestión encontraba la sala de la calle Alsina oscura y triste; sensación sólo interrumpida por la presencia de una solitaria biblioteca. Sin embargo, en cada oportunidad que ingresaba, percibía que ella misma, de alguna manera, le pedía que vuelva a estar disponible, que le era necesario retomar su función artística. Luego de un tiempo de restauración ello ahora vuelve a suceder.
La sala, inaugurada en abril de 1995, fue remodelada y puesta en valor originalmente siguiendo un proyecto arquitectónico donado por Clorindo Testa y Francisco Bullrich. En dicha oportunidad se presentó una exposición colectiva curada por Guillermo Whitelow con obras premiadas pertenecientes a la presentación argentina en la Bienal de Arte de Valparaíso (Chile). Entre los artistas participantes se encontraban Enrique Burone Risso, Silvina Benguria, Ariel Mlynarzewicz, Giancarlo Puppo y Tulio Romano. Desde aquella fecha y hasta el cierre de la sala ocurrida en el año 2015, se realizaron en ella casi un centenar de muestras que incidieron en la escena artística local. De acuerdo a las declaraciones de las actuales autoridades del FNA, con esta reapertura se persigue traer al tiempo presente el pensamiento y el compromiso de Clorindo Testa con el arte y con los artistas argentinos.
Concurso de proyectos curatoriales
El año pasado con la decisión de reapertura de la sala, el FNA lanzó el Concurso de Proyectos Curatoriales cuyo objetivo fue propiciar y activar un escenario para el desarrollo de nuevas narrativas curatoriales. Cincuenta propuestas respondieron a la convocatoria. Estas fueron evaluadas por un jurado integrado por la historiadora Ana Inciarte, el diseñador industrial Wustavo Quiroga y el investigador y actual director del Museo Franklin Rawson, Emanuel Díaz Ruíz -con la participación del presidente del FNA y de la directora de Artes Visuales, María Silvia Corcuera- que acabaron seleccionando dos proyectos que recibieron un premio de $1.000.000 cada uno y la posibilidad de realizar la muestra en esta sede. “La selección se realizó teniendo en cuenta la actualidad y complejidad de los proyectos, considerando la proporción de inscriptos de CABA y de las provincias, y destacando las propuestas que presentan una mirada innovadora sobre el uso y la adecuación del espacio de exhibición, que dialogan con problemáticas actuales del arte contemporáneo y demuestran claridad conceptual en sus textos curatoriales”, expresó el fallo del jurado.
Las dos propuestas premiadas fueron Oda al Ñandutí: Sebastián Báez, Dolores Barbenza, María Nuñéz y Flores: un jardín suspendido de Pablo Curutchet, curadas respectivamente por Carolina Urresti y Pedro Bedmar Rodríguez.
Esculturas de un mundo flotante
El proyecto que inicia este nuevo ciclo Flores: un jardín suspendido presenta una instalación de sitio específico del artista Pablo Curuchet (Buenos Aires, 1976), que se compone de cuatro esculturas inflables de gran tamaño. Para su curador, la obra tiene la intención de expresar una crítica al mundo contemporáneo dominado por lo artificial que no permite conectar a los seres humanos con aquello que da sentido a la vida y recuperar su costado lúdico, intrínsecamente afectivo. Las esculturas reinterpretan la figura de la flor como símbolo de vida, de los ciclos vitales y de lo efímero de la belleza. Tanto el artista como el curador, de origen español, residen actualmente en la provincia de Córdoba. Se conocieron casualmente durante un viaje en colectivo y a partir de ese acontecimiento establecieron un intercambio profesional que los ha llevado hasta conquistar este logro.
Las esculturas, enormes flores amarillas confeccionadas con nylon, suspendidas desde el techo tienen la capacidad de modificar el espacio que las aloja, determinan la forma de circularlo, envuelven a los espectadores no sólo por la contundencia de sus dimensiones sino por la calidez de sus formas y la irradiación de color que parte de la luz que se refleja en ellas. El conjunto conforma el simulacro del despliegue de lo orgánico que podría apreciarse a campo traviesa. Su contacto con el exterior, sólo intermediada por puertas de cristal, hace que el sol incida en ellas de manera cambiante durante el transcurrir del día y habilite la curiosidad de los transeúntes. De esta manera les desactiva a ellos, aunque sea circunstancialmente, sus rutinas diarias o sus preocupaciones laborales; les ofrece el beneficio de lo imprevisible. No obstante, este jardín sintético es un modelo que señala los límites o el reemplazo creciente de la experiencia sensible en la actual vida colectiva. Aún bellas, estas flores jamás serán visitadas por aves o insectos. En cambio, recogerán cientos de imágenes que se almacenarán en teléfonos móviles, en las nubes de memoria consumidoras de energía. En consecuencia, las referencias a la autorreferencialidad y el carácter espectacular resaltan aquello que hace desequilibrar la balanza: la artificialidad extendida y reproducida por el vendaval de imágenes en una época donde lo que se privilegia se encuentra en todo lo que acotan las pantallas.
En contraste, la instalación, comparte espacio con un ejemplar del libro de artista La energía del movimiento de Pedro Bedmar Rodríguez. En él fotografías y textos poéticos interactúan entre sí formando texturas de sentidos capaces de palparse por quienes deseen adentrarse en ellos y permiten otra forma de experiencia estética, más concentrada, más íntima.
Fondo Nacional de las Artes, Adolfo Alsina 673, CABA
Lunes a viernes de 10 a 16 hs
Hasta el viernes 20 de febrero.