Nota publicada online

martes 25 de febrero, 2014
Murió Carlos Páez Vilaró
Un hacedor de dos orillas
por Marcela Costa Peuser
Murió Carlos Páez Vilaró

"Más que un pintor, yo creo que soy un hacedor", así se autodefinía el artista uruguayo que en la mañana de ayer murió en su mágica Casapueblo; ese centro cultural y de turismo en Punta Ballena, convertido en ícono de Punta del Este.

Acababa de cumplir 90 años y de participar de su “última llamada” y es que el 14 de febrero pasado –vestido con el típico traje de la histórica comparsa Morenada y un tamboril- recorrió las calles de Montevideo como un candombero más.

La fuerza, el color y la alegría del candombe latía en sus venas y en su obra. Vivió intensamente, recorrió el mundo, realizó más de 5000 obras entre óleos y acrílicos y grabados, 20 murales gigantes, incursionó en el arte textil y en la cerámica así también como en la arquitectura. Páez Vilaró justamente pidió alguna vez, "perdón a la arquitectura por su libertad de hornero". Construyó su mítica Casapueblo en la orilla oriental y Bengala su encantadora casa en el Tigre, sus dos refugios en su ir y venir, de Uruguay a la Argentina.

Fue un hombre de “dos orillas” en todo sentido; gozó de la elevación que produce hacer arte y también de profundidad de la angustia, cuando -en 1972- el avión en el que viajaba su hijo se accidentó en la Cordillera y aún así no perdió las esperanzas.

"Pintor, muralista, escultor, ceramista, cineasta, el talento multifacético de Carlos nunca restó a la calidad y a la originalidad que caracterizan al auténtico creador -escribió en su momento su amigo el crítico Rafael Squirru-. La característica principal de su arte es la vitalidad, eso que emana del ritmo de su propia vida."

Vivió intensamente y murió haciendo lo que mas le gustaba, trabajando.

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