Nota publicada online

viernes 3 de octubre, 2025
Kara Walker y Prix Pictet Human
Indagan en la condición humana en Fundación Proa
por Alejandro Zuy
Alejandro Zuy
Alejandro Zuy

Fundación Proa presenta, por primera vez en la Argentina, la obra de la artista estadounidense Kara Walker. La selección de obras comprende producción realizada entre los años 1994 y 2001 e incluye sus icónicas siluetas negras recortadas, grabados y animaciones en video. Además se presentan, también por primera vez en el país y en Sudamérica, las fotografías de los doce finalistas del principal premio internacional que une fotografía y sostenibilidad, el Prix Pictet.

vistas de sala

Las contra narrativas de Kara Walker
La Fundación Proa tiene la oportunidad de recibir, por primera vez en nuestro país, la obra de Kara Walker, una figura que en los últimos años se ha convertido en referente del arte contemporáneo internacional. La selección, que podrá verse hasta el mes de noviembre, reúne obras realizadas entre los años 1994 y 2021, siguiendo un orden no cronológico, que conforman un notable panorama de su amplio periplo artístico. Esta exposición ha contado con la colaboración del Walker Art Center de Minneapolis y de la galería Sikkena Malloy Jenkins.

GIFF1Kara Walker en su estudio, 2017 - Ph Ari Marcopoulos

Kara Walker, nacida en Stockton, California, en el año 1969, un año después del asesinato del portavoz más notorio del movimiento por los derechos civiles, Martin Luther King, estudió en diversas instituciones prestigiosas de su país de origen y desde el año 2012 es miembro de la Academia Americana de las Artes y las letras. Sus trabajos, sin ubicarse desde la mirada rígida de una historiadora académica, revisita y cuestiona los relatos establecidos sobre la migración de aquellos hombres y mujeres arrancados del continente africano y su consecuente reducción a la esclavitud; cuya sangre, por otra parte, sirvió en otros tiempos, para la consolidación de antiguos y nuevos imperios en el hemisferio norte.

Artista fecunda, tanto en lo que concierne a los procesos de investigación como de producción, Walker ha abordado con sentido crítico las complejas y dolorosas intersecciones del racismo, el género y la violencia. Paralelo a ello le ha sumado las búsquedas que conciernen a formatos y materialidades para funciones expresivas específicas que otorgan renovadas capas de sentido. Además de sus consagradas siluetas, ha recurrido a dibujos, instalaciones, esculturas monumentales o videos en blanco y negro que rememoran el período del cine mudo. Importantes museos de su país como el MoMA, el MET o el Guggenheim conservan su obra, al igual que otras instituciones importantes del viejo continente.
Tres salas ocupan la exhibición. En la primera pueden apreciarse dibujos y un video correspondientes a su primera etapa. En los dibujos se destaca la conjunción de imagen y texto así como la efectiva síntesis del trazo. Su estilo caricaturesco, que es asociado a las estampas satíricas de Honoré Daumier, contrasta con el poder explícito de las leyendas que acompañan a las figuras como por ejemplo se pueden apreciar en Soluciones finales o Destruyendo el terror. Vistos desde una perspectiva actual, se puede ver en ellos el germen de todo lo que desplegaría en los años sucesivos. A continuación, el tríptico Historia de una resurrección con mecenas (2017), es el resultado de una residencia que la artista realizó en Roma, donde estudió las condiciones de producción que imponían antaño el Estado, la Iglesia o los mecenas a los artistas. La obra sigue la estructura de los retablos medievales pero quiebra la tradición en el panel central donde en lugar de destacar un motivo religioso ilustra la elevación de una enorme estatua de una mujer negra. A su vez, en los paneles laterales, hace presentes siluetas de mecenas afroamericanos pero en lugar de resaltar en ellos poder o riqueza, los exhibe con símbolos que aluden al martirio. Cierra este primer núcleo el video Testimonio: narrativa de una negra cargada de buenas intenciones (2004), la más temprana adaptación de sus siluetas a la animación en la cual conjuga belleza y originalidad formal con la historia de opresión y violencia racial.

La segunda sala exhibe un intercambio formal y temático profuso entre una serie de 27 serigrafías y un conjunto de siluetas dispuestas como obra mural. La primera corresponde a Aproximación a la proclamación (2000). En ella, se remite a la proclamación emitida por el presidente norteamericano Abraham Lincoln en 1863 que declaró la libertad de las personas esclavizadas en los estados denominados rebeldes y transformó la Guerra Civil en una guerra por la abolición de la esclavitud. Walker, distante de los relatos que consagran a Lincoln, ejerce aquí una profunda mirada crítica sobre ellos para mostrar que el proceso de emancipación estuvo rodeado de violencia y desigualdad cuyas consecuencias pueden rastrearse hasta el presente. En su contraparte, Enigma interminable, una aventura africana anónima (2001), Walker despliega un relato compuesto por figuras recortadas que, a pesar de aparecer separadas, conforman una totalidad que ilustra las relaciones interraciales. En él insiste acerca de las construcciones histórico-culturales y en especial, en cómo la identidad afrodescendiente fue construida reuniendo un archipiélago de relatos dispersos.

La última sala, polemiza en forma impactante con la tradición de la monumentalidad. Aquí es posible encontrar gigantografías, maquetas y documentación correspondientes a obras de gran escala en las que la artista, además de discutir con ese pasado, propone otras lecturas y protagonistas. La pertinencia de su política antecede y se vincula con un contexto hasta hace algunos años poco imaginable: el derribamiento de monumentos en Estados Unidos impulsado por las protestas tras el asesinato de George Floyd (2020) que apuntó a figuras de la Confederación y del colonialismo y el movimiento Black Lives Matter que puso el foco en estatuas que consideraban símbolos de la supremacía blanca.
Entre sus trabajos que refieren al tema, es posible mencionar los bocetos y maquetas para The marvelous Sugar Baby (2014), la primera obra de arte público y de gran escala de Kara Walker, donde la pureza del azúcar blanco contrasta con la violencia de la producción azucarera que tiene sus antecedentes en la esclavitud pero también se enlaza con la precariedad laboral actual. La enorme escultura de azúcar sintetiza poder industrial, sobreexplotación, etnicidad, violencia de género y consumos excesivos y adictivos. Otro ejemplo importante, lo constituyen las maquetas y dibujos de Fons Americanus (2019), que puede entenderse como un contramonumento. En él trajo a colación la historia del Victoria Memorial, una estatua de la reina Victoria, monarca que marcó un amplio período de la historia británica (1837-1901), ubicada cerca del Palacio de Buckingham. Su versión tiene una dimensión menor que la original y fue realizada con materiales sustentables. Las figuras representadas en la fuente exhiben muecas de dolor mientras que otras aparecen caricaturizadas. Sofía Dourron, conocedora de la obra de Walker, explicó que ella tomó esa imagen del monumento a la reina Victoria para reversionar su historia a partir de diversas fuentes, tanto históricas como literarias, que finalmente reagrupó para construir una contranarrativa de la historia oficial del imperio británico.

Premio Pictet Human: un tejido de relatos con rostro humano
Patrocinado por el Grupo Pictet, sociedad financiera con sede en Suiza, el Prix Pictet es considerado en el mundo entero como uno de los premios más relevantes dedicados a la fotografía contemporánea asociados a la idea de sostenibilidad. Su origen se remonta al año 2008 y su objetivo primordial, según sus creadores, es utilizar el poder narrativo de la imagen para sensibilizar a escala global acerca de las múltiples crisis que conmocionan al planeta. A lo largo de los años, el premio ha convocado a miles de fotógrafos de diversas partes del mundo, con perspectivas propias y exigentes, cuyas producciones tratan acerca de temas contemplados como impostergables. Para tomar parte de él es necesario ser nominado por una red de expertos internacionales conformada por críticos, curadores y especialistas en artes visuales que sugieren los trabajos por su alto nivel formal y narrativo. Luego, un jurado selecciona a los finalistas y en última instancia, al ganador. Una exposición itinerante que recorre ciudades a lo largo de los distintos continentes da a conocer al público las obras seleccionadas generando además debates públicos acerca de las problemáticas abordadas en ellas, entre las que se encuentran las migraciones, las consecuencias de conflictos bélicos y las crisis medioambientales.

Human, la exposición que en la actualidad se puede ver en la institución boquense, pone a conocimiento de los visitantes los proyectos de los doce fotógrafos finalistas. Adriana Rosenberg, presidente de la Fundación Proa, destaca que el premio convoca voces que trabajan en realidades culturales y geográficas muy distintas y que los proyectos de estos fotógrafos "construyen un tejido de relatos que va de lo íntimo a lo colectivo, de la memoria personal a la denuncia social. Al reunirlos en un mismo espacio, la exposición ofrece un panorama plural que además de empatía con otras realidades nos ayuda a mirar nuestro presente desde múltiples ángulos."
Partiendo de sus palabras se pueden observar los trabajos de Hoda Afshar (Irán) que ha registrado retratos asociados a la creencia en el poder de algunos vientos que pueden poseer a las personas o provocarles enfermedades, los de Gera Artemova (Ucrania) quien presenta un diario visual de la guerra que afecta desde hace tres años a su país, o los de Ragnar Axelsson (Islandia), quien muestra su preocupación por la desaparición de tradiciones ancestrales como consecuencia del cambio climático. También están Alessandro Cinque (Italia/Perú), que exhibe las desigualdades palpables entre la riqueza producida en los Andes por el extractivismo minero y las pobres condiciones de vida de la población indígena, mientras que Siân Davey (Reino Unido), desde su jardín abandonado ha creado un abanico sensible de humanidades de sus cercanías. En cambio, Federico Ríos Escobar (Colombia), aborda el drama de los migrantes en el llamado Tapón del Darién y Michał Łuczak (Polonia), muestra el impacto de la minería en el paisaje así como también en la casas cercanas al sitio de exploración y en los seres humanos que las habitan. Por otra parte, Yael Martínez (México), hace ver un ensayo sobre la resiliencia humana y sobre la luz como elemento que es capaz de emerger a pesar de los traumas causados por la violencia. Distinto es el estilo de Richard Renaldi (Estados Unidos), quien traza una crítica del dominio masculino sobre el entorno natural o de Vanessa Winship (Reino Unido/ Bulgaria) que presenta retratos de niñas escolares en Anatolia, una zona conflictiva de la frontera turca y de Vasantha Yogananthan (Francia), con sus niños de las calles de Louisiana, EE.UU, ciudad arrasada por el huracán Katrina en el año 2005.

La ganadora, Gauri Gill (India), se luce con la serie Notas desde el desierto (1999-en curso), iniciada a partir de sus registros en escuelas de aldeas en el estado indio de Rajastán. Ella, proveniente de una ciudad como Nueva Delhi, pudo tomar conciencia de la realidad de esas escuelas y de las complejas realidades que las atravesaban, las cuales, previamente, desconocía. Durante años, visitó aquellos lugares, frecuentó a las mismas personas y se convirtió en testigo de las catástrofes climáticas, sanitarias y socioambientales que obligaban a reconstruir de manera recurrente los edificios públicos y viviendas familiares, así como también las celebraciones y plegarias de esas comunidades. Su práctica ella misma la definió como de “escucha activa” y como una herramienta de memoria, cuidado y visibilización. 
 
Fundación PROA 
Av. Pedro de Mendoza 1929 – CABA 
Hasta el mes de noviembre
 

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