Nota publicada online

jueves 21 de marzo, 2019
Germaine Derbecq en Calvaresi
Frenéticamente decidida a ir hacia delante
por Pilar Altilio
Germaine Derbecq en Calvaresi

Una sala con poca obra de la primera época, curada por Federico Baeza con algunos de sus textos ploteados y otros para ser escuchados, iluminan una figura basal para la generación que transformó el arte en Argentina. Desde el texto, la gestión o su producción como artista, Germaine irradia una energía plena de sensibilidad.

El título de la muestra designa la frase con la que Germaine Derbecq percibió a la generación de jóvenes artistas argentinos que emergían en la década del 60’. Se trata de una mujer francesa que provenía de una familia acomodada, que eligió casarse con el escultor Pablo Curatella Manes dejando de lado a Juan Gris. En los años cincuenta se instala junto a su familia en Buenos Aires, luego de haber vivido la experiencia de la Escuela de París, de ser amiga cercana de Le Corbusier, de conocer el talento y la profunda convicción de los artistas quienes la inspiraron una frase tan profunda como “romper con los medios tradicionales podría ser una fuente de juventud”.

En un texto de 1967 el reconocido crítico Oscar Masotta, destaca que los únicos que tienen información para hablar sobre la producción contemporánea son: Jorge Romero Brest, Aldo Pellegrini, Germaine Derbecq, Hugo Parpagnoli y Samuel Paz. En otro reconocimiento similar, Ana Longoni sugiere que los dieciséis años que vivió en la Argentina fueron cruciales y agrega: “me gusta pensarla como un puente, un puente entre Europa y Argentina, entre Europa y América Latina, por el tipo de conexiones que habilitó. Por ejemplo, Minujín, Greco y varios exponentes de la vanguardia argentina expusieron muy temprano en París gracias a la gestión de Germaine Derbecq. Un puente entre ambas escenas, pero también un puente entre ambas vanguardias, entre la vanguardia histórica de la cual ella había sido de alguna manera parte -por lo menos de su etapa final-y la vanguardia emergente en los años sesenta.” Por todo este bagaje, ella percibió plenamente a artistas muy jóvenes que despuntaban en un clima de avanzada en la vorágine de los sesenta. Leer sus textos agudos, cargados de argumentos concretos a la hora de analizar obra como la de Alberto Greco, Marta Minujín, David Lamelas, Oscar Bony o Pablo Suárez, quienes siendo muy jóvenes tuvieron su muestra en la Galería Lirolay cuando la dirigía. Longoni también reconoce que tuvo “la capacidad de riesgo también para detectar lo nuevo que estaba empezando a emerger, cuando todavía ni siquiera tenía nombre ni espacio de circulación y darle esa cabida.”

Fundó Artinf en 1970, junto a Silvia de Ambrosini y Odile Baron Supervielle. Al comienzo del proyecto con el título de Arte Informa, la diagramación y algunas de las críticas estuvieron a cargo de la artista concreta Lidy Prati. Durante tres años la publicación salió un formato tabloid que circulaba masivamente en kioscos de revistas -bastante inédito- y se vendía a un peso, con cinco números anuales. Algunas de sus tapas definían la singular manera que tenía Germaine de contraponer una escultura, una estatuilla del siglo V y un Pato Donald inflable producto de la industria cultural.

Se recuerda la exposición colectiva que Kenneth Kemble como ideólogo junto a Enrique Barilari, Jorge López Anaya, Jorge Roiger, Antonio Seguí, Silvia Torras y Luis Wells llevaron a cabo como un “experimento” en torno a las tendencias destructivas inherentes a la raza humana y su posible canalización por la vía del arte. Fue cinco años antes de la experiencia que el alemán Gustav Metzger organizó en Londres, Destruction in Art Symposium (DIAS), junto a Wolf Vostell, Yoko Ono, Jean Tinguely y el grupo Fluxus. Luis Wells asistió al evento y aportó documentación fotográfica y sonora sobre la muestra que el grupo había efectuado en Buenos Aires en 1961. Para entender qué cosas sucedieron existe una descripción en la web: “traspasando una puerta-cortina de arpillera y al son de una banda sonora que incluía voces recitando textos desarticulados de Aristóteles, Descartes y Jorge Romero Brest, el público se encontraba ante ataúdes baleados, muñecas de cera semiderretidas, un sillón rasgado en su asiento que simulaba los labios de una vagina, paraguas rotos y suspendidos del techo y diversos objetos encontrados y exhibidos fuera de su contexto”.

Las piezas que podemos ver ahora en la sala de Calvaresi fueron rescatadas por su hijo Jorge en un depósito. Se trata de obra de una semi abstracción de trazo suelto y delicado equilibrio de color. En una segunda etapa, la exhibición contendrá obra abstracta más reciente, tal vez la mejor conocida.

Para terminar, nada mejor que dejarles disfrutar de su escritura.

1960 es una fecha memorable para el arte argentino, el punto culminante de un profundo cambio de actitud plástica, un nacimiento simultáneo de talentos auténticos que se revelaron, así como un fuego latente alimentado por focos aislados surge brutal e irresistible. Esta nueva generación, sedienta de independencia, anárquica en la medida necesaria, audaz porque cansada de sumisiones culpables, de obediencias pasivas a éticas dudosas más doctrinarias que auténticamente humanas, está frenéticamente decidida a ir hacia delante. […] Su impulso es fuerte, su instinto justo, su juicio seguro, sus torpezas provocantes, sus errores espectaculares, sus aciertos sorprendentes. La franqueza, la suntuosidad o la sordidez de la materia tienen sabor a carne fresca. Para decirlo todo, nada es chato ni indiferente en sus obras…”

Germaine Derbecq no se la pierdan!

 

Galería Calvaresi,

Defensa 1136 San Telmo,

lunes a viernes de 11 a 18

sábados de 12 a 18

domingos de 12 a 17

entrada libre y gratuita

Notas más leídas