Nota publicada online

martes 1 de junio, 2021
El Canon Accidental. Artistas mujeres en Argentina
Cómo contamos la historia del arte (Parte I)
Catellani, Vanesa
por Vanesa Catellani
Vista de sala. Imagen: gentileza del MNBA
Vista de sala. Imagen: gentileza del MNBA

Conversamos con la investigadora Georgina Gluzman, curadora de la muestra en el MNBA, en la que se visibiliza la trayectoria y los trabajos de artistas mujeres en Argentina entre 1890 y 1950. Reflexionamos sobre la presencia destacada en la escena cultural de su época y por qué luego fueron silenciadas por el relato de la historia hegemónica del arte. Descubrimos las intersecciones temáticas que surgen en el rescate de sus obras, paralelismos y diferentes cruces con la contemporaneidad.

La presente exposición se encuentra organizada en tres núcleos expositivos que se interrelacionan,  generan un recorrido ágil y pedagógico en las salas 37 a la 40 del primer piso. Agrupa más de 80 obras realizadas por 44 artistas. 

El canon accidental presenta una amplia selección de obras realizadas por mujeres artistas en la Argentina entre fines del siglo XIX y mediados del siglo XX. Al visibilizar sus trayectorias y su consagración en diversos ámbitos, la muestra se propone examinar los caminos transitados por las mujeres en la búsqueda de una identidad artística y de un medio de vida. El canon accidental incluye, por un lado, obras de artistas con presencia en los márgenes de la historia del arte y, por otro lado, trabajos de artistas hoy prácticamente desconocidas, pero cuya actividad les valió la admiración de sus contemporáneos. Todas ellas pasaron de estar en el centro de la actividad artística a ser, en el mejor de los casos, meras notas al pie de los relatos de la historia del arte.” (extracto del texto curatorial)

Ante el cierre forzado de las instituciones por la pandemia, se puede realizar un recorrido virtual por la muestra en la web del MNBA ( link aquí .) En paralelo se lleva adelante un seminario virtual “Mujeres al borde de un canon desafiado: historias de artistas en Argentina” dictado por la curadora de la muestra y pueden acceder en  forma gratuita en el canal de Youtube del Museo.  Y ya se encuentra disponible para descargar el catálogo de la muestra realizada en el Museo Nacional de Bellas Artes, ingresando aquí. 

Consideradas raras, locas, excéntricas o, cuando mucho, mujeres ociosas entregadas a un mero pasatiempo, signadas algunas por apellidos ilustres que las habilitaban hasta cierto punto, las artistas argentinas generalmente han padecido el ocultamiento y la invisibilización no solo de sus contemporáneos, sino de la propia historia del arte.” (extracto del texto de presentación del catálogo)

El canon accidental es una pequeña parte del resultado de una gran investigación que lleva adelante Georgina Gluzman hace más de una década: “aproximadamente hace ya quince años: primero surgió como una investigación independiente mientras estudiaba la carrera de grado de Historia del Arte. Luego, se transformó en mi tesis doctoral y se editó un libro. Y, después, se prolongó en mi carrera como investigadora en el CONICET.

La exposición esta compuesta principalmente por obras del acervo del MNBA, muchas de ellas diseminadas en diferentes instituciones provinciales y que fueron trasladadas para esta oportunidad: “Sonobras que hace mas de setenta años en algunos casos no ingresaban al MNBA. Es muy interesante ver esos diálogos, el reencuentro entre las obras de la colección”.

Trazos invisibles de Georgina Gluzman. Editoral Biblos. 2016. Imagen gentileza Editorial Biblos

En el proceso de investigación y  construcción de las biografías de las artistas que participan de la muestra, ¿qué tipo de dificultades se encuentran en el camino? 

- “Hay dificultades metodológicas y políticas. En cuanto a lo metodológico en muchos casos, con suerte, se pueden hallar tres artículos de prensa después de transitar la Biblioteca Nacional durante tres años y dos cartas, si te contactaste con la familia. Y eso ya te parece una enormidad. Y, en cuanto a la política dentro de la historia del arte, hay preguntas difíciles. ¿Cómo queremos contar esas vidas? ¿Queremos volver a repetir que el sujeto creador o la sujeta creadora es un individuo excepcional imbuido de no se qué elementos mágicos o misteriosos? O, ¿queremos contar a estas mujeres con relación a la trama social que las envolvió y con relación a los debates de su época?."

¿Una clave para repensar el género de la biografía de artista en la contemporaneidad sería dejar de separar las esferas públicas de las esferas privadas? 

“Esta es una construcción que creó la Ilustración, teorizada por Rousseau (entre muchos otros intelectuales de ese período) que abogaron por una noción de separación absoluta entre lo público y lo privado: allí encontrabas al hombre público y a la mujer de su casa. Estos dos extremos hacen a una polarización de la vida humana. Pero, cuando una relata su propia vida desde lo profesional, es inevitable contar también lo que nos sucedió en la esfera privada como, por ejemplo, una enfermedad, un parto o un divorcio. Son elementos que configuran experiencias de vida. Creo que la incorporación de lo privado no disminuye el valor ‘universal´ de la obra, sino que muy por el contrario la acerca al público, acerca estas historias de las personas que crean a aquellas personas que quieren conocer a las y los creadores. Se produce una relación mucho más empática y sobre todo contribuye a minar esa idea del artista genio, en su torre de marfil. Las nuevas generaciones tienen una visión crítica mucho más clara hacia esta idea modélica del artista varón en su taller trabajando todo el día. Saben que no se aplica por cuestiones económicas y sociales a las mujeres. Otro elemento que se solía tradicionalmente soslayar en las vidas de los artistas era el tema de la docencia. Era un tema menor: lo que se hacía para llegar a fin de mes. Pero, en realidad el involucramiento en el campo de la enseñanza es algo central: abarca la construcción del oficio y la construcción de una mirada crítica. Tradicionalmente en las biografías de los artistas del pasado no se nombraba, y ahora hay una nueva consideración: los y las artistas enfatizan su rol docente porque se dan cuenta que no solamente es una forma de llegar a fin de mes, sino algo integral a la función social del artista.

Dentro del recorrido por la muestra y sus núcleos temáticos, tuvieron un especial interés en realizar intersecciones permanentes donde se destacan diferentes hilos conductores entre ellas y su condición como mujeres, sus relaciones con el poder, con las instituciones, en la escena cultural o su condición social: 

- “La condición social de las mujeres artistas es un tema muy complejo. Nos hemos habituado de a poco a los enfoques feministas en la historia del arte y a la escritura sobre mujeres artistas, desde que las pioneras comenzaron a escribir, hace 15, 20 o 30 años atrás, sobre estos temas. Acá pienso en Laura Malosetti Costa, en Adriana Lauría o en Andrea Giunta, quienes crearon este campo entre los noventa  y los dos mil. Gracias a ellas, la pertinencia de los cruces entre historia del arte y género se hizo más clara. Pero, el tema de la clase social está muchas veces soslayado: es raro hablar de la condición social de las artistas cuando es algo absolutamente clave. Es un tema que afecta las posibilidades de desarrollo de una persona. La situación peculiar desde donde emprenden su trabajo no está visibilizada. Si no ponemos en el eje de nuestro pensamiento la clase social de los y las artistas, seguiremos perpetuando la idea de que el campo del arte es un terreno abierto y no importa de dónde vengas, siempre vas a llegar si tenés talento. Y sabemos que esto no es así: sabemos que aquellos que provienen de niveles socioeconómicos más modestos tienen un enorme camino por delante y dificultades mayores. No es lo mismo viajar y entrar en contacto con redes internacionales que mantenerte en un nivel local hasta ganar una beca o un subsidio que te permita el viaje o la inserción en el circuito internacional. Y esto es pertinente aplicarlo también al campo de la gestión, la investigación o la curaduría en el arte. Tenemos que estar muy consientes de nuestros privilegios, de los privilegios ajenos y no invisibilizar estas cuestiones.

 

Esto nos lleva a pensar lo que sucede en la contemporaneidad respecto al  tema del trabajo gratuito que cruza la condición de género con la clase social

- “Hace poco leí una reflexión de la pensadora feminista Coral Herrera: unas reflexiones atinadísimas donde planteaba que trabajar gratis  es un acto que no solamente nos perjudica individualmente, sino fundamentalmente es un acto poco solidario frente a aquellas mujeres que quedan fueran del trabajo gratuito por no poder llegar a fin de mes. En resumen, el prestigio no paga el alquiler. Son temas que cuesta poner en agenda: cuando comenzabas a hablar de la condición de clase, del Tarifario Artes Visuales y de posicionamientos más concretos, recibías hasta hace poco una mirada como si fueras una rara avis. Es importante que la cuestión económica y la condición de clase estén en discusión en el campo del arte, es otra cara de la misma moneda con relación a la exclusión que ha supuesto la estructura patriarcal de nuestra sociedad en el campo del arte.” 

Estos posicionamientos sobre los procesos de exclusión y visibilización estratégicas sobre las obras seleccionadas que participan de la muestra ¿generan reflexiones y abren las puertas a nuevos debates?

- “Obviamente, por ejemplo, seleccioné la obra ´Labores´ de Clelia Pissarro, que es una especie de naturaleza muerta donde ella representa un costurero, una revista de tejido, unas agujas de tricot, un bastidor de bordado. Dentro de la norma de la historia del arte estos elementos fueron considerados algo así como el grado cero del arte. Pero, actualmente cada vez son mas las y los artistas que están bordando o tejiendo: están repensando el tiempo del bordado como un espacio de reflexión individual pero también un espacio de comunicación colectiva. Y esta obra  que es una especie de rareza de la década de los cuarenta cobra una importancia gigantesca ahora, cuando las jerarquías tradicionales entre medios, la supremacía de la pintura frente al bordado o el tejido, están cada vez más interpelada.

Clelia Pissarro (activa en Buenos Aires, 1930-1950), Labores, 1940, óleo sobre hardboard, 55,5 x 65 cm. Pinacoteca del Ministerio de Educación de la Nación, Buenos Aires. Imagen gentileza MNBA

Las mujeres artistas que participan de la exposición de alguna manera supieron aprovechar su condición social y actuaron de punta de lanza. Decidieron hacer el viaje de estudios a Europa, participaron en premios y salones, son historias positivas e involucradas en la escena de su época: 

- “Para qué usás tu privilegio es la pregunta. Hubo muchas mujeres acomodadas que estudiaban arte, respondiendo a la formación de la época, pero no emergieron como este grupo de mujeres de gran visibilidad, con un perfil profesional, de osadía, de compromiso. La exposición trata de mostrar una dimensión perdida que no se puede recuperar de lo que fue su trabajo, pero no es una muestra de la derrota, estamos exhibiendo un grupo de artistas reconocidas.

Entonces ¿qué sucedió entre ellas y nuestra contemporaneidad? 

- “Bueno, los museos compraban sus obras, les daban premios en los salones, las reseñaban en la critica de arte . ¿Y entonces qué pasó? Vino la disciplina de la historia del arte que se construyó como un relato masculinista y heroico, que enmudeció estas historias. Salvo la figura mayor de José León Pagano, que en su ´Historia del arte de los argentinos´ les da un lugar, la mayor parte de las historias callan. Las historias del arte posteriores fueron achicando el espacio a las mujeres, hasta llegar a incluir una o dos, y esto se convirtió en la norma de las historias del arte en la Argentina donde la participación femenina está reducida a un mínimo. Muchas veces no tiene que ver con la falta de deseo de los y las autoras, sino con la ausencia de investigaciones de base. Si no existe un proyecto institucional o político que sostenga estas investigaciones, son muy difíciles de llevar a cabo. En mi caso, estuve cinco años como becaria del CONICET para investigar en la Biblioteca Nacional, en la Fundación Espigas, en muchísimos archivos y en las reservas de los museos las historias de estas mujeres artistas. Se transforma en un círculo no virtuoso: no se las incluye porque nadie las investiga y no se las investiga porque se necesita mucho tiempo y recursos financieros para realizar las investigaciones. Entonces, nos encontramos frente a una historia del arte donde pareciera que las mujeres no hemos hecho nada. Se necesitan políticas que apunten a fortalecer la investigación en el arte en temas no canónicos.”

Hay artistas como Lola Mora, Norah Borges o Raquel Forner que tuvieron su reconocimiento en la contemporaneidad desde publicaciones hasta exposiciones individuales. ¿Qué otros  nuevos desafíos tenemos para visibilizar el trabajo de las mujeres y no repetirnos?

- “Habría que pensar en dejar de presentar a estas artistas mujeres como excepcionales. Se pueden hacer muestras monográficas de estas artistas donde se interconecten las voces de sus contemporáneas y contemporáneos. La exhibición monográfica que muestra a un artista genial ya no funciona: el público quiere ver sus interrelaciones, la red de tejido social, sus amistades y sus relaciones profesionales. Hay que complejizar la historia. Por ejemplo, Lola Mora es una emergente que forma parte de esta generación de artistas, pero es una parte del todo. El todo es mucho más complejo. Las artistas de la muestra compartieron ámbitos de exposición, incluso muchas de ellas compartieron el tiempo de formación en la Academia o en la Escuela Superior de Bellas Artes. Meternos en la vida de etas mujeres forma parte del oficio crítico de la historia del arte."

 

Sobre Georgina G. Gluzman 

Buenos Aires, 1984. Es especialista en enfoques feministas de la historia del arte, con foco en el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. Es doctora en Historia del Arte, y licenciada y profesora en Artes por la Universidad de Buenos Aires. Es investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Asimismo, se desempeña como profesora de la Universidad de San Andrés, donde dicta seminarios de arte argentino y estudios de género. Ha sido profesora invitada en México, Estados Unidos y Canadá. Es autora del libro “Trazos invisibles. Mujeres artistas en Buenos Aires (1890-1923)” (Biblos, 2016) y curadora de “El canon accidental. Mujeres artistas en Argentina (1890-1950)”, exhibida en el Bellas Artes.

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