Nota publicada online

martes 10 de junio, 2025
Del circuito Gallery al hogar expandido:
la conversación que activó la colección Guaglianone–Rodríguez
por Julieta Ogando
Del circuito Gallery al hogar expandido:

Una casa. La Casa. Lo doméstico deviene territorios” convirtió la intimidad de una colección tejida a lo largo y ancho del país en un espacio público de resonancias afectivas, y se transformó en una parada destacada de Gallery, demostrando cómo el arte argentino puede trazar nuevos mapas culturales.

En su primera exhibición institucional, la Colección Abel Guaglianone y Joaquín Rodríguez desplegó 200 obras de 120 artistas de 14 provincias.

Curada por Analía Solomonoff, la propuesta trasladó los muros del hogar de los coleccionistas al primer piso de la Casa Nacional del Bicentenario, recreando, pieza a pieza, un hábitat atravesado por tres hilos conductores —abstracción, naturaleza y cuerpo— y por una premisa: el arte como tejido de afectos y territorios.

Joaquín Rodríguez y Abel Guaglanione el día de la inauguración. Foto cortesía CNB

La muestra finalizó el pasado 8 de junio, pero su eco persiste. “Una casa. La Casa. Lo doméstico deviene territorios” dejó una impresión perdurable en quienes atravesamos sus salas. Durante su exposición, el público se adentró en un discreto milagro logístico: el gris “Ágata de Islandia” que reviste las paredes del hogar de Abel Guaglianone y Joaquín Rodríguez fue replicado en los 220 m² de la sala de la Casa Nacional del Bicentenario, incrustándose sin estridencias en su arquitectura institucional.

El gesto no se limitó a un traslado de paredes; fue una traducción sensible de la intimidad al espacio público, donde 200 pinturas, esculturas, instalaciones, textiles, dibujos, cerámicas y fotografías trazaron un mapa afectivo que recorre catorce provincias argentinas, de la Quebrada de Humahuaca a los valles de Chubut.

Charla sobre coleccionismo en La Casa del Bicentenario en el marco de Gallery

Ese mapa se activó con especial intensidad la tarde del viernes 6, en el marco del circuito Gallery. Durante esa jornada, la Casa Nacional del Bicentenario se convirtió en parada obligada: decenas de visitantes siguieron a Guaglianone y Rodríguez en un recorrido abierto que desbordó los pasillos y transformó la sala en foro espontáneo.

La diversidad territorial se volvió aún más elocuente cuando la curadora Analía Solomonoff advirtió tres hilos ya latentes en el conjunto —abstracción, naturaleza y cuerpo— y organizó el recorrido para resaltar esos vectores que la propia colección ponía en juego. En torno a la abstracción, lucieron composiciones geométricas y gestuales; en la dimensión de la naturaleza, afloraron ficciones botánicas y paisajes alterados con pigmentos minerales; finalmente, el eje del cuerpo hizo visible la performatividad del género, la memoria y la identidad mediante cerámicas híbridas y textiles que parecen pieles.

La visita guiada de Gallery permitió “leer” esos tres hilos en diálogo potenciando la vocación pedagógica que atraviesa el proyecto. Elocuente prueba de ello son tres piezas clave que articulan la experiencia del visitante. La primera es el tótem cerámico de Leonel Collazo, donde se injertan cabezas de fauna argentina modeladas en cerámica bizcochada. El artista condensa allí un bestiario popular que oscila entre lo ritual y lo doméstico: cada hocico asoma como guardián silencioso, evocando las urnas ceremoniales de culturas originarias.

1. Leonel Collazo, Monumento al Aguará Guazú, cerámica bizcochada, 2024. Foto: Juan Curto

Desde el techo, la instalación blanda del Transparenta ColectivoYamila Cabrera, Noelia Fries, Rocío Gastaldi, Lía Grimaldi, Pola Ortiz, Lucila Solé y Karen Spahn— cuelga como un festón visceral de formas acolchadas y policromas. Las piezas pendulan y reposan sobre una manta azul, componiendo un ecosistema táctil que subvierte el canon escultórico con humor y ternura: cuerpos que se estiran, se pliegan y se abrazan, en clave de sororidad textil.

La pieza es parte de la instalación participativa Fauna Biomórfica que recrea la obra Cielo Azul (1940) de Vasili Kandinski. Medidas aproximada: 1.50 x 2.00 m. Año de ejecución: 2017. Foto Juan Curto

Por último, una suerte de retablo gráfico detiene la mirada: las tres obras de Flor Meyer. Ejecutados íntegramente con birome sobre papel, los hilos de tinta traman un enjambre de hojas, pétalos y filamentos que se arremolina en un claroscuro hasta devenir topografía imaginaria. Cada obra funciona como fotograma de una metamorfosis continua: la flor germinal se enrosca con corrientes atmosféricas y desemboca en formaciones casi planetarias. El trazo espiralado, a ratos lírico y a ratos cartográfico, hace visible la respiración del paisaje y reafirma el eje naturaleza.

Juntas, estas tres piezas tensan la lógica de “casa” y “territorio”: Collazo enraiza lo animalesco, el Colectivo Transparenta expande la corporalidad hacia lo lúdico comunitario y Meyer borda la intemperie como paisaje interior. Así, la curaduría concreta su apuesta: cada obra es un nodo, y el visitante, al transitarla, prolonga las ondas concéntricas de esa gran casa compartida.

El componente interpretativo surgió, en buena medida, de la propia voz de los coleccionistas durante esa charla del  6 de junio. Allí, Guaglianone y Rodríguez rechazaron el rótulo tradicional de coleccionistas para definirse como “conexionistas”: agentes que lanzan piedras metafóricas al agua y se dedican a observar cómo las ondas unen orillas insospechadas. Desde una óptica benjaminiana, donde el “aura” se reinventa en la circulación, y a la luz de las redes de cuidado que destaca Griselda Pollock, la muestra dramatizó un federalismo sin retórica: no se quedó en el discurso, lo encarnó mediante una selección exhaustiva de artistas de todo el país y con pequeños gestos de cercanía, como incluir en cada cédula el perfil de Instagram del autor, que prolongan la conversación obra-público más allá de la sala.

La energía de Gallery, auténtica maratón de arte, reforzó ese pulso comunitario: durante la parada en la Casa Nacional del Bicentenario, un público heterogéneo siguió a Guaglianone y Rodríguez en una conversación abierta donde las historias detrás de cada obra cobraron vida y evidenciaron la vocación relacional de la colección.

Durante el circuito del Gallery. Foto: Amparo Chico

El balance curatorial confirma varias virtudes: la densidad de procedencias desarma la hegemonía porteña con hechos y no con consignas; la réplica cromática del hogar preserva la escala humana, evitando la espectacularidad museográfica; y los dispositivos de mediación amplían la idea de casa como lugar de hospitalidad. El principal desafío, quizá inevitable, radicó en la saturación visual que genera exhibir la totalidad de la colección: allí donde el ojo anhela un respiro, la curaduría confió en la autonomía de cada pieza para marcar su propio compás. Aun así, la experiencia resultó coherente con la ética de los anfitriones: nada debía quedar fuera porque cada obra es un capítulo indispensable del viaje emprendido entre 2013 y 2024.

Escribir sobre esta propuesta después de su cierre implica reconocer que el acontecimiento perdura como trama de afectos. Roland Barthes recordaba que la casa no es mero contenedor, sino espacio de sentido; en “Una casa. La Casa”, cada pared prestada reescribió la noción de territorio, y cada visita prolongó la onda que Guaglianone y Rodríguez imaginaron al arrojar su piedra inicial. La exposición no clausuró un relato, abrió preguntas: ¿cómo seguimos cartografiando el arte argentino más allá de sus centros? ¿De qué modo participamos en la construcción de comunidades sensibles?

Aunque las luces se hayan apagado y las obras regresen a la intimidad de su casa-origen, la invitación permanece flotando en el aire: lancemos nuestras propias piedrasy dejemos que las ondas, imprevisibles, dibujen nuevas conexiones en el territorio emocional compartido que llamamos arte contemporáneo argentino.

¿Qué es Gallery?

Gallery es un programa de recorridos guiados que conecta galerías y espacios de arte contemporáneo con el público. Organizado a partir de diferentes circuitos de recorridos artísticos que atraviesan la ciudad, un gran evento gratuito lleva
24 años desde el 2001 potenciando las escenas de arte locales.
Esta edición contó con más de 700 inscriptos en los recorrido guiados y After GALLERY, 5000 visitantes orgánicos totales, 40 galerías y espacios participantes. Con actividades destacadas: un recorrido arquitectónico, Charla sobre coleccionismo en la Casa Nacional del Bicentenario y After Callery en Central AFFAIR
Gallery es impulsado por Pinta, la plataforma líder en promoción de arte de América Latina y Centroamérica. Cada año, reúne a artistas, galerías, curadores, coleccionistas y entusiastas del arte a través de sus tres ferias: Pinta Miami, Pinta BAphoto y Pinta Lima.
Además, impulsa iniciativas exclusivas como Pinta Asunción Art Week y, en 2025, Pinta Panamá Art Week, ofreciendo experiencias únicas para explorar lo mejor de sus dinámicas escenas artísticas.
Respaldada por Arte al Día, su editorial fundada en 1980, Pinta organiza también eventos exclusivos que celebran y promueven el arte y la cultura de la región.

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