Dentro de la historia del arte argentino, hay nombres que marcan un antes y un después. Ese es el caso del destacado artista Ary Brizzi quien posee una importante trayectoria. Su obra no sólo tiene trascendencia nacional sino además internacional. Por estos dí­as, y hasta el 28 de julio, se expone en el Centro Cultural "Alberto Rougés" de la Fundación Miguel Lillo, una serie de 13 obras (pinturas acrí­licas) de su autorí­a que pertenecen a la producción de los '80, '90 y 2000. La curadoria, que esta a cargo de la Dra. Celia Terán, nos pone a la luz un mundo ascético con un tratamiento pictórico riguroso. Pensar la poética de Ary Brizzi es pensar en la conjugación de dos elementos plásticos esenciales: la lí­nea recta y el color. Sus planteos compositivos, que en una primera instancia parecen reiterarse, se abren hacia nuevas perspectivas estableciendo rupturas. Sobre superficies bidimensionales, y a través de una exquisita técnica, el artista construye todo un juego de planos y ritmos en los que el concepto del espacio y el tiempo parecen desdoblarse. Así­, los pasajes de matices y tonos unidos a la vibración de los colores, enfatizan efectos de movimientos en los que las figuras se despliegan sucesivamente hacia los bordes del cuadro trascendiéndolos. La multiplicidad de formas y sentidos nos invade; el intersticio entre la materia y las ideas se amplia. Por eso, y a pesar de lo escueto en cuanto a su alfabeto, Ary Brizzi nos ofrece un mundo, su mundo, donde lo visual parece ser un simple medio para llegar al contenido; a ese plano de las ideas donde los sentidos se resignifican. De este modo, la obra de Brizzi se abre receptivamente a la mirada de los espectadores quienes la completan. Estas obras, de lenguaje despojado riguroso y sensible a la vez, evidencian la grandeza del artista y del arte argentino. Agradecemos a la Fundación Rougés el aporte, que creemos, hace al campo artí­stico tucumano presentando muestras de este nivel.