Poco más de mil quinientos kilómetros separan a San Martín de los Andes de la ciudad de Buenos Aires. Quien lo desee podrá corroborar esa distancia recurriendo a un mapa del territorio argentino y trazar una diagonal entre los dos puntos geográficos. Claro está que la distancia impresa a una escala reducida es sólo una guía de orientación, una forma de comprender relaciones que de otra manera se perderían en las vaguedades de la abstracción mental. Otro ejercicio, otro truco del pensamiento, podría arriesgarse para el espectador una vez que este ingrese al hall del edificio que alberga Hilo Frío y pueda darse la oportunidad de imaginar el espacio existente entre la cordillera de los Andes y San Telmo como una membrana osmótica virtual, un nexo entre territorios distantes pero en mutua conversación.

Valeria Conte Mac Donell (Buenos Aires 1977) es una artista visual radicada en la localidad neuquina de San Martín de los Andes desde hace veinte años. El cambio de ámbito supuso para ella una reconsideración de su metodología de trabajo: una transformación que no pudo dejar de lado lo inconmensurable del entorno y sus estrictas condiciones inherentes. Con el paso del tiempo, paisaje y subjetividad se han ido ligando hasta alcanzar un giro virtuoso al incorporar la obra al panorama cordillerano. Por consiguiente, la práctica de la artista pasó del dibujo al cuestionamiento de sus límites y luego, a la realización de obras de gran formato donde el accionar de su cuerpo resultó cada vez más comprometido hasta alcanzar proporciones performáticas. Ese camino condujo a un merecido reconocimiento de sus obras en el ámbito local así como en el internacional.

Se designa como de sitio específico a aquellos trabajos artísticos que ocupan una locación o arquitectura, sea ella no convencional o institucional, para que estas formen parte de la composición de las obras, de lo que se desprende una interrelación única con el espacio. De acuerdo a lo que indica Jimena Ferreiro en su texto curatorial, las piezas de sitio específico de Conte Mac Donell: son el resultado de investigaciones de larga duración que están ligadas a la experiencia comunitaria y a la potencia del trabajo colectivo. Monumentalidad y fragilidad se combinan en partes iguales en su programa artístico. La calma apacible y el terror indómito, la fugacidad y la permanencia, el misterio y lo revelado son sentidos opuestos que encuentran una nueva síntesis en su obra. Investigación, comunidad y síntesis de opuestos parecen ser los ejes conceptuales a tener en cuenta; ejes que de alguna manera este proyecto actualiza, exhibe y permite volver a pensar.
Hilo Frío pone el foco en trabajos que llevan ya una década y al reunirlos urden una reflexión desde el presente. Por lo tanto, hay ya sedimentadas varias capas de consideraciones acerca de los significados que anidan en los territorios, sus probables despliegues, así como también las posibilidades de ampliación e imbricación de diferentes disciplinas. En cuanto a la potencia de los vínculos cooperativos, aquí se encuentra contemplada por la participación de alumnos de talleres municipales del CIART N°5 en San Martín de los Andes y de la vecina Escuela Isauro Arancibia. Las prerrogativas de los oposiciones puestas en juego, originadas en escenarios patagónicos u otras geografías, es de estimar que experimentan en esta oportunidad un desplazamiento ya que ahora no cuentan con las fuerzas que pueden desatarse en la intemperie, sino con las condiciones que imperan en un moderno edificio corporativo citadino. Aquí las exigencias lidian con modos de contención más que con el vértigo de la expansión al aire libre. El componente telúrico fricciona con el inmobiliario y lo orgánico al enredarse con lo industrial adquiere otros contrastes. En relación a las tramas etéreas, frágiles, cuya sustentación encontraba un marco en las siluetas montañosas, ahora interactúan con las sólidas paredes de alrededor y al mismo tiempo con las transparencias que comunican con el trajín diario de la calle.

Montañas (2025) es un conjunto de 35 piezas confeccionadas con alambre, hilo, tierra, yeso y arcilla que dominan el ala derecha del salón. Todas las unidades cuelgan del techo y acaban en un contrapeso. Sus formas recuerdan a poliedros, no poseen caras pero sí aristas. Los montículos de tierra que las acompañan refieren de manera directa al título de la obra y evocan al paisaje que forma parte del hábitat de la autora. Del presente año también es Papel pizarrón, un enorme panel negro de grandes dimensiones encabezado por la leyenda en latín Eadem mutata resugo (Mutante y permanente, vuelvo a resurgir siendo la misma); frase de indudable resonancia simbólica que, junto con la espiral logarítmica, escogió el matemático suizo Jacob Bernoulli (1654-1705) para su epitafio. Además de otros enunciados escritos, se pueden ver allí, bocetos de otras obras, telas, alambres y cabellos. Completan este sector dos registros audiovisuales: Arquitectura flotante de papel (2025) y La nieve me da tiempo (2025) de Malén Otaño y Suyai Otaño.

En el ala opuesta, se distribuye un grupo de obras que tienen en común, tanto su pertenencia a otros años de producción y los materiales con que fueron realizadas, como su ubicación espacial. Se trata de madejas de alambre oxidado pintadas con látex suspendidas en el aire de las cuales dos hacen referencia a animales reales: Medusa (2020) y Pájara (2020), una a un animal mitológico: Dragona (2020) y otra a un objeto simbólico: Barco (2018-2025). Pueden entenderse ellas como ejercicios que se desprenden del dibujo tradicional - dado que mantienen la línea y la vacilación del trazo- para abrazar una progresión tridimensional; ensayos que como el espiral aludido en la pizarra antes mencionada, al tiempo que conservan, se expanden. Son la demostración de que el sentido, metafóricamente considerado, no se construye sólo en el plano.

En tránsito hacia la terraza y enmarcada por una escalera caracol, se encuentra Bola (2025), otra obra producida con alambre oxidado pintada con látex que continúa la estética de sus predecesoras. En el exterior, en cambio, se hallan dos estructuras agarradas a la tierra del jardín del edificio. Sus formas son inconfundibles, son dos Arañas (2024) hechas con alambrón oxidado y maderas. Ambas resultan un colofón explícito y no por ello inadecuado, sino todo lo contrario. Arácnidas son las estrategias planteadas, las formas de hilvanar lo colectivo, los devaneos creativos o las errancias biográficas. Los cuerpos de las arañas, eternas hilanderas, consuman la conexión entre lo terrenal y lo atmosférico.
La frialdad de los hilos que han titulado este proyecto pueden asociarse a las inclemencias del tiempo, a lo ordinario de un material no así a lo poético que anida en ellos. La calidez de lo poético reabre lo clausurado, reinventa fuerzas, habilita lo inesperado e incluso alcanza a comunicar coordenadas distantes.
El Premio Fundación Santander a las Artes Visuales que en la edición del presente año tuvo como ganador a Hilo Frío tiene como objetivo dar impulso a artistas y curadores argentinos. El jurado que que seleccionó el proyecto de Conte Mac Donell y Ferreiro estuvo integrado por Guillermo Tempesta Leeds, presidente de la Fundación Santander; Lucrecia Palacios, directora ejecutiva de Arteba; los artistas Nicola Costantino y Carlos Huffmann y Elena Tavelli, directora artística de la Fundación Santander Argentina.

Hilo frío
Hasta el 10 de noviembre de 2025
Fundación Santander: Av. Paseo Colón 1380 CABA
Lunes a sábados, de 12 a 18 hs
Entrada gratuita