Nota publicada online

miércoles 21 de diciembre, 2016
Tracey Rose en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires
Toro Salvaje
por Delfina Helguera
Tracey Rose en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires

La artista sudafricana Tracey Rosa fue convocada por el Museo de arte moderno a crear una nueva obra que pudiera reflexionar sobre otra mirada de la humanidad con una mirada lúdica y aguda. 

Tracey Rose es una artista sudafricana nacida en Durban en 1974, ha participado de la Bienal de Venecia y Lyon, en la última Bienal de San Pablo entre otras exhibiciones de importancia y ahora exhibe por primera vez en nuestro país. Son obras de sitio específico, pensadas para el contexto local, en un momento en donde en el museo se exhiben una serie de papeles inéditos de Antonio Berni y una muestra histórica de obras en papel de Pablo Picasso. Justamente para dialogar con muestras históricas es que el equipo curatorial del museo propone una exhibición de una artista contemporánea, en palabras de Victoria Noorthorn su directora “para balancear una mirada muy histórica y masculina y que tuviera un gran poder de enunciación”, y además la considera una de las grandes artistas de hoy. El foco principal de las obras en Rose es la reflexión sobre los abusos de poder del hombre con el énfasis en elapartheid, un proceso de segregación racial que estuvo en vigencia en su país hasta el año 1992.

La exhibición ocupa la gran sala del segundo subsuelo y simula ser un campo de juegos para niños, con una gran colchoneta para tirarse, un puente de colores que invita a cruzarlo y paredes pintadas por chicos. Esta elección es deliberada ya que la artista tiene un hijo pequeño que viajó con ella y su intención fue crear un espacio en donde los chicos pudieran jugar libremente no como en un espacio de museo.

Cueva de las manos en pleno montaje

La fuerza de la propuesta reside en su ambigüedad, nada es literal. En el centro de la sala la colchoneta es un gran continente de colores pastel, la Pangea, aquel que reunía América con África y otros continentes del mundo en una gran tierra, en el otro extremo replica la Cueva de Las Manos en la provincia de Santa Cruz en honor a los pueblos originarios en donde ha escrito los nombres las regiones del país con mayor índice de esclavitud, así como los barrios de Buenos Aires que registraron más esclavos en la colonia. En el centro un retrato a modo de caricatura de Adolf Hitler y Eva Braun en referencia a la teoría de que escaparon de Europa en un submarino y vivieron el resto de sus días felizmente en la Patagonia. El nazismo como concepción política de la que se nutre el apartheid, y las reverberaciones que ha tenido en la historia reciente.

La cabeza de Tsafendas

En una de las paredes laterales una gran escultura de arcilla que representa la cabeza de Tsafendas, el hombre que asesinó al creador del apartheid en 1966 y enfrentada a ésta un gran arco iris, el mismo que la artista vió dos veces en su vida, la primera de ellas fue cuando murió Nelson Mandela. La tensión se mueve entre el horror y la esperanza, entre la inocencia de la niñez y el espanto de lo que puede llegar a hacer el hombre. Los dibujos en la pared fueron hechos por Lwandle, el hijo de Rose y su amigo Tomás así como las pequeñas manos impresas en la cueva son de ellos y sus amiguitos. La producción de la muestra estuvo a cargo del museo, y la exposición fue gestada a partir de conversaciones entre Rose y Noorthorn durante un intenso año. Es interesante la posibilidad que se abre de traer artistas extranjeros contemporáneos que trabajen con materiales in situ, le aporta un aire fresco a la escena local y le brinda al público una experiencia distinta, 

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