Desde la mirada de Kemble, todo arte abstracto (o no figurativo) se apoya, en cierta medida, en la relación de los elementos plásticos puramente formales con los contenidos conceptuales del arte figurativo. Trata tal vez de excluirlo, pero nunca, o muy rara vez, lo hace del todo. Siempre hay reminiscencias, el azul connota hielo, agua, cielo, melancolía, o simplemente frío. El rojo, pasión, fuego o agresión. Determinados verdes, frescura, tardes estivales o ternura. Otros verdes, la exuberancia de los trópicos.

En el texto para el catálogo de la exposición de 1974, en la Galería Bonino, Kemble dijo:“Yo, que desde hace veinte años he sido considerado un pintor no figurativo, porque gracias quizás a mi afición por la música siempre me he regodeado con las relaciones formales en cualquier expresión artística, me encuentro ahora pintando paisajes. O por lo menos pinturas que, por un proceso asociativo normal en una cultura que utiliza determinados códigos comunes a todos, podrían denotar referencias a una naturaleza real o imaginada. A través de la experimentación con los valores plásticos pretendidamente puros, me he ido encontrando con elementos de mi pasado, reminiscencia de imágenes vistas, pero apenas recordadas, visiones fragmentarias de mi experiencia y proyecciones de mi propia fantasía, como podría ser la naturaleza en otros planetas desconocidos pero concebibles.”

Kenneth Kemble formó parte de lo que se conoció como "informalismo", un arte que luchó contra la figuración y contra las vanguardias geométricas derivadas del cubismo. Este movimiento trabajaba desde lo táctil de la materia y la sensualidad de la pintura. En nuestro país tomó características de los movimientos europeos y norteamericanos pero adaptadas a la realidad argentina. El empleo de materiales de desecho como chapas, papeles de lija, clavos, trapos rejilla, vidrios, frazadas en la obra de Kemble abrió el camino al objeto, las instalaciones y al arte de acción. Conceptualmente su obra trabaja también con contenido político. Su serie de "Paisajes Suburbanos", realizada entre 1958 y 1960, hace alusión a los asentamientos en los cordones urbanos que se trasladó del campo a la ciudad. Posterior a la muestra de arte destructivo en la Galería Lirolay, dio pase al conceptualismo y fue uno de los fundadores en la Argentina de lo que se consideró, entonces, como "la gran ruptura" en pos de la total espontaneidad.

En la galería, que se encuentra en José León Pagano 249, se muestran en total 13 pinturas del artista, en acrílicos de gran tamaño, y 13 collages sobre papel.