Nota publicada online


En un año importante para la galería que hoy llevan adelante Orly Benzacar y Mora Bacal, hija y la nieta de la iniciadora de la célebre galería, que hoy que cumple sus 60 años. Este 2025 lo celebró con muestras de artistas que han acompañado a la galería a lo largo de los años. Esta es parte de la última etapa del ciclo de exposiciones del año y cierre de un gran homenaje. Y, como broche de oro, acaban de anunciar la apertura de una “vidriera” en Puerto Madero.

Pablo Siquier
No se qué sentir
La primer sorpresa es ingresar a la sala es que no vemos nada de lo que esperábamos encontrar: no reconocemos la obra de Siquier. No vemos esa obra tan característica, en blanco y negro, depurada y formal, grillas casi prefectas en las que sólo aparece la sombra para otorgarles cierto volumen. En su lugar, una línea pequeños árboles pintados sobre papelitos, que podrían ser hojas de un cuaderno de colegio y unas enormes pinturas al óleo, donde el color y la textura son los protagonistas. La naturaleza y la emoción se apoderaron del alma del pintor.
“Un día redescubrí mi habilidad con el lápiz, redescubrí mirar la naturaleza, observar lo que estaba fuera de mí y no recorría mi mente sino que sólo que estaba allí; algo que me supera y me excede. Entonces fue como una llave, algo que se abrió. Esta nueva etapa me permitió reencontrarme con la sensualidad del óleo -el óleo con el que pintaba desde que era chiquito-, con la textura, con los colores, con un montón de situaciones que habían sido excluidas en mi trabajo por siglos. Y de allí viene el desconcierto. La muestra se llama “No sé qué sentir” porque siempre supe qué sentir o, mejor dicho, supe qué no sentir y ahora no sé más. El título es un poco el resultado de esa incomodidad o de esta incomprensión o de este desconcierto. Tampoco no sé hacia dónde van, por primera vez en mi vida.”
Primero fueron los arbolitos y más tarde las pinturas abstractas, “pero éstas son impensadas sin los primeros; estos arbolitos me permitieron volver a sentir y expresar mis emociones. Depués llegaron los bocetos a color de las pinturas abstractas, también en cuadernos. Cuando tuve unos cien, elegí uno y comencé a pintar en gran formato y al óleo. Desde ese momento todo cambió en mi taller. El olor a tramontina y una gran tela fondeada de amarillo me producen una gran felicidad”.

En una de estas obras, por ejemplo aparece la tapa del álbum de The Strokes una pasión que comparte con su hija, quien también es fanática de la banda. Antes su trabajo era muy estricto y carente de emociones. La pintura abstracta siempre termina imponiéndose, pero ahora tienen materia y naturaleza, en algunas, incluso, aparece corteza de árbol. En todas hay algo emotivo y emocional interviniendo; se trata de un trabajo más poroso y receptivo que antes.
También aparecen por primera vez palabras en su obra: un poema y una serie de nombres: como por ejemplo, “Salotto”, una curva muy famosa en el Autódromo Gálvez; una curva a fondo que seguramente se relaciona con esta nueva etapa de la vida de Pablo Siquier.
“La vida nos transforma y, aunque no siempre en la dirección deseada, ser flexibles nos permite adaptarnos. A menudo, las cosas no suceden como imaginamos, pero eso también es parte del proceso,”concluye Siquier.

Chiachio & Giannone
Refugio
La segunda sorpresa de esta muestra en Ruth Benzacar es entrar a la pequeña sala y pensar que entramos a una sala de un museo con pequeñas pinturas de floreros barrocos dispuestas a modo de prolijo horizonte. ¿Y dónde están los enormes textiles de la dupla artística que esperábamos ver?
Y es que, en esta oportunidad, Chiachio & Giannone decidieron reinterpretar el género de la naturaleza muerta barroca para pensar el presente. Un proyecto que iniciaron antes de la pandemia. “La naturaleza podría acabarse y hemos comenzado a crear refugios representativos de una naturaleza en miniatura, inspirándonos en las naturalezas barrocas y la cerámica de la cultura comechingona, un pueblo originario de Córdoba”. Pues es allí, precisamente en San Javier, en el medio de las sierras cordobesas, entre flores, animales y objetos simbólicos del arte que pertenecen a esa región, los artistas abrieron su nuevo taller, un refugio donde conviven el artificio, la memoria y el deseo.
La actual muestra es muy tradicional, es de dibujo y pintura. Aquí no hay textiles. “Pero ambos venimos de la pintura, somos pintores, nuestra formación académica es de la pintura, y nos interesa la traducción de la pintura en otros soportes, en otros lenguajes, otras técnicas.” En este caso es una técnica de gouache -similar a la témpera-, sobre papel entelado; hay una innovación tecnológica que son los vidrios que se usan en los museos, no reflejan y las protejen. Otra características es que en estos “floreros" aparecen animales y cerámicas Comechingonas- una cultura que perteneció a la parte final del Imperio Inca y que básicamente eran afareros-. A partir de fragmentos de cerámica que se fueron encontrando en la zona, el Museo de Antropología en Córdoba y otro en el norte de Córdoba, estudian estos fragmentos de cerámica para recomponer diseños de los pueblos originarios.
Ambos artistas participaron recientemente de una residencia en Vancouver con pueblos originarios de Canadá, donde se recolectaron fibras para hacer cestos y participaron en ceremonias culturales. Allí tomaron conciencia de la importancia de respetar y aprender de la naturaleza en la vida cotidiana de estas comunidades.
Estos floreros fueron pintados principalmente sobre mesa, evocando la experiencia de hacer tareas escolares, un proceso que vivieron como una pausa y un recreo mientras siguen trabajando en la serie"Madurones"; seis grandes bordados que presentarán el Art Basel como invitados.
En la segunda salita se exhibe el primer dibujo que ejecutaron juntos como pareja de artistas y de vida. Una bellísima pieza que fue la base de un gran textil. Un dibujo que revela la importancia de la improvisación y la estética de la precariedad en el proceso creativo, mostrando que los materiales imperfectos y las técnicas simples son parte de la historia del arte. Chiachio & Giannone reflejan una visión de fe y resiliencia para los artistas más jóvenes, sugiriendo que pueden comenzar su camino artístico con valentía y desde una posición de precariedad, similar a lo que experimentó la generación de principios del 2000.