Nota publicada online

domingo 15 de diciembre, 2019
Sergio de Loof en el MAMBA
Monarca irreverente del under porteño
Oybin, Marina
por Marina Oybin
Sergio de Loof en el MAMBA

La actual exposición da cuenta de la creatividad enardecida y desbordante de Sergio De Loof, con la que ha combinado hasta igualar el quehacer comunitario y la expresión individual, la pobreza y el lujo, el paladar aristocrático y el gusto popular. Siempre en el límite entre el arte, la moda, el diseño y el escándalo, puso en jaque con irreverencia crítica y humor corrosivo lo que entendemos por arte.

En las pilas de ropa del Cotolengo Don Orione y en las del Ejército de Salvación, Sergio De Loof encontró la materia prima para sus fabulosos diseños. Buscaba con fruición: conoció el brocato y la seda, géneros que le fascinaron. “Muchas telas estaban podridas, pero yo las usaba igual”, dijo en una oportunidad de sus hallazgos. Con esas telas usadas, viejas, con pasado glamoroso, hizo vestidos y trajes hiperbarrocos oropel trash. Definió sus creaciones como “una moda hermosa para pobres y feos”. Un mix que incluía lo plebeyo y sofisticado en dosis irreconocibles.

Sergio de Loof vistiendo a Amaya Bouquet para una producción de fotos, 2001. Fundación IDA

Muchos de esos diseños fueron reelaborados por el artista en ¿Sentiste hablar de mí?, su primera exposición antológica que, con curaduría de Lucrecia Palacios, reúne en nueve ambientaciones sus trajes, creaciones, films y videos, realizados desde mediados de los años ochenta hasta hoy. Para reconstruir el material de época, se tomó como referencia un centenar de videos VHS que el artista guardaba y que fueron digitalizados por la Fundación IDA, a quien De Loof donó su material fílmico. Colaboraron el Museo del Cine, el Museo de la Ciudad y el Complejo Teatral de Buenos Aires.

Cuaderno de Sergio de Loof

Se incluyen en la exhibición el film El Cairo, el final del desierto (en Súper-8, de 1987), una tragedia romántica. Y Geografía, una versión de un proyecto reciente que el artista realizó en 2018 cuando fue invitado a hacer una exposición en la Escuela de Arte y Diseño HEAD, en Ginebra.

De Loof no sólo fue diseñador de moda, videasta, fotógrafo, escenógrafo y pintor, sino que fue alma mater de la noche porteña de los noventa. Artífice de boliches, bares y restaurantes, marcó el sello del under porteño con El Dorado, el Morocco, Ave Porco, Café París, Club Caniche, El Diamante, entre otros. Con sus creaciones, arremetió contra la uniformidad del canon establecido en cuanto al gusto y al disfrute en la noche. “En cierto momento, sentí que era responsable de la noche de mi ciudad”, señaló.

De Loof unió de manera potente arte y vida. Desató una agenda cultural que copaba sus espacios con desfiles, exposiciones y obras de teatro. Un aire de profunda libertad renovó la noche. Y no sólo propició que se compartiera charla, vino y comida —en uno de sus restaurantes se servía pastel de papas hecho por su madre, Blanca Nieves, a quien dedicó, entre otros, su muestra en el museo—, sino que todos los que trabajaban en los boliches vivían en una especie de comunidad: dormían en el sitio, comían juntos, limpiaban el lugar y a la noche de vuelta a trabajar.

Para la decoración de El Dorado, De Loof contó que llevaron “cientos de camiones cargados de telas y muebles”. Engrampadora en mano, creó un palacete deslumbrante. Por ese sitio forrado de brocato y cucardas drapeadas, pasaron personajes del under y de la farándula. En Ave Porco, con material de rezago, pedazos de botellas y bolitas de vidrio de colores, De Loof quiso levantar una arquitectura homenaje a Gaudí: creó un estilo inolvidable para quienes pisamos el boliche de la Avenida Corrientes.

Sus boliches, antítesis de bailes con patovica en puerta, eran instalaciones artísticas donde había lugar para la diversidad. Una fiesta compartida que sumaba travestis y drag queens. Contra los parámetros estéticos dominantes, De Loof dio espacio para las disidencias corporales y sexuales. Los modelos —que eran amigos suyos, personajes del conurbano y, más tarde, sumó piqueteros y “rolingas”, desfilaban sin cobrar, sólo se quedaban con las prendas— llevaban con orgullo su singular belleza. Monarca irreverente del under porteño de los noventa, De Loof desafió los cánones establecidos, democratizó la nocturnidad.

Museo de Arte Moderno:

lunes, miércoles, jueves y viernes de 11 a 19.

Sábados, domingos y feriados de 11 a 20

Entrada general: $50.

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