Eso fue, precisamente, lo que ocurrió la tarde del miércoles 9 de noviembre en la capital provincial, cuando la artista -por vez primera en una provincia- inauguró una variada retrospectiva: la térmica estalló como si hubiese llegado un tsunami y sólo se vivió la magia del arte.
El evento no sólo congregó a numerosos santiagueños sino que, también, convocó la presencia de más de un centenar de estudiantes de bellas artes tucumanos, que se dieron cita en el impactante Centro Cultural del Bicentenario, que se mostró acogedor en su simbiótica y moderna estructura. Allí, los concurrentes tuvieron oportunidad de participar de una experiencia plástica singular: El Happening "Acción, Arte y Pancartas", en el que la reina del Pop-Art argentino repartió en decenas de coloridos carteles, que mostraban palabras de estímulo participativo: Quiero, Sonreir, Sí, No, Arte, Cultura, Comunidad, Todo, Posibilidad y Ser feliz, casi como un amable mandato. En medio de todo ello, Minujín daba instrucciones con su característico megáfono, dirigiendo a los espectadores que, sorprendidos, bajaban, subían y giraban sobre ellos mismos, al tiempo que repetían, una y otra vez, las consignas, conformando un colectivo que se expresaba con todo el ingenio y desenfado que la artista había sabido provocar.
Como señalara el curador de la muestra, Rodrigo Alonso, para Minujín "el arte es, ante todo, un medio para comunicarse con los demás, para trastocar rutinas y corsés, para transmitir energía creativa, para despertar en el espectador su potencial transformador de la realidad".
Presentes en el acto, el gobernador Gerardo Zamora y Sara Liendo -Directora ejecutiva del Centro Cultural- inauguraron la exposición y entonces el público pudo disfrutar a sus anchas -quizás por primera vez- de la obra de esta reconocida artista. Con inocultable interés se mezclaron, observaron y apreciaron las más de cien obras expuestas; pinturas, esculturas, videos, fotografías y, aún, bocetos de proyectos futuros de esta inagotable fuente creadora.
El itinerario conformado con la coordinación general de Roxana Olivieri y el cuidadoso montaje de Daniel Fisher permitió conocer obras de distintos períodos, especialmente seleccionadas para la ocasión: Las fotografías permitieron apreciar su primer happening (1964), realizado en el programa del canal 7 de televisión, La campana de cristal y que produjo su expulsión del set por su conductor, Augusto Bonardo. También Pago de la deuda externa con maíz, realizada con Andy Warhol (1985) y algunos de la serie Intercambios, con personajes que obligaron y -aún hoy- obligan una cuestionadora reflexión sobre la realidad latinoamericana. No son menos inquietantes sus obras participativas, como el Carlos Gardel de Fuego (1981) o el Panteón de los libros (1983) o sus emblemáticos "colchones" (1963), ahora transformados y renovados en Impacto a la memoria, (2010), con múltiple colorido y el movimiento que le aportan los videos proyectados sobre esta superficie.
Una buena noticia es que su escultura Catástrofe de la percepción, de componentes tan clásicos como contemporáneos, en la que prima el desplazamiento y la fragmentación del espacio, se incorpora desde esta muestra al patrimonio de la provincia.
El arte también puede despertar pasión de multitudes y Marta Minujín lo demostró -una vez más- esa cálida noche de primavera, mientras firmaba cientos de pancartas y catálogos que el público afanosamente le requería. Sabrina, de tan sólo nueve años, logró el suyo recién la mañana siguiente y, entonces, también para ella, se hizo realidad la magia del arte.