Nota publicada online

martes 5 de abril, 2022
Salvo & Damonte
Reflexiones sobre la Inmaterialidad
por María Carolina Baulo
Salvo & Damonte

Estructuradas en dos espacios separados físicamente pero conectados de manera conceptual, la galería Miranda Bosch presenta las muestras “La Obsesión de la Forma” de Leonardo Damonte y “Consideraciones Acerca de la Materia” de Hernán Salvo. En la planta baja Damonte y en el primer piso Salvo, cada propuesta despliega a su vez dos situaciones que tienen en común la presencia de la luz, la pregnancia de las paletas de color, la economía de recursos y la puesta en diálogo de las obras con el espacio que transita el espectador.

Dice Rodrigo Alonso sobre “La Obsesión de la Forma”: “Los trabajos de Leonardo Damonte surgen de la desfuncionalización y resignificación de materiales de uso común. Mediante procedimientos que van desde la investigación formal a las asociaciones imaginativas, de la necesidad al capricho, el artista da vida a complejas estructuras metálicas y lumínicas que plantean, al mismo tiempo, situaciones perceptivas, sensoriales, plásticas y conceptuales precisas.” El impacto de los objetos cotidianos, a modo de verdaderos ready-made, privados de su función original, los colores incandescentes que dificultan la mirada directa, crean caprichosas piezas de luz que ponen en jaque el debate entre la potencia de la materia física y su inmaterialidad. Damonte reafirma así la pregunta por las relaciones entre forma y función, entre la estructura de un objeto y su destino práctico asignado, señalando la importancia y la esencia del material como medio para dar vida a las formas, apelando a la geometría como alfabeto básico de la composición de las obras. Ese interrogante sobre la funcionalidad y finalmente, qué son estos trabajos ubicados en el espacio, es algo que deberá resolver el espectador al  observar las obras las cuales, fieles a ciertos códigos del arte contemporáneo, desafían las lecturas cerradas, apuntando a un ejercicio mental al tiempo de un goce estético producto de la presencia de las piezas per se, por su armonía y, si se me permite el oxímoron, “cálida frialdad”. En esta propuesta el acento recae sobre las formas, haciendo del color un compañero fiel pero no el protagonista.  La forma como oda al diseño, en la belleza que emerge de la interacción de las partes más allá de lo funcional. Un “estética de la antifuncionalidad”, citando al artista, creando un foco de reflexión que propone un espacio atemporal, un vacío creativo que habilita nuevas miradas sobre trabajos que a simple vista siguen un hilo conductor con toda la producción de Leonardo Damonte -fundamentalmente por los elementos compositivos utilizados- pero que al modificar deliberadamente el eje de atención provoca un desplazamiento de la percepción que ejercemos sobre ellas y la asignación de sentido que, en este caso, habrá que buscarlo más en las formas que en los contenidos.

En “Consideraciones acerca de la materia”, Hernán Salvo integra distintas series pero no a modo de retrospectiva sino generando diálogos entre ellas en una suerte de instalación de pared donde todas las piezas reflexionan sobre la deconstrucción de la materia, potenciando así el capital simbólico de cada trabajo. En una segunda sala -generada a partir de un telón- un espacio más íntimo, silencioso y solitario, sumerge al visitante en una experiencia cromática frente a dos obras. Según cuenta el artista, en sus obras podemos encontrar temas relativos al universo, temas esotéricos, manifestaciones de la percepción y laberintos. En esta suerte de “muestrario”, citando a Salvo, presenta trabajos que van desde composiciones de corte minimalista a otros de un trato más gestual, todos cuestionando la materia, apelando a la geometría como eje para organizarla, haciendo que su representación cobre múltiples formas: pinturas, esculturas, objetos y piezas lumínicas. Sin embargo, como adelantamos, es lo inmaterial y su manifestación en la obra lo que en este caso interesa al artista. Clara Rios dice en el texto de sala: “Con una museografía suprematista, Salvo exhibe piezas que tienen como punto de partida combinar superficies de color separadas por bordes precisos, cuya proyección lumínica imposibilita al ojo fronteras claras. Lo concreto se vuelve difuso y una fuente de luz que no existe se hace presente. Los tonos están perfectamente delineados y separados, pero es el color mismo el que insiste en proyectarse sobre su vecino. Borroneando los límites de la pintura hard edge, lleva al extremo la relación entre los colores para crear entre ellos una tensión y una inevitable proyección.” Tenemos aquí una vez más, la utilización de recursos inmateriales para poner en crisis la solidez física, la presencia incuestionable de la materia: en la obra de Hernán Salvo la luz opera como un dispositivo que corroe las certezas e invade al espectador de dudas, derribando límites, fronteras y lecturas unidireccionales.

Notas más leídas