Nota publicada online

martes 7 de mayo, 2013
Roberto Aizenberg en la Colección Fortabat
por Laura Casanovas
Roberto Aizenberg en la Colección Fortabat

Curada por Valeria González, se presenta la muestra "Trascendencia/Descendencia"con obras de Roberto Aizenberg (1928-1996) y artistas contemporáneos, en la Colección de Arte Amalia Lacroze de Fortabat. 

Frente a una obra de Roberto Aizenberg percibimos misterio, poesía, ensueño, rigor formal, enigma y un profundo y casi audible silencio. La simplicidad de los motivos representados –torres, edificios, maniquíes, figuras geométricas- es parte de una creación compleja de gran atracción. La exposiciónTrascendencia/Descendencia, en la sede de la Colección de Arte Amalia Lacroze de Fortabat, constituye una nueva y bienvenida oportunidad para adentrarnos en la obra de este gran artista argentino que, si bien formó parte de la tendencia surrealista, excede toda clasificación. Aizenberg partía del automatismo psíquico que plasmaba en buena cantidad de bocetos, para luego realizar la obra final a través de un trabajo minucioso y consciente. En esta muestra, curada por Valeria González, hay 65 trabajos de colecciones privadas y públicas, entre óleos, dibujos, collages, esculturas y grabados de distintas épocas. Allí están las pinturas de formas geométricas y facetadas sobre fondos en los que se delimitan dos planos mediante una línea que funciona como horizonte; las esculturas de madera pintada de filiación surrealista; los collages y dibujos de “humeantes”, que es otro de los motivos característicos del artista. A ellos se suman las pinturas de edificios con ventanas que siguen un riguroso ritmo formal y las torres de formas cónicas. 

Aizenberg había nacido el 22 de agosto de 1928 en Villa Federal, un pequeño pueblo de la provincia de Entre Ríos. Sus padres eran inmigrantes judíos provenientes de Ucrania. En 1948 asistió brevemente al taller de Antonio Berni y, dos años después, conoció a quien sería su gran maestro, el pintor Juan Batlle Planas. En 1963 formó parte del envío oficial a la Bienal de San Pablo y, en 1969,  inauguró una retrospectiva de gran repercusión en el Centro de Artes Visuales del Instituto Di Tella, entre otras importantes exposiciones.

La actual muestra pone de manifiesto, asimismo, los vínculos existentes entre la obra de Aizenberg y la de jóvenes artistas contemporáneos. Otra evidencia de la gran atracción que ejerce. El año pasado, la exposiciónAizenberg y Amigos, curada por Victoria Verlichak en la Fundación Proa, ya mostraba estos vínculos que la exposición en la Colección Fortabat amplía. “Así como Aizenberg tuvo la convicción de poseer un padre artístico (Juan Batlle Planas), él mismo se convirtió en un referente respetado, admirado y hasta venerado por muchos jóvenes artistas que hoy protagonizan la escena local. Si él, como a menudo afirmó, buscaba en su obra la trascendencia, ésta se materializó no sólo en los valores semánticos y plásticos de su trabajo, sino también en las múltiples estelas que constituyen su descendencia artística”, escribe Valeria González en el catálogo de la presente exposición.  Son parte de esta descendencia que la curadora señala las obras expuestas de Magdalena Jitrik, Daniel Joglar, Santiago Porter, Pablo La Padula, Cristina Schiavi, Mariano Vilela, Lucio Dorr, Amadeo Azar, Nuna Mangiante, Max Gómez Canle, Mariano Sardón-Mariano Sigman, Silvana Lacarra y Lux Lindner. En cada caso, varía el motivo de la filiación: similitud temática, modo de trabajo, estructura formal, admiración. Alrededor de 1958, el artista comenzó la primera pintura de la seria “padres e hijos”. En la muestra encontramos dos conmovedores cuadros de esta serie, de 1962, donde se representan dos figuras diminutas –un hombre y un niño- , de espaldas y tomadas de la mano, que miran una gran muralla, en un caso, y un paisaje inmenso, en otro. Aizenberg murió el 16 de febrero de 1996, pero su obra trasciende, de esta forma, tanto por su complejidad y belleza, como por su descendencia artística que honra y destaca sus cualidades.
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