No se trata de un conjuro para controlar un amor no correspondido; sin embargo un hechizo se apodera del espectador cuando ingresa a una sala donde flota una reconfortante sensación de estar atravesando un espacio sin tiempo. Varios grupos de maniquíes vestidos con sensuales modelos de Pablo Ramírez nos sumergen en el mundo de lo femenino. El las paredes, inmensas fotografías de Luciana Val y Franco Musso – dos reconocidos fotógrafos de moda- completan la escena.

Referente indiscutido de la moda argentina, Pablo Ramírez es el favorito de las celebridades a la hora de elegir un modelo que las hará brillar en la alfombra de la inmortalidad. Y este será inevitablemente negro.

Nacido en el pueblo bonaerense de Navarro, asistió al colegio de monjas desde el jardín de infantes hasta terminar la secundaria. Seguramente este es el origen de la silueta negra, totalmente realizada en cuero y recientemente recuperada, que personifica su primer obra; aquella que fue la puntada inicial de su carrera, y que se exhibe en el núcleo que reúne la Colección Casta. La pieza había sido adquirida la productora de modas Dolores Navarro Ocampo en una subasta en el año 2.000.

La Colección Patria, del 2001, fue la primera en la que trabajaron con Luciana como fotógrafa y Franco que en ese momento era modelo. A partir de ese momento lo hicieron siempre juntos ya que, como sostiene Carrascal, comparten aspectos conceptuales y estéticos como la mirada sobre el pasado, el glamour y la elegancia que rescatan las vanguardias del siglo XX.

En el año 2001 le afectó muchísimo la crisis y lo que pasó con la gente y en las calles. Sintió que quienes se quedaron a vivir aquí estaban “haciendo patria” y era importante rescatar el valor de este concepto.

Después del 2001 y, a partir de tratar de descubrir quienes somos y de dónde venimos, nació este homenaje a los inmigrantes y a quienes se fueron a vivir al campo y construyeron el país. La Colección Pueblo, representada en un enorme mural, se presentó en el 2002 en el Edificio de los Inmigrantes cuando aún no era Museo, un lugar donde se cocinó el “ser argentino”.

Colección Bicentenario, nació a partir de una convocatoria para un desfile que se hizo en el Rosedal y en el que 10 diseñadores interpretaron una década. A Ramírez le tocó la década de los ’50 para ello eligió los íconos de Eva Perón y Dior.

El centro de la sala resume el trabajo principal de Ramírez. Aquellos modelos icónicos -desde el año 2.000 a la actualidad-, todos negros, en los que se destaca la silueta femenina.

La única nota de color de la exposición está dada en la serie “Caperucita Roja”, especialmente concebida para la muestra, en la que un par de impactantes capas flotan creando un sugestivo clima de misterio.

En el universo de Ramírez conviven la imaginería de Manuel Puig, la España de Federico García Lorca y el misterio de Silvina Ocampo. Precisamente a partir de estas estéticas, vistieron, personificaron y fotografiaron a distintas mujeres con las que comparte un vínculo: su madre y su hermana, la periodista Felisa Pintos, Cecilia Roth y Cristina Vanegas, entre otras. Este juego se corporizó en una lúdica galería de fotos y, a partir del registro de la producción, nació el video de Ignacio Mayorens titulado La Intrusa, imágenes filmadas en VHS o el Super 8 que completan el trabajo.

Lejos de cualquier conjuro, esta poética muestra invita a recorrer los sinuosos pliegues de lo femenino.