Nota publicada online

miércoles 23 de febrero, 2022
Plan De Juego:
Una charla con Rodrigo Alonso . Por María Carolina Baulo
por María Carolina Baulo
Rodrigo Alonso Foto:  Patricio Pidal para Fundación Proa
Rodrigo Alonso Foto: Patricio Pidal para Fundación Proa

Más de 80 artistas de distintas generaciones y miradas estéticas diversas, en esta exposición que puede visitarse hasta marzo. Se trata de una experiencia estética y emocional que pone de manifiesto la importancia del arte como fuente de ideas e imágenes que nos ayudan a repensar el mundo en el que vivimos.

Una aproximación lúdica al arte argentino es una apuesta fenomenal de la Fundación Proa. Inaugurada en Diciembre 2021 y con perspectiva de sostenerse todo el verano, la exquisita muestra -repleta de detalles curiosos, escenarios que pasan de lo macro a lo micro de la intimidad, integrando los más variados soportes y materialidades tanto plásticas como visuales del arte- destaca la relevancia que tienen los juegos, juguetes y deportes como disparadores creativos en el campo artístico, específicamente de los artistas argentinos, pero también dando cuenta del fuerte impacto que provocan en el imaginario colectivo de los espectadores, quienes establecen una empatía cuasi inmediata y asociaciones que comprometen sus emociones, recuerdos y sentimientos, llamados a volver al plano de la conciencia. Más de 80 artistas de distintas generaciones y miradas estéticas diversas, que marcaron un antes y un después en el plano nacional e internacional haciendo eco en las generaciones más jóvenes, quienes sostienen con su obra dignamente el peso de compartir un espacio con las “leyendas” del arte local, forman un corpus de trabajos elegidos desde la perspectiva magistral de Rodrigo Alonso quien logra dar con un punto ciego común que los hermana en una situación puntual creada por el curador de la muestra. Presentamos aquí un mano a mano con Alonso para que comparta con nosotros su experiencia creativa al frente de éste, su enorme Plan de Juego. Espero que lo disfruten.

Foto: Patricio Pidal para Fundación Proa

Maria Carolina Baulo: Una muestra desafiante por sus dimensiones, complejidad de integración bajo un concepto amplio como es el del juego, un abanico fenomenal de artistas que presentan desde juguetes inventados hasta obras robóticas de una contemporaneidad extrema. Un trabajo curatorial que requiere una pesquisa minuciosa dentro de la producción de los artistas más representativos del arte argentino de los siglos XX y XXI, una selección de obras que puedan dialogar estableciendo un puente generacional, confrontando, de manera simultánea, ideologías y puntos de vista críticos. ¿Cómo se aborda un proyecto de esta magnitud en términos de tiempos y logística?; ¿En qué instancia llega la propuesta a tus manos o es pensada desde cero por vos?

Rodrigo Alonso: La exposición tiene un origen variado. En principio, se relaciona con las aperturas de los espacios artísticos tras un largo tiempo de cierre y/o limitaciones. Arte en juego es una exposición que invita a la gente a salir de sus casas y dirigirse a La Boca, especialmente en familia, con una propuesta para todas las edades. Por otra parte, es un proyecto que se inaugura luego de las elecciones legislativas y todo el clima bastante agresivo en el cual tuvieron lugar. Nos pareció un buen aporte una exposición que apuesta a la alegría, lo lúdico, la participación. Finalmente, la Fundación Proa tenía programada para Febrero la llegada de una exposición de obras artísticas internacionales en RA (realidad aumentada) que el público debe descubrir con sus teléfonos celulares (Un panorama de este mundo).Arte en juegosería, entonces, una suerte de preludio a esta exposición desde la perspectiva de artistas locales, anticipando cómo los juegos aparecen en la producción estética introduciendo un campo de trabajo específico. En cuanto al abordaje del proyecto, si bien se realizó en un tiempo más bien corto, es en realidad el resultado de muchos años recolectando informaciones, obras artísticas, imágenes… la tarea que hacemos por lo general los curadores de manera permanente. No se podría haber hecho de otra manera. No obstante, hay ciertas pautas que establecí desde el comienzo que hacen al carácter particular de esta exposición: (1) que no sea una muestra cronológica, para no generar un sentido evolutivo (2) que no sea una muestra exhaustiva, para dar a entender que el tema sobrepasa su presentación en la Fundación Proa y puede seguir siendo investigado y repensado (3) la mezcla de generaciones y estilos, que le da un aspecto “lúdico”, casi caprichoso, al diseño curatorial y expositivo, y que construye encuentros e interrelaciones insospechadas, incluso para mí mismo. Estoy seguro de que el público encuentra múltiples relaciones que yo no pensé entre las obras y los artistas. Dejar este espacio abierto a la participación es una parte importante del proyecto expositivo.

MCB: La muestra se estructura en 4 salas. Antes derepasar el recorrido, me gustaría que nos contaras cómo elegiste los 4 tópicos que lo ordenan: si primero seleccionaste a los artistas y luego las obras por sí mismas “pedían” esas agrupaciones o si previamente tenías en mente los grandes esquemas y en base a ellos, organizaste la dinámica de la muestra.

RA: En realidad partí primero de las obras y luego fui construyendo los ejes temáticos. Intenté ser muy amplio en la primera selección de obras, incluyendo tanto trabajos más bien ilustrativos como conceptuales y críticos. Luego fui delineando algunas ideas y agrupaciones, pero con la idea de no modificar las tensiones que se establecen entre perspectivas tan diferentes. Los agrupamientos no tienen por objetivo “facilitar” la lectura sino erigir bloques de sentido que puedan ponerse en diálogo y den cuenta de la amplitud de los abordajes al tema del juego en las artes argentinas. Si bien la muestra no es cronológica si hay una lógica de introducción de los contenidos, hay un tránsito desde ciertas formas de lo lúdico que se van transformando con el tiempo y que desembocan en la contemporaneidad tecnológica.

MCB: La impactante instalación de Daniel Joglar recibe al espectador en la Sala 1. En un mural que se extiende cual empapelado por todas las paredes dejando al espectador, literalmente, atrapado entre tableros y juegos de mesa. Un monumental collage junto a objetos, juguetes, fotografías que crean una suerte de baúl de los recuerdos inmersivo. ¿Cómo pensaste este trabajo que, además, tiene a un solo artista como protagonista?

RA: Este trabajo fue creado exclusivamente por Daniel Joglar y fue un hallazgo. Sabemos que el trabajo de Joglar se suele caracterizar por la síntesis casi minimalista y el ordenamiento impecable. Por momentos pensamos que iba a colocar unos pocos juguetes en una mesa y nada más. Y sin embargo vino con esta propuesta muy desafiante, no sólo desde el punto de vista de la producción sino también desde los conceptos. Porque realiza un cruce muy sugerente entre historia y contemporaneidad, materialidades, realidad y ficción, memoria y emoción. Y sin dejar de lado su mirada tan singular, precisa en la diversidad, que funciona como una introducción inigualable a la exposición sin dejar de ser una obra específica.

MCB: La segunda sala es un golpe directo al corazón. Integrada por obras de artistas como Berni, Benedit, Ferrari, Solar, Porter, Marín, Giménez, Puzzovio, Macchi, Schiavi, Florido, Aja Espil, Maresca -por nombrar solo algunos- múltiples materialidades, soportes y presentaciones formales, se despliegan allí una enorme cantidad de obras que gravitan entre la emoción y la nostalgia y aquellas que apelan al ingenio. Juegos y juguetes tradicionales es el eje conceptual de estos trabajos que son, ante todo, testimonios del contexto donde fueron creados. ¿Cómo se dio la  interacción entre ellos y cómo elegiste qué artistas integrarían la sala?

RA: Como te decía antes, el punto de partida fueron las obras. Hubo un trabajo bastante arduo de buscar artistas que hubieran abordado el territorio de juegos y juguetes desde perspectivas muy diferentes. Desde el principio supe que la exposición tenía que tener, sobre todo, diversidad. Así surgieron cruces buscados y otros imprevistos, que es la parte abierta a la participación del espectador. También me preocupé por poner en diálogo a artistas de diferentes estilos y épocas, provenientes de contextos muy dispares. Este tipo de cruces siempre es muy productivo. Cuando vemos la obra de Oligatega al lado de la de Edgardo Giménez parece un choque osado, pero en el fondo son dos propuestas con el mismo carácter “juguetón” que reivindican el potencial lúdico del arte. La sucesión de Antonio Seguí, Rosana Fuertes y Manuel Aja Espil aporta un diálogo intergeneracional que ofrece muchas aristas para explorar. Como las relaciones entre Juan Pablo Cambariere y Luis F. Benedit o Fabián Bercic y María Silvia Corcuera. Es la labor del curador: crear interacciones que amplían los valores de cada uno de estos artistas u obras individuales. En la Sala 2 hay un espacio con varias obras juntas que reproduce un poco la magia de entrar en una juguetería. En el catálogo de la exposición estamos reproduciendo un texto de Charles Baudelaire que se llama “Moral del juguete” en el cual el poeta francés recuerda la sensación infantil de entrar a un cuarto lleno de juguetes. Es el cuarto de los tesoros que nos deja boquiabiertos. También hay un cuarto con tableros de juegos “mentales” que diferentes artistas han trastocado con propuestas críticas e irónicas. Y hay animales, muñecos, peluches, trencitos, autitos, etc. Objetos e imágenes que a cada espectador impactarán de diferente modo.

MCB: El mural de Valeria Calvo nos lleva de la sala 2 a la sala 3 donde pasamos a los deportes. El deporte visto desde múltiples ángulos: como medio de superación, como hecho deportivo en sí mismo, como proyección de un posible acceso a una vida económica confortable, como una historia de victorias y fracasos, como un espacio de conexión con la salud, entre tantas miradas posibles. Otro enorme grupo de artistas se suma en esta sala pero quizás podemos destacar un trabajo que tiene la particularidad de invitar al espectador a jugar al mismo tiempo que contextualiza la obra, mediante un video, en su tiempo y espacio de desarrollo; estoy hablando de Rayuelartede Marta Minujín, la cual podemos usar de excusa para abordar el trabajo en esta sala.

RA: En esta sala el eje está puesto sobre la diferencia entre jugar y competir, entre el juego como manifestación de la libertad y la creatividad, y el juego como metáfora de una sociedad competitiva, desigual, que discrimina entre ganadores y perdedores. La obra de Margarita Paksa va al corazón de este tema. Se gana o se pierde. En cambio, en la mesa de billar de Nicolás Guagnini es imposible ganar o perder (no tiene troneras). El video “La brutalidad de los hombres” de Anna Lisa Marjak deriva el tema de la competitividad hacia los estamentos de una sociedad machista. Pero, obviamente, no todo es blanco o negro. Fabiana Barreda rescata la libertad del skater y Marta Minujin se apropia de un juego clásico para generar una transformación comunitaria. En este sector también hay algunos toques de humor, como la "Primera Junta de Gobierno" posando como la selección argentina en una obra de Elsa Soibelman de 1968 o el video de Jazmín Giordano donde el ejercicio se representado como una suerte de tortura social hacia las mujeres. Aunque al lado hay una obra de Dana Ferrari posando como ganadora en un podio poco antes del cierre del tradicional espacio de la Galería Ruth Benzacar de la calle Florida… son obras que prolongan las fricciones entre lo masculino y lo femenino que se plantean en el filme de María Luisa Bemberg que funciona como una suerte de transición entre las salas 2 y 3.

MCB: Finalmente las tecnologías, campo que bien conoces dentro de tu experiencia curatorial y teórica. La electrónica y la tecnología y sus impactos en la cotidianeidad, sus beneficios y sus sutiles canales de sometimiento y dominación, aparecen en este grupo. También aquí apelas a la participación activa del espectador en obras como la instalación "Mirtha eres tú" de Lolo y Lauti o bien la obra de Leo Nuñez con su instalación "Lo Recuerdo" donde, aludiendo a un cuento de Jorge Luis Borges, se apela a lo dicho y su repetición en el tiempo, al recuerdo. Es interesante cómo aparece aquí representado el impacto de las tecnologías y su desarrollo en el tiempo, llevados al plano creativo…

RA: Si. Era algo que no podía dejar de estar, sobre todo si tenemos en cuenta que acabamos de salir (esperemos que definitivamente) de una cuarentena que nos mantuvo conectados a pantallas todo el tiempo. Donde los juegos y la educación (sobre todo de los niños) pasaron por las tecnologías. Esta sala viene a reivindicar un lugar de la tecnología que no es el del "Gran Hermano", el del control y la dominación, sino que se aboca a la reflexión crítica y el empoderamiento. Los “videojuegos” de Estanislao Florido o Rodolfo Marqués nos ubican desde el humor frente a situaciones sociales complejas. Las creaciones de Bby Wacha en Instagram destacan cierto lugar transformador de las tecnologías que nos permiten reinventarnos. Laura Palavecino reflexiona mucho sobre el lugar de la mujer en los videojuegos y la robótica. Lolo y Lauti nos ofrecen esos 15 minutos de fama de los que hablaba Warhol pero casi reducidos a una selfie y Núñez rescata un elemento que es la antítesis de ese mundo de pantallas que hablábamos: una máquina de escribir, aunque el trabajo se completa con una programación sofisticada que materializa a las palabras. Su ubicación al lado de la librería no es coincidencia, como tampoco lo es la de Diana Aisenberg.

MCB: Despiden al espectador la instalacionsite-specific de Diana Aisenberg en la librería, compuesta por pizarras que invitan a responder preguntas didácticas y los barriletes multicolor de Tadeo Muleiro en la escalera. Cada espacio de la Fundación es soporte de obras, como si hubieses contemplado que una vez dentro de la muestra, esta se iba a expandir por cada rincón más allá de las salas convencionales…

RA: Las obras se fueron expandiendo naturalmente. La de Diana Aisenberg porque se potenciaba mucho al lado de la librería y la de Tadeo Muleiro porque necesitaba ese marco de ventanal que hace que parezca que los barriletes están flotando en el cielo. Es importante que las obras puedan ocupar espacios que las potencien. No todo se luce mejor en una sala blanca.

MCB: De más está decir, y conociéndote,creo que poner en valor la obra de los artistas es el objetivo ulterior de un trabajo de este nivel de compromiso físico y mental, el cual destaca y enaltece miradas que se entrecruzan en el tiempo y se mantienen vigentes en el diálogo. Y por supuesto, acercarles a los visitantes un universo exquisito del panorama creativo argentino. Pero más allá de eso, desde lo visceral pocas veces atravesado por la lectura racional ¿Qué te interesaría que quedara reverberando en la mente del espectador tras atravesar la experiencia de Arte en Juego?

RA: En principio creo que el público podrá apreciar la importancia que el juego o lo lúdico ha tenido y tiene en la obra de los artistas argentinos. Es algo que yo mismo no tenía tan claro cuando comencé el proyecto y que me sorprendió, al punto que me costó mucho luego tener que dejar afuera obras de artistas como Enio Iommi, Alberto Heredia, Diana Chorne, Adolfo Nigro, Luis Niveiro o Ides Kilhen por sólo mencionar algunos de los que no están en la muestra. También me parece que surge de la exposición que los juegos dan pie para reflexionar sobre muchas cosas “serias” que nos atañen como seres humanos y sociales, como la discriminación, la competitividad o el agenciamiento. Pero por sobre todo, creo que me interesa que el público se lleve una experiencia estética y emocional que lo eleve y que ponga de manifiesto la importancia del arte como fuente de ideas e imágenes que nos ayudan a repensar el mundo en el que vivimos.

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