Nota publicada online

miércoles 30 de julio, 2025
Margarita Paksa y Matilde Marín
Corrientes Alternas en Del Infinito
por Alejandro Zuy
Margarita Paksa y Matilde Marín

Curada por Cintia Mezza y Javier Villa, la exposición que se presenta en Del Infinito, reúne una selección de obras de dos artistas fundamentales de nuestro país que se propone establecer una resonancia fructífera entre trayectorias, cuyas prácticas y estrategias, se han visto siempre implicadas ante la emergencia de contextos críticos.

Vista de sala

Una cita de la filósofa estadounidense Donna Haraway extraída de su libro Manifiesto Cyborg encabeza el texto curatorial: “Nunca hemos estado separadas. La electricidad también es una red de parentescos”. La pertinencia de la frase radica, en principio, en dos motivos: por una parte sostiene la metáfora eléctrica que titula y estructura el despliegue de la exposición, y por otro lado, permite pensar los aspectos contrastantes y complementarios entre las trayectorias de dos artistas de generaciones diferentes pero próximas, con poéticas particulares ambas, pero poseedoras de una especial sintonía fina a la hora de atender la urgencia y la significación de acontecimientos complejos y difíciles.
La corriente alterna es un tipo de corriente eléctrica que cambia la polaridad y magnitud en intervalos de tiempo de manera regular. Es decir, cambia su dirección de forma reiterada. Más allá de la rigidez de esta definición técnica, en lo que incumbe a lo que se puede apreciar en Del Infinito, tanto la dirección de las polaridades como de las magnitudes artísticas observables circulan con sus propias identidades pero al conjugarse se amplifican, se potencian, incluso hasta se permiten crear zonas de ambigüedad donde simulan amalgamarse. Algo similar ocurre con las distancias temporales entre ambos cuerpos de obras. Ellas parecen ofrecer puntos de contacto ya que lo siniestro que amenaza a este mundo parece seguir un obstinado movimiento cíclico creciente.

Santiago Villa, cocurador de la muestra

La iniciativa de esta propuesta tuvo a Matilde Marín como protagonista inicial. Ante una nueva posibilidad de una muestra individual, ella prefirió llevar a cabo otra donde sus obras pudieran tener una interlocución abierta a nuevas posibilidades e interpretaciones. En este caso, la elección de Margarita Paksa como copartícipe tuvo su fundamento no en un vínculo de amistad pero si en la admiración y estima mutuas. Quizás había en ellas una secreta afinidad que el tiempo debía dejar encauzar y este presente, a pesar de la ausencia de Paksa, haya sido el momento oportuno.
En cuanto al trabajo de investigación y curatorial, la elección recayó en Cintia Mezza y Javier Villa. Mezza cuenta desde hace tiempo con un conocimiento pormenorizado del archivo de Matilde Marín y Villa, quien ha tenido a cargo varias de las últimas curadurías de la galería, estuvo más abocado con el de Paksa. No obstante, no se observan fisuras en los criterios trabajados por ambos sino que el resultado de la colaboración, que además de puede apreciar en la sobriedad del montaje, ha sido relevante. 

Cintia Mezza, cocuradora de la muestra

Margarita Paksa (Buenos Aires, 1932 – 2020), ha sido una artista visual cuyas prácticas abarcaron múltiples disciplinas y fue una precursora en la aplicación de nuevas tecnologías. Además, fue una de las fundadoras de las tendencias del arte conceptual y del arte político en la Argentina en la década del 60. Su carrera incluyó una importante actividad como docente de carreras de grado y postgrado en el Instituto Universitario Nacional del Arte (IUNA) y como investigadora del CONICET donde dirigió varias investigaciones sobre arte en el espacio público y Net Art. Matilde Marín (Buenos Aires, 1948), es una artista contemporánea que ha desarrollado su obra en muchas disciplinas pero especialmente se ha destacado en el campo del grabado, la fotografía y el vídeo. Ha vivido y trabajado en distintas ciudades de América y de Europa. Su actividad como docente también la ha hecho recorrer distintos países del mundo y hasta el año pasado fue Presidenta de la Academia Nacional de Bellas Artes de Argentina, cargo que asumió en el año 2022.

El par opacidades y transparencias constituye uno de los ejes sustanciales que atraviesan esta exposición. Su alternancia se da a partir de los elementos que estas artistas han utilizado como materia prima en sus respectivas poéticas: las referencias constantes al humo que trabaja Marín como en su serie Cuando divise el humo azul de Ítaca y el acrílico en las obras de Paksa. Tal como informan Mezza y Villa: tanto el acrílico como el humo operan como materias de la ambigüedad: lo que parece transparente, lo que se vuelve opaco, lo que parece flotar, lo que no se deja asir. La serie de Marín fue confeccionada a partir de extractos de periódicos durante las últimas dos décadas cuyas imágenes ilustraron catástrofes ambientales, accidentes o sucesos políticos acaecidos en diversas geografías. En ellas, el lenguaje aparece casi vacío y el humo precisa un momento histórico y la transformación en algo cuasi inmaterial de aquello que alguna vez existió en concreto. En las piezas de fines de los 60 de Paksa denominadas Interior exterior, el silencio tiene formas geométricas contundentes y esenciales. El material industrial, tan en boga por entonces, concentra sustancia y espacialidad. Algo similar ocurre con su Tríptico dispuesto en la sala en un lugar central. En cambio, en Nada es un cubo minimalista transparente encierra un prisma impreso donde la mirada debe extraer de él una leyenda que hace recordar un haiku japonés ya que exige una percepción poética. Este recurso se encuentra ausente en Silencio donde lo aludido tiende a la literalidad. En todas las obras se respira el clima político de su época de origen.

El centinela abrirá fuego II (1969) de Paksa se encuentra ubicada en el centro de una gigantografía de Notre-Dame, Notre histoire (2019) de Marín. Juntas, parecieran componer una gestalt, es decir, algo que no se limita a la percepción visual, sino también a un modo de afectación que involucra su entendimiento. La palabra Fuego, graficada en rojo dentro de un enmarcado blanco, se recorta por sobre una inmensa columna de humo gris producto de las llamas que consumieron buena parte de ese emblema de la cultura cristiano-occidental como es la catedral parisina de Notre Dame. El significante fuego sostiene y detona una advertencia que era usual en las rutas de Argentina e ironiza acerca del compromiso político, al tiempo que se entrevera con los indicios de una catástrofe civilizatoria que se encuentra reforzada por los vacíos tipográficos del logo del diario Le Monde.
Los límites y posibilidades del lenguaje es otro de los ejes que vertebran Corrientes alternas. Una operación similar a la descrita anteriormente, se detecta en otra pared que tiene a los neones superpuestos e ilegibles de Escritura Gótica (2000), que llevan la firma de Margarita Paksa, en convivencia con el esqueleto de una página de un diario exenta de contenidos escritos o visuales. Este es un recurso que con frecuencia ha utilizado Matilde Marín en las obras de Cuando divise el humo azul de Ítaca . El estallido caótico del sentido se puede apreciar en la serie de obras tipográficas como La bicicleta escapa (1978) y en otras escalas tanto en la serie Escrituras Cuadradas (1978) como en La Guerra de Irak (2006) también de Paksa.

El fin de una época y los inicios de otra son indicados por intermedio de alusiones a la tecnología. El aporte de Marín remite al colapso de un capítulo de la historia de la fotografía a través del video Fábrica (2017-2025) donde se puede observar la demolición de uno de los edificios de la empresa Kodak en la localidad de Rochester, EE. UU, que producía rollos para cámaras analógicas. Con la extinción de ella además concluía un ciclo industrial, un liderazgo de mercado, un modo de registrar imágenes y conductas sociales vinculadas a ella. El mundo que lo ha reemplazado, el mundo digital que continúa capturando cada resquicio de lo humano, fue explorado por Paksa en la serie Ultima escena (1998), En estos backlights se pueden ver una suerte de collages realizados con fragmentos de programas de computadoras domésticas, positivos y negativos de partes del cuerpo de la artista, un código de barras y algunas leyendas entre las que sobresale una en especial: La dualidad atraviesa mi ser.
En lo que refiere al papel del artista Marín se define como testigo. Esta condición guarda, por un lado, una disposición activa dirigida a los acontecimientos históricos y sociales del tiempo que le toca vivir, y por otro, una conciencia que apunta al futuro, ya que su trabajo constituye también una memoria; bagaje que las generaciones siguientes podrán utilizar para una reconstrucción posible de lo que pudo ser arrasado.
La presente exposición responde a esta perspectiva. No sólo queda clara en las imágenes que no deja de traernos Matild  Marín sino que parte del legado que nos ha dejado Margarita Paksa sirve para comprender el pasado reciente y nos advierte en la actualidad de la insistencia de lo trágico.

 

Del Infinito
Av. Quintana 325, PB - CABA
Lunes a viernes de 11 a 17 hs
Hasta el 19 de agosto
 

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