Nota publicada online

martes 23 de julio, 2019
Leandro Erlich en Malba
Magia Liminal
Altilio, Pilar
por Pilar Altilio
Leandro Relich. Foto: MaCPeuser
Leandro Relich. Foto: MaCPeuser

Curada por Dan Cameron Liminal es la primera exposición antológica de Leandro Erlich en todo el continente americano y reúne una selección de veintiuna instalaciones, producidas desde 1996 hasta la fecha. 

En un reciente reportaje, Leandro Erlich (1973, Buenos Aires) al responder por el título de esta muestra en el Museo Malba afirmó que, si bien no trabajaba con la palabra, llamarla Liminal -a sugerencia de Dan Cameron, su curador- es un punto interesante pues hace eco de muchas de las experiencias que le propone al visitante. Liminar es un adjetivo que evoca un estado intermedio, un umbral que puede tener la posibilidad de no ser traspasado y es un título que “sugiere más que explica” de qué manera encontrarse con la obra. La materialización de sus ideas es tan real que no dudamos que sea un lavarropas funcionando o las ventanillas de un avión con vista diurna o nocturna. El trabajo de su atelier, tanto en Buenos Aires como en Uruguay, custodia la producción de cada detalle y nos pone frente a una situación ficcional en la que aceptamos tácitamente un juego del que salimos transformados. Inquieta el reto de encontrar la forma en que este circuito funciona para cada uno, ya que los mecanismos visuales que utiliza tienen ciertas complejidades. En Invisible Billboard (2019),obra que realizó por primera vez en 2008 en Nueva Orleans luego del desastre del huracán Katrina y que se versionó en la explanada del Malba, desafía la gravedad pues los restos de una pared con algunos elementos de construcción se sustentan apoyadas solamente en una escalera de bomberos, en este contexto la obra se carga de otra capa de sentido: lo que queda precarizado o interrumpido.

El artista y teórico uruguayo Luis Camnitzer, introduce en uno de los textos del catálogo una sugerencia que promueve cambiar los órdenes arbitrarios, aceptados e instituidos por una experiencia donde “lo imposible parece posible, lo absurdo se convierte en racional, y lo conocido se pone en duda hasta que llega a tocar lo desconocido.” Basta probar con sentarse en el banco y verse reflejado en El Aula (2017)para sentir que nuestras experiencias se estimulan de un modo renovado. En el acceso que se hace caminando de otra obra, La vereda (2007) logramos percibir al agacharnos una simulación donde aparece un juego de reflejos de algo que está ahí ocultando la posibilidad de poder ver la fuente de ese reflejo, como en el mito platónico de la caverna.

Eduardo Costantini y Leandro Erlich en La Peluquería , saludándose a través del espejo

En las instalaciones inmersivas, los planos posibles de interpretación no se encaminan en una sola dirección, dependen de la resonancia en las experiencias de los participantes, implican un juego que no tiene instrucciones escritas, pero sí una sugerencia de uso, una traslación, un cambio en el punto de vista. El juego de espacios que virtualizan los espejos en Lost Garden haciendo que frente a uno no podamos ver sino a otro en el lugar donde deberíamos reflejarnos, produce una sensación rara de cierto desencuentro momentáneo, instándonos a encontrar el truco en que se funda la sustitución. Donde el dispositivo aparece revelado es en Las Nubes (2018),donde las cajas de vidrio que pueden ser rodeadas hacen visible la partición de planos sucesivos que dan cuerpo a esa sutil acumulación de agua suspendida en el aire que son las nubes reales.

La Pileta, Foto Kiezo Kioku

Erlich mantiene un compromiso obsesivo con la producción, algo que destacó Cameron en la recorrida de prensa, que hace mejorar la experiencia de sus obras. Los sistemas que las sustentan deben instalarse de un modo preciso, con el máximo de los cuidados no solamente para preservar la integridad del visitante sino porque la base del efecto consiste claramente en que no falle en los mínimos detalles. La sutil ondulación de los botes enPuerto de memorias(2014-2017) definida por el propio artista como “una ilusión conceptual”, es la misma instalación que presentó en 2014 en el Museo de Arte Moderno de Seúl y en el Centro de Arte Contemporáneo de Muntref, sede Hotel de los Inmigrantes, fue probada hasta comprobar que el efecto del movimiento fuera lo más cercano al del agua que no existe. Lo mismo pasa con La Piscina (2001),un maravilloso sentido del juego se apodera de todos cuando hay que registrar que el agua está ahí pero no nos moja. Instalada de modo permanente en el 21st Century Museum of Contemporary Art, de Kanazawa (Japón) consigue un enorme éxito de público donde se presenta, incluida aquella vez que fuera presentada en la Bienal de Venecia en 2001 en representación del país.

Las 21 instalaciones producidas desde 1996 hasta la actualidad, recorren 23 años de su carrera, pero dejan fuera su producción fotográfica y la ilusión que creara apenas antes de inaugurar esta antológica, en la Galería Ruth Benzacar donde presenta -hasta el 30 de julio-, Próximamente, una simulación de un hall de cine con carteles de películas basadas en sus trabajos, mediante obras pintadas por el propio artista, algo que hacía mucho tiempo no experimentaba.

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