La muestra consta de dos instancias, la ambientación activa en el subsuelo del  museo más  la proyección de su último film, de 100 horas de duración. Es un desafío hablar de su obra, pues no permite que la encasillen en algún concepto del que se pueda echar mano para la descripción. Mejor aún, quiere encontrar algo de lo fluido de lo cotidiano, de lo vital del movimiento de la presencia humana. Remarca la idea de experiencia pues está mucho más cercano a estar dentro de un espacio mágico, sólo que el mago nos hace pasar a su estudio y nos devela los trucos. Pero ante tantas curiosidades y estímulos dentro de un mismo ámbito, nos deja pensando en las claves que la motivan a producir estos quiebres de sentido.

Habíamos conocido una obra suya en aquella muestra Aires de Lyon de Fundación Proa, donde la actual directora del museo trajo algunos de los artistas que formaron parte de la bienal de aquella ciudad francesa. En esa oportunidad, era una figura de tamaño real de un payaso, sentado en el piso e inerte, que rompía la regla de hacer su show, logrando incitarnos no ya desde el movimiento sino de su extrañamiento totalmente indiferente de lo que ocurría en derredor.

En sus reportajes, Laura Lima deja ver que en todas las acciones que suceden en sus obras, ella nunca aparece pero deja en guionado todos los pasos a seguir. Su producción ocupa un lugar prominente dentro de cierto plano de artistas brasileros que, como Ernesto Neto, convocan a otro mirar donde poner el cuerpo es parte del sistema. Al salir de la domesticación que provocan los corsés de artista latinoamericana, de las nominaciones a la producción que ya vienen admitidas, ella se encarga de remarcar la posibilidad de contradecir lo que se ve del mismo modo en que operaba la obra de Magritte sobre queesto no es una pipa. Y a la vez definir su trabajo como un entre dos mundos, sin quedar atrapada en ninguna zona de confort. Acepta que la materia con la que trabaja sus proyectos todavía no tiene un nombre determinado, sino que tiende a mostrarnos un fenómeno, un índice, una experiencia que, como tal, se inscribe en el tiempo y provoca como algo cambiante.

Lima viene de ganar un prestigioso premio internacional, el BACA 2014, que designaba a un artista latinoamericano que pudiera dar testimonio de una gran personalidad que influyera en las prácticas contemporáneas y con proyección dentro de sus pares. Laura gestiona desde 2003 junto a Ernesto Neto y Márcio Botner la galería A Gentil Carioca en RJ donde pueden verse algunos nuevos artistas de la escena actual que dan muestras del mismo tipo de producción arriesgada y provocadora que los hace derribar muros o construir cosas para instalar obra.

La cita es necesaria pues no tenemos mucha presencia brasileña en Buenos Aires y el juego que propone da para una serie de vueltas por el subsuelo pues la obra va transformando la ambientación inicial con nuevos aportes e inclusiones.

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