Nota publicada online
Violencia institucional y social, el cuerpo como sede de conflicto, resistencia y utopía son algunos de los temas de la muestra.
“¿Quisieras posar como el David?” le consultó, cámara en mano, el artista colombiano Miguel Angel Rojas al soldado. El joven, al que le falta una pierna, respondió: “¿Cuál David?”. El artista disparó su cámara: esas fotografías quedan grabadas en la retina. El ejército colombiano no permite exhibir imágenes de soldados heridos o mutilados. Como una conjura, las fotos de Rojas son inolvidables: bellas y, al mismo tiempo, dolorosas.
Estamos en Proa, en la muestra de la Colección Daros Latinoamérica, que reúne una selección de 41 trabajos entre más de 1200 que integran esa nutrida colección de arte contemporáneo. Con co-curaduría de Rodrigo Alonso y Katrin Steffen, la muestra podrá visitarse hasta el 13 de septiembre. Reúne dibujos, esculturas, pinturas, objetos, instalaciones, videos y sites pecific.Daros Latinamerica es una colección privada, con sede en Zúrich, que cuenta con obras realizadas por más de cien artistas desde los años sesenta hasta la actualidad.
El cuerpo y las marcas sociales es uno de los ejes de la muestra. Impacta ver a un hombre que coloca un mendigo sobre sus espaldas y lo lleva hasta la sala del Museo de Tertulia, en Colombia. La performance impone que el hombre no debe tocar el piso. Como si fuera una cosa, inerte, sólo cuerpo sin libre albedrío, lo refriegan contra la pared; luego, una y otra vez, contra el piso: quedan las marcas de la suciedad de su cuerpo y de su ropa vuelta harapos. Una huella de indigencia, desgarro y abandono social en medio de la caja blanca aséptica. Es el video Mugre, del artista colombiano Sandoval Rosemberg.
El ropero de Doris Salcedo, cuyas puertas están tapiadas con cemento, se enfrenta a un mueble del colectivo cubano Los carpinteros. Ahora, cientos de pequeños cajoncitos se abren ante el espectador. “Creamos Downtowns a escala de muebles. Si tu casa fuera el mundo, los muebles serían los edificios, los departamentos tus gavetas, y tú serías cualquier cosa que guardes junto a tus más familiares, valiosos e íntimos secretos dentro de esas gavetas”, señalan Los Carpinteros.
La artista brasilera Rosângela Rennó fotografío tatuajes de presidiarios: la palabra “amor” o el dibujo de un corazón están tatuados en el pecho como huellas eternas. Son imágenes en blanco y negro que estremecen. Deseos escritos en el cuerpo como último refugio. Como último recurso de supervivencia. La artista, que participa con su video Vera Cruz en la Colección Videobrasil, en el Malba, dará el miércoles, a las 18.30, una conferencia titulada Imagen y (des)memoria, en ese museo.
A unos pasos, el video de la acción Limpieza social, de la artista guatemalteca Regina José Galindo, muestra un baño compulsivo con mangueras sobre el cuerpo de la propia artista.
Están las carteras, el corset y los zapatos de taco alto hechos con material que semeja piel y tetillas humanas. Son obras que Nicola Costantino presentó en la Bienal de San Pablo en 2000. Peletería con piel humana que pone el foco en el cuerpo como fetiche, y tensa las nociones de belleza, ultraje y mercado.
Se exhibe Autopsia, de Marcos López, unión de la “La lección de anatomía del doctor Tulp” y la famosa foto del cadáver del Che exhibido en la lavandería del Hospital Nuestro Señor de Malta: la autopsia pública del criminal de la pintura de Rembrandt se convierte aquí en clandestina.
Estremece la obra sonora de la artista mexicana Teresa Margolles: reproduce el ruido de una trepanación. Los sonidos devienen imágenes potentes.
Ya en la última sala, con eje en la utopía y en el cambio, uno se encuentra con Carta sobre los ciegos, para el uso de los que ven, el video del venezolano Javier Téllez muestra como un grupo de no videntes de nacimiento conocen a un elefante: lo acarician, tocan la textura rugosa de su piel. Cuentan qué sintieron.
La palabra “Resistencia” se ilumina: es la obra de Gonzalo Díaz hecha con metal, cerámica y baterías eléctricas. Las letras rojas que forman la palabra se vuelven incandescentes.Resistenciaes el título y el mecanismo básico de la instalación. La palabra irradia calor y luz.
A unos pasos está la fabulosa instalación Las puertas, de Leandro Erlich. Solo puede entrar una persona por vez: así lo dispuso el artista. La sala está oscura. Da vértigo. Me acerco a una puerta. Trato de abrirla. No hay caso. Espío: hay luz. Toco la puerta: está tibia.