Nota publicada online

martes 2 de diciembre, 2014
Juan Becú
Un golpe de irrealidad
por Juan Becú
Juan Becú

Un recorrido por la historia del arte y una invitación a disfrutar de la pintura, de esto se trata la muestra de Juan Becú, en el espacio de arte de Miranda Bosh, ubicado en Montevideo y Quintana y que dirige Eleonora Molina.

La mayoría de estos cuadros fueron pintados sobre otros anteriores que tenía almacenados en el taller. Cuando una imagen se apodera de otra, conquistando el perímetro de la tela, el planteo  de su gestación es diferente, ya que surge de una reacción ante la hegemonía de la imagen inicial. Entones, el trabajo del pintor funciona dentro de esta dinámica como un compensador energético del campo de trabajo.

Tachar o tapar es un ejercicio que a esta altura de la pintura contemporánea se podría pensar clásico, pero me hace reflexionar acerca de la importancia del desapego en el pintor, quien debe constantemente renunciar a sus imágenes para volver a reconstruirlas para luego abandonarlas. En este punto, pienso, que el no apego sugiere un infinito mundo de probabilidades y el óleo en este sentido funciona como un buen material de complicidad tanto que es un producto reactivo, debido a que es fácilmente alterable y uno puede manipularlo de muchísimas maneras para lograr el resultado deseado. 

Por eso es difícil encuadrar la pintura al discurso de las artes contemporáneas ya que esta disciplina  trata de la construcción de un vínculo. La doctrina de la pintura requiere de muchas horas de trabajo, meditación, investigación, sesiones frustradas, otras exitosas, grandes revelaciones, algunas decepciones determinantes, diálogos con colegas, con parejas, amigos y sobretodo con uno mismo. La mayoría de todas estas actividades se desenvuelven todos los días en un espacio de 6 x 4 metros  condensado en una superficie de 2x2 bidimensional, en un dialogo que se desentabla bajo el canon de las antiguas normas de la pintura y con la exuberancia propia de su lenguaje. De esta manera ese vínculo madura como un organismo vivo y a medida que pasan los años, cada vez se vuelve una relación más compleja, como todas las relaciones de dos seres vivos. 

Creo que en ese punto yace la importancia de vivir una pintura, percibirla abiertamente en su total complexión. Así su culminación reside en el vínculo con el espectador, en  la proporción de su cuerpo  respecto a la obra, en los brillos de los barnices, en la dirección de las pinceladas o los relieves del material sobre la superficie. La pintura tiene que ver con mirar y sufrir una transformación física, así sea por su contenido o bien por sus condiciones formales, las imágenes transforman nuestro cuerpo y nuestra conciencia.

Esta muestra es una invitación a un mundo que no necesita de interlocutores o curadores para poder ser apreciado, tampoco necesita de críticos para poder ser entendido, ni de unspeechque yo tenga que fabricar para adaptar mi obra al sistema de coherencias y lógicas del mundo del arte de contemporáneo. Esta muestra lo necesita a Usted porque la pintura habla por sí sola y cuando lo hace le dice: BOSCH y SHO.

Buenos Aires. Noviembre de 2014.

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