Nota publicada online

miércoles 12 de febrero, 2020
Iván Navarro en el MACBA
Bifocal
Altilio, Pilar
por Pilar Altilio
Iván Navarro en el MACBA

Compuesta por más de quince obras, entre ellas, esculturas lumínicas e instalaciones audiovisuales, las obras del artista chileno más reconocido en el exterior, Iván Navarro, destaca en lo que es su primera individual en el Macba de la ciudad de Buenos Aires. Imperdible por su capacidad de conjugar lo visual con un mensaje que interpela directamente al espectador.

Radicado en New York desde 1997 y nacido el año anterior al golpe de estado que derrocó a Salvador Allende e instaló el gobierno de Augusto Pinochet–, Iván Navarro (1972) ​explora en su producción la dimensión estética y política de la electricidad por medio de juegos perceptuales que activan sensorial y psicológicamente al espectador. La muestra recorre su obra desde 2012 hasta la fecha y se despliega en todas las salas del museo de la calle San Juan, con proyecciones que se deslizan por las paredes neutras del espacio, un suelo diseminado de hojas secas que fueron impresas en grabado una por una. Se exhibe haciendo uso de un criterio como de estaciones de sentido ya que, si bien se conectan por el mismo concepto de resistencia, producen distintos tipos de interacción con los visitantes. Es ante todo un artista que se ubica en la generación que nace en los 70 en Chile y crece en un contexto dictatorial donde se repetían situaciones como la censura, la represión, el exilio y, en algunos casos, también la tortura o el encarcelamiento.

Desde esta perspectiva hay una obra signo donde se expresa muy bien ese contexto y su postura. Cuenta en un reportaje reciente que usa el espejo espía: ‘un dispositivo habitual en las salas de interrogatorios donde te ves reflejado sin percibir que la escena es observada desde afuera. Ese doble juego puede lograr algo así como si la obra que está cerca hubiera sido dada vuelta igual que un calcetín.’ La casilla de vigilancia que se llamaTotemestá totalmente cubierta de tubos que emiten una luz cegadora, evidenciando que todos nosotros estamos siendo observados por el invisible vigilador que está dentro. Usado al revés, el mismo espejo permite lograr una profundidad de abismo. Luego hay otra obra que es como un tambor y se llamaSlam, donde hay una conexión directa entre lo musical y lo gráfico, el término viene de la música y uno la percibe como una palabra que resuena. En las otras piezas el peso de la oración es fuerte,Farándula de charlatanesestá tomada deLos Desastresde Goya, lo mismo que se lee en otra: Enterrar y callar.

Cuenta que su plan es ‘siempre tener una contradicción o comentario a partir de otra obra, exprimo la materia hasta que dé y en esa lógica de explorar e investigar los materiales voy trasmitiendo ciertas ideas. Estas piezas se exhiben cercanas pues hace más evidente el proceso de inversión. Luego, más que al minimalismo, mis obras se relacionan con Joseph Albers tanto en su serie Homenaje al cuadrado como en su teoría del color.’ Y cuando se enfoca en su proceso creativo, sabiendo que se trata de un artista que se desplaza habitualmente más de dos veces por año, confiesa que se basa sobre todo en dibujar y tomar notas en cuadernos que siempre lleva consigo, aunque también hace fotos. En sus trabajos en video hay más de un guiño a estos desplazamientos donde crea una especie de personaje ficticio para cada obra que funciona como un personaje activo. Comenta que: ‘el que proyectamos en Macba tiene una banda sonora que se basa en el corrido de Víctor JaraJuan sin tierra, en Facundo Cabral No soy de aquí ni soy de allá, y un grupo pop chileno Los misioneros que cantabanNo necesitamos banderas. La bandera en su mástil que acompaña la pantalla también aparece flameando en el video. En el que se proyecta sobre la pared del museo, recreo un hecho ocurrido en 1972 en las Olimpíadas de Munich, cuando once miembros del equipo olímpico israelí fueron tomados rehenes y asesinados por un comando del grupo terrorista Septiembre Negro, una facción de la Organización para la Liberación de Palestina. Uso la música oficial de esas olimpíadas, pero la relación es con Otto Aicher, diseñador gráfico alemán que creó el conjunto de pictogramas que luego veríamos globalmente.’

Sobre las influencias de su trabajo agradece la inspiración de Eugenio Dittborn (1943), de quien fue su ayudante durante un tiempo-, al otro chileno reconocido mundialmente, Alfredo Jaar (1956) quien también trabaja con un sentido crítico su obra, y Arturo Duclos (1959) que enfoca su producción sobre las utopías no resueltas de América Latina. La utilización de la electricidad las hace relacionarse tanto físicamente como conceptualmente como parásitos de la arquitectura. Por eso sus esculturas y objetos construidos con materiales eléctricos, evidencian la idea de parásito que comienza a mutar hacia otros objetos móviles que mantienen la dependencia de la energía eléctrica para funcionar. Sobre su relación con la escena de Buenos Aires comenta que ‘existe una extraordinaria rivalidad y admiración entre ambos países vecinos: fútbol, política, economía, raza, etc. La historia del arte se ha desarrollado de manera desconectada, cada uno con acentos propios. En Argentina hay artistas que me llamaron la atención desde niño: Julio Le Parc, Gyula Kosice y Lucio Fontana, que más tarde supe de sus raíces. La mezcla de este formalismo y los experimentos político-conceptuales que vi en Chile durante los años 80 y 90 creo que definen las obras que están en MACBA, museo que obviamente tiene una inclinación hacia el arte geométrico latinoamericano.’ Obras que conjugan lenguaje escrito y geometría construidas con distintos materiales y energía eléctrica. La mayoría de las obras están focalizadas en cuestionar el espacio físico del objeto, como un campo flexible e ilusorio que se expande de las normas clásicas de lo real y los representado. Vale la pena ir a experimentarlas.

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