Nota publicada online

martes 20 de junio, 2017
Graciela Casabé, directora de la BP.17
Objetvo cumplido
por Pilar Altilio
Graciela Casabé, directora de la BP.17

La BP17 se sostuvo en una trama amplia de adhesiones, buenos invitados, excelentes propuestas en varias sedes y dejó un cúmulo muy auspicioso de posibilidades a futuro. Durante 22 días, participaron artistas de la talla de Liliana Porter, William Kentridge, Santiago Sierra, Julian Rosefeldt, Lola Arias, Christian Falsnaes, Grupo Etcétera, José Alejandro Restrepo y Carlos Huffmann, Orlane, entre otros. Graciela Casabé como directora de este proyecto, mantuvo una conversación distendida, con Arte Online, aquí la crónica de ese encuentro.

Hace dos años, en la BP15, nos sorprendimos viendo como emergía un proyecto sólido, tan acompañado por instituciones aun cuando se trataba de una iniciativa privada, con nombres rutilantes y que llegaban por primera vez a Buenos Aires como Sophie Calle o la mismísima Marina Abramovic. Colocar en debate la actualidad de la performance, los nombres nacionales y los extranjeros, las sedes y un tipo de proyecto tan diversificado, fue parte de la estrategia desde el inicio. Basado en un pequeño grupo de gestión por el que la directora manifiesta un orgullo indisimulable, sabiendo que hay mucho por hacer y varios roles que cumplir en poco tiempo mientras se desarrolla, pero en la gestación hay otro tiempo más largo con movimientos de contacto, de negociación, de planificación y de financiamiento.

Algunos de los artistas que participan

Le comento acerca de los resultados de este año que a mi entender abrió un gran abanico de posibilidades y sedes, para distintos tipos de manifestaciones y Graciela entiende que así fue esta vez. Pero aclara que no todas las sedes tuvieron la misma participación pero en el inicio estaba recrear un movimiento que asegurara estar en contacto y convocar a diferentes públicos. Fue muy bueno lo que pasó en arteBA un espacio muy bien montado con una programación variada, en vivo y proyectada, que disfrutamos los que por allí pasamos.

Obra de Liliana Porter

Casabé sabe que este es un desafío diferente a los que la tuvieron a la cabeza de un equipo que organizó el Festival Internacional de Teatro desde la ciudad entre 1999 y 2007. Allí los tiempos eran más compensados pues el financiamiento, pre gestión y puesta en marcha se distribuían en un equipo más grande. Pero no extraña, parece, pues confía tanto en este proyecto como en este elenco bien formado. Destaca que su interés es el mismo que declaró en los impresos y en la prensa: “crear un panorama abierto que refleje la diversidad de ideas que circulan en el campo de la performance hoy” intentando también probar ciertas conexiones entre proyectos heterogéneos.

Antihomenaje a Dadá

Seleccionar cada uno llevó un tiempo para poder adaptarlo a los espacios donde se desarrollarían. Por ejemplo para el cierre con William Kentridge se imponía un espacio escénico que permitiera el despliegue de técnicas mixtas, proyecciones, música en vivo y muchos integrantes moviéndose en un escenario, la idea era hacerlo en el Teatro San Martín pero su final de obra no coincidió. Para el de Liliana Porter en el Parque de la Memoria se analizó el tamaño de la carpa montada especialmente y fue tal la convocatoria de cada día que finalmente resultó chica. Le pregunto si estima la cantidad de personas que la disfrutaron y me cuenta que tiene datos precisos. Kentridge llevó 1500 personas pero en cada sede se contaron los visitantes y se llaga a un número que sobrepasa los doscientos cincuenta mil si tomamos las personas que pasaron por San Juan y por Chile, aun cuando el número no fuera tan preciso para contar los de la feria arteBA, el número es impresionante.

Cuando hablamos del público hay una variedad enorme con comportamientos diversos, también si se tiene en cuenta que algunos como la de Mariana Bellotto fue en las escalinatas de la Facultad de Derecho con lo cual seguro había transeúntes desprevenidos, o la pieza de Yann Marusich con su tiempo ralentado que obligaba a quedarse para entender algún descenlace. El peso de la palabra en una performance dura de sostener como la obra duracional de Santiago Sierra no sólo porque transcurre en 56 horas y 43 minutos sino porque esos nombres leídos de cada caído en el conflicto de Siria es demasiado intensa para completarla.

Obra de Santiago Sierra

Los caminos de esta práctica son como me aclara Graciela “amplios, desde peformer act, arte de acción o arte vivo pero está muy claro que no pueden sino singularizarse en cada propuesta”. Algunos fetichizan el cuerpo, otros jaquean la institución, pero también desarrollan una conjunción muy singularizada de potencial poético y revolucionario. Es por eso que le menciono como un gran acierto la inclusión de un proyecto como el Antihomenaje Dadá (101 años del Cabaret Voltaire) construido por dos curadores experimentados, Emilio García Wehbi y Ricardo Ibarlucía, con un grupo de 20 jóvenes seleccionados que montaron distintos proyectos en las salas del Centro Cultural Recoleta.

Lograr consensos, armar alianzas, financiar y hacer que todo eso suceda en un tiempo intenso, es tarea de alguien que ya tiene conocimientos adquiridos en gestión de grupos, en el caso de Casabé su experiencia está más que probada. Nos resta esperar que se suban todos los registros a la página oficial para poder navegar por lo que no pudimos ver, como la magnífica programación de encuentros y charlas. Un proyecto consolidado que merece ser asistido con financiamiento y confianza.

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