Se trata de una faceta totalmente desconocida del artista que denota la modernidad de su mirada: fotografías que registran y rescatan los mercados santiagueños de mediados de 1930 y sus personajes pero, sobre todo, retratan la ingenuidad de sus miradas, que pueden observarse en cada uno de los dibujos y pinturas que acompañan la muestra. 
Las fotografías seleccionadas son de las décadas de 1930 y 1940, a pesar de que empezó a fotografiar en 1910 -simultáneamente con sus comienzos como dibujante y pintor- cuando tenía 10 años. Todas estas copias fueron realizadas por el mismo Gómez Cornet, quien usó la fotografía muchas veces como un boceto mecánico para algunas de sus pinturas.


La exposición también incluye grabados, dibujos y pinturas: Una sorprendente serie de paisajes de Mendoza, en donde el maestro de la figuración ingresa (1940) a una abstracción expresiva. Además, se exhibe una de sus cámaras fotográficas y una serie de retratos realizados por sus amigos artistas: Anatole Saderman y Sergio Sergi.
 Gómez Cornet miraba por la lente con ojos de pintor y pasaba naturalmente de un medio a otro del modo que Romero Brest había observado en sus dibujos: “no es esquemático ni sensiblero: es esencialmente preciso”.


La muestra explora las consecuencias estéticas, iconográficas y productivas de su obra en dos temas centrales a la modernidad: la melancolía y el sistema de reproducción -manual y mecánico-, que también estuvieron presentes en artistas como Matisse y Van Gogh. De lo exhibido surge la conexión entre estos temas y la relación conflictiva que mantuvo la pintura con la fotografía hasta bien entrado el siglo XX. 
Esta es la primera presentación en Buenos Aires de las fotografías de Ramón Gómez Cornet, uno de los artistas que introdujeron la modernidad en la Argentina.

PROYECTO SALITAS

En esta oportunidad nos sorprende con la intervención de Guido Ignatti y Hernán Soriano con una realidad alterada, como manifiesta Mariano Soto en el texto de presentación. Al traspasar el umbral de la sala, un conjunto de artefactos irracionalmente inútiles evoca un eco de realidades abandonadas: "un espejo retrovisor donde asomarse a la mismidad de las cosas y a nuestro torpe circular entre ellas."

PROYECTO VIDRIERA

Carola Zech es la artista invitada para intervenir la vidriera sobre la calle Suipacha cuyas dimensiones, según explica la escultora, son semejantes a las de su taller. A partir de esta analogía surgió el proyecto. ¿Cómo podría trasladar mi actividad en el espacio/taller, lo que sucede ahí mientras trabajo, transparentar esta realidad a este espacio? ¿Cómo darles forma a las preguntas que habitan en él y en mi espacio/cóncavo/interno cuando trabajo?

Esta instalación está conformada por espacios que se conectan, se ensamblan, se intercalan y se superponen, así como también por arcos que crean una arquitectura imposible, y son los transeuntes desprevenidos quienes la convierten en una arquitectura posible.