Nota publicada online

martes 9 de abril, 2013
El tiempo que habita
por Melina Ruiz Natali
El tiempo que habita

La muestra de fotografía curada por Mariela Delnegro y Marta Penhos, se presenta en Uade Art hasta el 24 de mayo. 16 artistas que encierran el tiempo en sus obras.

Todo lugar habitado por el hombre lleva implícita la misma percepción del tiempo que de quien lo adueña. El pasado, presente y futuro, construcciones racionales, no sólo las hemos aplicado a personas sino que también, por decantación, todo aquello que construye el hombre comienza a tener su reloj. Cuando un objeto o ambiente están habitados, no hay indicio de su temporalidad, pero es en el desuso o el potencial uso en donde pensamos en términos de viejo o nuevo. Así, todos los espacios construidos, están racionalizados, y, para el ojo humano, tienen una cronología. Ese tiempo únicamente dado porque el ser humano tomó de esa botella que ahora está vacía, escribió en la pizarra, cerró las cortinas, decoró ese ambiente en donde hay tanto rojo, y ordenó los zapatos en el vestidor. El objeto es en uso y en ausencia del usuario porque esa falta no es total ya que el indicio de uso porta marcas de un otro. Hay una persona que habita ahí, o muchas, todos los que la poseyeron.

La carga fantasmal de los espacios vacíos es permanente. El cuarto de una persona que no vemos nos habla de otro tiempo. Todo aquello está habitado por el tiempo,

A esto refieren las obras seleccionadas por Mariela Delnegro y Marta Penhos para la muestra “El tiempo que habita” en UADE Art. Las curadoras

eligieron dieciséis artistas de quienes se exhiben, en total, treinta obras. En la sala 1, vemos lugares públicos, masivos: Teatros, clubes, bares o galpones. La sala 2, en un proceso más intimista, muestra espacios privados todos, asociados a los a la casa. El hábitat más personalizado.  

La visión de la ausencia en la fotografía, está en ese otro objeto que porta el tiempo de aquel que lo va a manipular o ya lo ha hecho.

En la sala 1 Grunstein retrata dos lugares: un baño de hombres y un terreno abandonado. Junto a sus obras, las dos imágenes de Karin Idelson saturan el lugar a través de lo difuso y el color. Todos los ambientes están vacíos, porque no está el hombre. Y pensamos en su ausencia porque está en cada uno de esos objetos, en la temporalidad de los mismos que esperan. Pareciera que todos esperan. 

Los espacios de Alejandro Lipszyc son fantasmas hasta que el hombre los habita, pero, mientras tanto, el tiempo está ahí, deteriorando, o simplemente observando en la quietud, con la presencia remanente de alguien saltando en la pileta del Ateneo Popular de Versalles. 

Estela Izuel capta, todo en planos panorámicos, lugares que probablemente estén ya en desuso. Pero, dos butacas del Auditorio de Radio Nacional Córodba, que llevan escrito "SAUL" como un vandalismo inocente de visita guiada de colegio, afirman el tiempo. Allí, hubo alguien, y esa butaca estuvo habitada, hace tiempo por personas que, ausentes, dejan el tiempo en su lugar.

En la obra de Lena Szankay, un antiguo estudio de fotografías, aparece la única figura antropomorfa de la sala 1: un ángel. La escenografía acorde para una primera comunión o bautismo y ese fondo color sepia trabajan con el paso del tiempo de otra manera. Algo que pensamos en desuso por antiguo.

Los últimos dos artistas de esta primera sala, Jorge Miño y Gian Paolo Minelli, captan espacios solemnes de la Ciudad de Buenos Aires. Miño, con su estética radiográfica mediante la que muestra esqueletos arquitectónicos, presenta dos obras de la serie "Grandes decisiones" con los Salones del Correo Central. Gian Paolo Minelli utiliza planos cerrados que toman una postura un tanto vigilante. Escenas detalle del off stage del Teatro Colón. Acumulaciones de carpintería o de tela escenográfica: Objetos que muestran de manera ostentosa la artesanía que ejerció el hombre. La carpintería, pintura y, por asociación, los actores, bailarines, músicos. Todo aquello alude a personas, que ahora no están pero pueden entrar en algún momento. Y el tiempo, que estuvo mientras no había nadie, pasa a ser otro tiempo que es el del presente. Porque cuando el hombre no está, el tiempo, si bien actúa, parece detenido. El tiempo habita pero se desacelera.

 

En la sala 2, hay ocho artistas. Aquí se pasa a un plano más íntimo y si en la otra sala pensábamos en los habitantes como una multitud, aquí imaginamos como máximo dos o tres personas ocupando esos espacios.

Luciano Poveda, presenta la serie "Huellas de una ausencia" en donde, observa y capta espacios de la casa de su abuela mientras ella está internada. Son imágenes oscuras, corridas, movidas en ese gesto tan contemporáneo de la extrañeza de una imagen fuera de foco. Y nuevamente estamos espiando espacios ausentes pero que tienen la personalidad de un otro.

Karina Azaretzky lleva a cabo un proceso de recomponer la casa de sus abuelos como ella la recuerda. Reconstruye sus memorias del pasado ambientando esos lugares. En esta sala aparecen retratos, marcos con fotos que recuerdan que allí hay o hubo alguien. Que ahora no está: fue al supermercado, está en el balcón regando las plantas o murió tal vez, pero ese espacio está habitado por el tiempo, activado por el hombre.

Las fotografías de los detalles de las sábanas de Santiago Porter son las que se refieren más explícitamente a la presencia humana. La cama deshecha habla de una ausencia reciente. Y, al mismo tiempo, la sábana arrugada tiene un calor que no tienen otros objetos.

Florencia Blanco capta las Salas de la casa de Leguizamón. Ambientes burgueses del siglo XX recargados y contenidos que nos hacen pensar en un tiempo más pasado que, por ejemplo, las camas de Porter o la casa de la abuela de Poveda.

Inés Tanoira y Guadalupe Gaona presentan espacios en donde los objetos están distribuidos de manera disrruptiva, incómoda. Eso puede hacer pensar en una mudanza, en algo provisorio, o fantasmal. El sillón de frente a una esquina de Gaona, o la silla en el medio del comedor de Tanoria, nos hacen saber que ese objeto, en ese lugar, no es funcional y tiene que ver con un tiempo que ya sucedió (abandono), o un tiempo en potencia: Ese sillón, va a ser usado en cuanto se lo acomode en un lugar en donde sea habitable.

Grunstein se repite en las dos salas, también capta espacios íntimos, pensando así cualquier espacio constituido por una persona, rellenado por esa persona con plantas, disposición de objetos, cuadros o manteles.

Maijo D'Amico, es la única de la sala que presenta un lugar destruido, ahí ya no habita nadie, pero sí el tiempo, porque hubo gente alguna vez ahí. Eso lo indica, no sólo la construcción, sino un corcho con chinches, una imagen de la virgen, una pala abandonada en el medio de un patio polvoriento. La serie se llama "Bien de familia", y ese legado, se desintegró. Pero, ese lugar está habitado por el tiempo que activó la gente que vivió allí.

El tiempo empieza a contar desde que una persona habita un espacio, de allí en adelante, todo es tiempo, y éste, no es otra cosa que el hombre.

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Hasta el 24/5/2013

Uade Art
Lima 775

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