Nota publicada online

viernes 9 de febrero, 2018
El Museo Reimaginado
La institución desde el sur
por Pilar Altilio
El Museo Reimaginado

En noviembre del 2017 se llevó a cabo en Medellín, Colombia, un encuentro de museos de distintas regiones del mundo, donde el protagonismo fue de los sudamericanos que dieron muestras de expandir los campos tradicionales con ideas y conceptos.

Hace un tiempo que la caracterización tradicional de los museos ha dejado de estar encapsulada en una definición canónica, en parte porque no existe una única circunstancia en la vida comunitaria que, con la misma seguridad, indique aquello que durante mucho tiempo significó un museo: un espacio donde conservar, estudiar, aprender y difundir el Patrimonio, así con mayúsculas. Estamos más lejos aún, de aquellos museos que eran la obra de un Estado o de una poderosa fundación para dar un relato hegemónico que ordenara el conocimiento. Si pensamos que un museo puede no tener espacio propio o ser el resultado de una negociación entre pares de una pequeña comunidad que desea contar su propia historia sin intermediarios, vamos a descubrir una serie de claves que ponen en crisis el modelo. Aun cuando las situaciones conviven en parte en las grandes ciudades hay que decir que, los nuevos modelos, ocupan espacios diferentes dentro de la ciudad y además, preservan un patrimonio de minorías, a veces sólo unas memorias orales, otras simplemente nacen para un ampliar el debate sobre el rol de la propia institución.

Américo Castilla en una de las conversaciones

Este interesante desafío de observar lo diferente, fue desplegado en noviembre del año pasado en comunidad de acciones entre la Fundación TyPA de Argentina, la American Alliance of Museum de Estados Unidos y el Parque Explora de la ciudad de Medellín en Colombia. En el Encuentro El Museo Reimaginado 2017, donde más de seiscientos profesionales de toda la amplia región que incluía el continente americano pero además Sudáfrica e Inglaterra, debatieron ideas para cambiar roles, pensaron y difundieron los mejores activos en relación con los entornos, las personas y los propios gestores. Dando visibilidad y promoviendo la convivencia e intercambio creativo de unos museos que están a distancia considerable de los grandes presupuestos, de los espacios centrales de una ciudad o de la preservación de los patrimonios que consiguen sponsors notables.

Distintas actividades realizadas durante el encuentro

¿Cómo ejercitar el músculo de lo minúsculo? diría Nicolás Testoni, impulsor de un museo que nació como consecuencia de la desaparición de la red de trenes a finales de los noventa en nuestro país. Testoni, que inició el Museo Ferrowhite en 2003 con el apoyo de la Fundación Antorchas y la municipalidad, con el propósito de canalizar la enorme angustia, que la población de Ingeniero White en la ciudad de Bahía Blanca, sintió en la medida en que se cerraban los oficios y caducaban los servicios que una comunidad prestaba al desenvolvimiento del puerto y el ferrocarril. Preserva herramientas, útiles y equipamiento, de operarios como herrero, soldador, calderero, fundidor, carpintero, estopero, mecánico ajustador, maquinista, foguista, cambista, guarda, señalero, catango, relevante, peón, farolero, mensajero, telegrafista, llamador, guardabarreras, guardatrenes. Y como se puede leer en la página: “en cada objeto se halla implícita la memoria de un oficio, con conocimientos y habilidades específicas y modos establecidos de transmitir la experiencia”. http://ferrowhite.bahiablanca.gov.ar

Brigitte Luis Gullermo Baptiste, Dra. Inst. Humboldt de Colombia. Otros participantes del evento.

Siempre hay un nivel de violencia contra la realidad para organizarla, diría Brigitte Luis Guillermo Baptiste, directora del Instituto Humboldt de Colombia, ostentando su condición queer dentro de una institución tradicional destinada a preservar la enorme biodiversidad de un país como el colombiano, donde hace apenas dos años se promulgó la ley de matrimonio igualitario. Una comunidad científica que aceptó plenamente su cambio de género, que escucha con atención a una directora que desarrolla una perspectiva queer del conocimiento basada en algunos principios de su propia formación académica: navegar entre la fantasía y la capacidad de innovación, reivindicar el espacio original de la biodiversidad para no temerle a lo monstruoso del gabinete de curiosidades y comprender el ciclo de las panarquías, momento de adaptación que sufren las especies biológicas en su cambio de entorno para optimizar su desempeño. Y algo de lo que sabemos poco, como son las dificultades de los científicos para concebir con certeza el tema del género en las especies pues la diversidad es increible. Brigitte anuncia la necesidad de salir de la pereza mental, para seguir desarrollando estereotipos pues “el conocimiento es intersubjetivo” y “nada es totalmente irreductible”, pues se construye todo el tiempo. Recomiendo visualizar el siguiente enlace para descubrir más de este enorme aporte: https://www.youtube.com/watch?v=nN99JIM5baU, sobre todo a partir del minuto 24 donde ella se despoja de sus atributos y habla de la identidad de los objetos tanto biológica como social.

Otros conceptos como el demuseo comunitario,que comenzaron a mediados de los años 80 en un espacio caliente de frontera como Guajaca, en México, donde 19 comunidades de pueblos originarios conviven. Buscando motivar a sus integrantes a desarrollar una propia forma de narrarse sin necesidad de sumar los aportes especializados de científicos formados fuera de la comunidad. Concepto que hoy se extiende a diferentes países y desarrollan el mismo sistema de conversación y debate intercomunitario. Conceptos como la concepción de un museo que preserve la historia de los derechos humanos en cada región, con la dificultad de narrar cada bando en disputa de las memorias colectivas, o aquellos que valoren el aporte de la comunidad no científica para hacer que las personas entren al museo sin sentir que no les aportan nada. En estos temas, la ciudad de Medellín fue ejemplar para cambiar radicalmente la relación entre el estado y las personas de todos los barrios, haciendo lo que es protección desde el estado y no de los partidos políticos que eligen las afinidades y no la trama social compleja.

Participantes, todos muy activos y comprometidos.

Nina Simon, gurú contemporánea del cambio de paradigma en los museos y actual directora del Museo de Santa Cruz, reconoce y afirma al respecto que “ahora la autoridad la tiene América Latina” pues “para reimaginar museos hay que mirar el sur”. El encuentro, que tendrá continuidad este año, intentará bordear otros límites, ejemplarizando con las prácticas y concretando otras acciones en común. El presidente de la Fundación TyPA de Argentina, Américo Castilla, nos cuenta que de aquel anterior surgió la asistencia como consultores de nuevos desarrollos de proyectos dentro de la Universidad de Leicester (Inglaterra), tanto como en Panamá o el mismo Brasil.

Detector de patrones emergentes, el museo puede comunicar esa biodiversidad como un co-relator estético y dinámico, actuando con los propios estados, pero sin estar anclado en un sistema fijo, más bien en una búsqueda constante de motivaciones y revelaciones de convivencia con los entornos, complejos en verdad, pero que admiten la creatividad para sortear los retos. Uno de nuestros capitales notables, la creatividad, como código del que podemos dar cuenta desde este sur del continente, con fuerza para mostrar otras visiones y despejar los nuevos paradigmas de nuestro presente cargado de posibilidades. El próximo encuentro se abre a convocatorias en mayo de este año y vale estar atentos.

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