Nota publicada online

jueves 25 de septiembre, 2025
Eduardo Mac Entyre y Miguel Ángel Vidal
Arte generativo: el futuro a crear, en Casa Victoria Ocampo del FNA
por Alejandro Zuy
Eduardo Mac Entyre y Miguel Ángel Vidal

Se ha inaugurado bajo la curaduría de María José Herrera, una exposición que reúne 40 obras de los artistas Eduardo Mac Entyre y Miguel Ángel Vidal, quienes fundaron junto al coleccionista Ignacio Pirovano, el grupo Arte Generativo y que se presentaron por primera vez en la Galería Peuser en 1960. 

Vista de sala

El Sputnik I fue lanzado por la Unión Soviética el 4 de octubre de 1957 desde el cosmódromo de Baikonur, actual territorio de Kazajistán. Además de ser el primer satélite puesto en el espacio por el ser humano también significó el inicio de la carrera espacial entre las potencias que dividían al mundo por entonces. Doce años más tarde de este acontecimiento, EE.UU haría llegar el Apolo XI a la superficie lunar. La hazaña quedaría sintetizada en la frase “Es un pequeño paso para un hombre, un gran salto para la humanidad" que el astronauta Neil Armstrong pronunció al pisar suelo selenita mientras millones de espectadores a lo largo y ancho del mundo lo veían en sus rudimentarios televisores. La expresión, que quedó como legado a la posteridad, partía de su propia modestia pero al mismo tiempo declaraba un optimismo que gozaba de una popularidad extendida; clima que la década del cincuenta -la edad de oro de la ciencia ficción- había preparado. Al futuro, en ese ahora un tanto distante pasado, se lo veía como un campo propicio abierto a nuevas y utópicas posibilidades.

Vista de sala

Otra imagen del cosmos, en este caso una gran fotografía tomada por el telescopio espacial Hubble, ocupa el sector central de la exposición que actualmente se presenta en la Casa Victoria Ocampo. Sobre ella se encuentran impresas citas del artista belga Georges Vantongerloo (1886-1965) y de los argentinos Eduardo Mac Entyre (1929-2014) y Miguel Ángel Vidal (1928-2009). En las frases allí expresadas se reflejan los procesos de transformación y evolución relacionadas con las leyes del universo aunadas con la voluntad estética de sus autores. El entusiasmo existente en el campo científico en aquellos años encontraba asimismo un correlato oportuno en el ámbito del arte del que nuestro país no fue ajeno.
Es posible aseverar que Vantongerloo, a través de toda su trayectoria, intentó suscitar campos de fuerza, aproximarse a la noción de infinito, tratar de conciliar lo biológico con el progreso del conocimiento del comportamiento de la materia y la energía que la física había revolucionado en la primera mitad del siglo XX. Infundidos por sus principios, Mac Entyre y Vidal, apoyados por Ignacio Pirovano (1909-1980), alumbraron en 1960 el manifiesto de lo que se conoció como Arte Generativo. La denominación fue sugerida por Pirovano a propósito de un estudio que éste realizara sobre la obra del belga. El crítico Rafael Squirru, por entonces director del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, al presentar la exposición que se llevó a cabo en la Galería Peuser en ese año, recuperó ese aporte y lo puso en evidencia mediante la siguiente cita: “propongo definir como ´Arte Generativo´ el que decide en cambio engendrar formas nuevas, reflejar el proceso generativo de las mismas, los fenómenos que las provocan o estos mismos fenómenos en movimiento, evolucionando en continua transformación”.

El proceso generativo consistía en la repetición de líneas rectas o curvas trazadas sobre un campo de color uniforme. Por consiguiente, las obras producían efectos vibratorios que provocaban inestabilidad visual debido a su incidencia sobre el sistema perceptivo. En el manifiesto lo expresaron con las siguientes palabras: “De ese punto que es un círculo al fin, de esa recta, de esos elementos que en sí mismos ya GENERAN su propio movimiento, los hemos hecho desplazarse, vibrar, girar, los hemos identificado más aún con el presente y el futuro”.
Los dos protagonistas principales reconocieron que sus trabajos partieron de la propuesta de los artistas concretos argentinos, aunque desenbarazándose de su ortodoxia y tomando como parámetros de movimiento el punto, como fue el caso de Eduardo Mac Entyre, y la recta como lo hizo Miguel Ángel Vidal. María José Herrera, probada especialista en el tema, así lo confirmó durante la inauguración de esta muestra, al tiempo que remarcó la importancia de rescatar del olvido obras relegadas por las instituciones y la puesta en valor de los procesos de ensayos previos del que son testimonio los bocetos: “muchas de estas obras es la primera vez que salen en 60 años sumado a que en la época en la que ellos vivían no era habitual mostrar el proceso de las cosas sino los cuadros terminados por lo cual muchas de estas obras que pertenecen a las familias también es la primera vez que se muestran”. De esta manera, los asistentes pueden, por una parte, formarse una idea del acontecimiento inaugural a través de las pinturas emblemáticas que formaron parte de la muestra llevada a cabo hace más de sesenta años, así como estimar, gracias a la revelación de los esbozos en pequeño formato, las investigaciones y tanteos que formaban parte de la evolución creativa de estas dos figuras fundamentales del arte moderno en la Argentina.
Acerca del carácter general de la exhibición, Herrera aclaró que la misma no se trata de una retrospectiva sino de una exposición de “cámara” cuyo objetivo ha sido recrear a través de las obras, de la documentación e incluso de los videos, el contexto original que dio lugar, primero al manifiesto y luego a estas creaciones y a la sucesión de importantes exposiciones que le siguieron. Además, puso en relieve la cualidad pionera de ambos artistas en relación a las primeras experimentaciones con el arte digital gracias a la iniciativa de Jorge Glusberg, quien fue el que introdujo la práctica con computadoras en el país luego de haber realizado un viaje a Londres. Establecer un puente entre aquel lenguaje plástico y sus formas de encadenamiento en la actualidad resulta de gran significación, en especial teniendo en cuenta las expectativas creadas a partir de la inteligencia artificial generativa.
En forma simultánea, y como extensión del legado de estos artistas en clave contemporánea, Cristian Mac Entyre, hijo de Eduardo, está presentando la exhibición La piel del color con curaduría de Rodrigo Alonso en el Palacio Libertad, donde se pueden apreciar pinturas de su más reciente producción junto con impactantes cajas cinético-lumínicas.

El título Arte generativo: el futuro a crear no sólo refiere a las circunstancias que determinaron una época, y en particular a un movimiento que ha constituido un singular capítulo en la historia del arte del siglo XX en el país, sino que funciona en ciertos aspectos como una instigación a pensar el cambio de perspectivas acerca del futuro que nos diferencian en la contemporaneidad. Por lo tanto cabe preguntar: ¿quienes narran las fantasías acerca de lo que nos depara?, ¿cúal es es el tono imperante en ellas?, ¿cómo el arte que se produce en esta tierra actualmente se hace cargo de esos discursos? No deja de ofrecer algo de nostalgia recorrer las obras de Eduardo Mac Entyre y Miguel Angel Vidal con su carga subyacente de curiosidad y fervor. Si bien volver a tomar contacto con los anhelos que las constituyeron no significa revivir exactamente la misma situación, reinterpretarlos podría implicar, además de honrar a quienes los sostuvieron, también construir lo nuevo siendo permeables a esa herencia.

Vista de sala

Casa Victoria Ocampo
Rufino de Elizalde 2831, CABA
Lunes a viernes, de 11 a 19 hs
Hasta el 28 de octubre. Entrada libre
 

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