Nota publicada online

miércoles 22 de octubre, 2014
Cómo ser un artista contemporáneo
Un proyecto para discutir cuál es la escena donde nos toca ser parte
por Pilar Altilio
Cómo ser un artista contemporáneo

En múltiples manifestaciones a las que podemos asistir presencial o virtualmente, la figura del artista contemporáneo no encaja fácilmente con aquellas definiciones con las que crecimos o fuimos formados en los sistemas de educación sistemática. No se trata solamente de querer definirlo, pues algo sabemos de lo difícil que resulta dar parámetros regulares para cada actividad cuando los soportes se multiplican, los accesos se expanden y lo presencial se desvanece. Pero es más que interesante discutir estas cuestiones, entre pares y adherentes, pues estamos de alguna u otra manera con los pies en el mismo plato, y lo que es interesante, preguntándonos lo mismo.

Cuando despuntaban los ochenta del siglo pasado asistimos a la reformulación de paradigmas a partir de un encuadre que tomaba el término acuñado por Lyotard como posmodernidad, una mirada que nos permitía segmentar como quisiéramos la historia y valernos de esa mixtura para poder expresar lo contemporáneo. Pero a poco de avanzar, leíamos en autores como Michel Maffesoli y encontrábamos otra visión, algunos países no habiendo alcanzado la modernidad, mal podrían encuadrar en la posmodernidad. Lyotard había anticipado y lo que es mejor, acertado en que el conocimiento iba a funcionar como a medida, es decir por pedido, no como algo codificado por los académicos sino democratizado al punto de que cada uno determinaría un acceso personal al mismo enorme bagaje que la humanidad almacena. En esa sustancia teórica hay unas claves importantes para acercarnos al escenario de lo que nos muestra el arte contemporáneo. No es un corpus homogéneo sino extremadamente heterogéneo, lo que fue mainstream, dominante en una época, se traslada a otros campos y territorios totalmente disociados de esa expresión. 

Por caso, qué podemos decir del pretendido gesto pop de los artistas africanos como Kiluanji Kia Henda y su fotografía en la que aparece la palabra POP en un tríptico? 

Pero lo que debemos decir es que esa obra integró un pabellón de la Bienal de Venecia de 2007 y que un país del África, Angola, con curador residente en Francia, tuvo representación en una bienal internacional con obras que no nos parecen tan africanas como las máscaras en las que se inspiró Picasso para renovar el arte occidental. Ahora siguiendo el esquema del continente africano, también estamos viendo artistas maravillosos como El Anatsui que hace con el material de desecho una obra tan bella, tan manual y que recupera algo del espíritu de su pueblo de reutilizar todo. Fastuoso y a la vez, basura reciclada.

El Anatsui creando

     

Podemos pensar que nada nos sorprende, o podemos indagar en un espacio gris donde no nos hemos atrevido mucho a ver lo que pasa y nos hace falta el gesto de una bienal instalada para darnos cuenta que hay un contexto de producción del que no hemos tenido datos hasta no hace mucho.

Curioso también que nos enteremos que un artista chino que tuvo arresto domiciliario en su país por sus actitudes y que ahora le fuera quitado el pasaporte, pueda ser invitado a realizar una intervención de gran magnitud en la vieja y mítica cárcel de Alcatraz donde una curadora, un grupo de colaboradores y sus ideas trasmitidas en conversación por videoconferencia, dieron lugar a una muestra denominada @Large, (at large una expresión que en castellano significa prófugo) y como dice la crónica del Diario El País, se adentra en un lugar del que todos han querido salir, sin poner un solo pie en él.

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Cuál es la sustancia que puede unir estas dos concepciones que hace a lo contemporáneo del arte un gesto, una réplica política, una actitud que no tiene fronteras o que puede diluirlas?

ESTA NOTA CONTINUA EN UNA PROXIMA ENTREGA

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